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Vincenzo Nibali se lleva la etapa y se viste de amarillo

Jornada de continuo sube y baja, que se resolvió con un ataque del italiano a falta de 2 kilómetros. Antes lo probó Alberto Contador.

Nibali, festejando su victoria de etapa. | EFE

No hace falta que una etapa acabe en alto para que sea espectacular. Y así ha quedado demostrado en la segunda etapa del Tour de Francia, cuya meta estaba situada en Sheffield, tras subir nueve pequeñas cotas. Era una especie de clásica belga, una mini Lieja–Bastoña–Lieja, pero en medio de la ronda gala.

Un día para que muchos se lucieran. No sólo en busca de la etapa, sino en busca de intentar dar un golpe en la general. Contador, Froome, Nibali y Valverde, los cuatros gallos de este Tour sabían de la importancia del día. Y sólo uno supo aprovecharlo, dando el golpe exacto a menos de dos meta para alzarse con la victoria y el liderato. Y no fue nada fácil en un día de continuo sube y baja por las estrechas carreteras británicas atestadas de público.

Eran 201 kilómetros, con salida en York. Pronto se formó la escapada del día con 7 ciclistas, con un español, David de la Cruz, dando presencia a su equipo, el NetApp. Aguantó el grupo hasta que a falta de 60 km a meta fueron cazados y comenzaron las hostilidades. Con más miedo que ganas, Sky ponía el ritmo para mantener a su líder entre las primeras posiciones. Ya habían comenzado las primeras cotas, y sólo aguantaba el francés Biel Kadri de la escapada del día. Por detrás saltaron otros como Nicolas Edet, Tony Martin o Thomas Voeckler, ilustres del pelotón, pero incapaces de atrapar al galo.

Cannondale ponía también el ritmo para el eslovaco Peter Sagan. Pero no fue hasta los últimos 34 kilómetros cuando se rompió el pelotón. El equipo estadounidense Garmin puso ritmo para Talansky, el hombre que venía de derrotar a Contador y Froome en la carrera previa francesa, la Dauphiné. En esa subida el pelotón saltó por los aires, rompiendo al gran paquete en multitud de unidades. El maillot amarillo tras el triunfo de ayer, el alemán Marcel Kittel, y Joaquim Rodríguez, se quedaban ya cortados.

Contador atacó a falta de 5 km a meta

Así fueron pasando los últimos kilómetros, hasta que otro francés, Pierre Rolland, valiente como ninguno, atacó en la penúltima cota. Buscaba su cota de protagonismo, nunca mejor dicho, mientras por detrás se miraban todos los favoritos. Contador tenía a un par de compañeros; Nibali a otros tres; e incluso Froome contaba con cuatro. Sólo Valverde aparecía sin ningún miembro del conjunto Movistar, hasta que Herrada se recuperó. Pero innecesario, en caso de algún problema mecánico o caída.

Quedaban menos de 5 a meta y Rolland fue cazado. Sagan se mantenía al acecho de sus compañeros del Cannondale, que querían poner ritmo para evitar ataques. Pero las rampas de más del 10 por ciento provocaron los primeros escarceos. Y de los grandes favoritos, el que primero dio la cara en este Tour fue el madrileño Alberto Contador. De pie sobre la bici, bailando sobre los pedales, asomó la cabeza y el primero que se pegó a su rueda fue Nibali. Tras él, el resto de favoritos, con Froome, Van Garderen y Valverde. Los capos aparecían, y estaban prácticamente solos, sin equipo.

Lo volvió a intentar por segunda vez el de Tinkoff, y de nuevo Nibali pegado a él. Más que buscar asestar un golpe en la general, Contador parecía querer mostrar su rueda, ser el señor de la carrera. Dar un golpe psicológico. Pero el británico corre en casa y no estaba por la labor de dejar que así fuera, así que a 200 de coronar, fue el propio Froome el que atacó, con Contador pegado a él. Incluso aguantaba Sagan, el gran favorito a llevarse a la victoria.

Nibali sorprendió en el momento justo

El propio eslovaco quiso dirigir la bajada a meta, donde se vivió uno de los mejores momentos de los últimos años del Tour de Francia. Sin que sea una subida la que decida el ganador, entre todos los que aguantaban en el grupo de cabeza, apenas 21 ciclistas, se iban a jugar la carrera. Por un momento parecía que Andy Schleck recuperaría su mejor versión. Se dejó al final algo más de un minuto, pero hasta la última subida, un hombre perdido para la causa del ciclismo volvió a dejarse ver.

Pero los que aparecían eran Van Garderen y Van Avermaet, compañeros del BMC, que junto a Sagan y Fuglsang, compañero de Nibali en Astana, eran los que ponían los ataques. Valverde veía en este final una gran oportunidad para conseguir una victoria. Era de los más rápidos del grupo, y se mantuvo atento vigilando la rueda del gran favorito, el bicho Sagan. Pero sin compañeros, era complicado asumir la función de tirar por detrás.

Nadie iba a realizar un esfuerzo de más, con todo lo que queda de Tour por delante. Pero siempre hay uno que disfruta siendo valiente y atacando. Podio hace dos años en el Tour, y ganador de la Vuelta a España y del Giro de italia, Vincenzo Nibali saltó a menos de dos a meta, en la salida de una curva. Inteligente, sabiendo que nadie llevaría ayuda para tirar a por él, puso la directa y llegó a meta. Tan sólo se le ocurrió mirar atrás a falta de 100 metros, para ver el margen que tenía para celebrar. Su mánager, el kazajo Alexander Vinokourov, le había reprendido por llevar una temporada escasa en cuantos a resultados. Y en una semana el tiburón ha contestado, y de qué forma. Ganó el campeonato nacional italiano, y ahora se ha hecho con su primera etapa del Tour de Francia. Victoria y liderato, que no tendrá mucho interés en defender por cuanto es desgastar a su equipo. Pero ya tiene algo ganado. Además, una pequeña renta de dos segundos sobre los demás favoritos, Contador, Froome y Valverde, que llegaron juntos. Segundo en el sprint del grupo fue el belga Van Avermaet y tercero el polaco Kwiatkowski.

Es sólo la segunda etapa y los grandes favoritos ya han enseñado algunas cartas. La próxima cita importante llegará en Bélgica, con el pavés de las carreteras del norte. Ahí puede que alguno se deje el Tour. De momento, un tiburón ya ha dado su primer mordisco.

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