Es el centenario del comienzo de la I Guerra Mundial. Es la edición número 101. Arranca desde Inglaterra, en Leeds. Se pasa por tramos de pavé. Los Pirineos marcan la montaña. Si sumamos todos estos condicionantes y los metemos en un cóctel, nos encontramos con que el Tour de Francia de este año cumple, una vez más, los requisitos para dejar a miles de españoles sin siestas. Y si a eso añadimos que Alberto Contador parte como gran favorito, la ronda gala gana en trascendencia.
Pero no será nada fácil. Precisamente, desde el Reino Unico viene su peor enemigo. Chris Froome, campeón el año pasado, y que es el hombre a batir. No es el mismo que el de hace un año. Su aproximación a lo largo de la temporada ha dejado más oscuros que claros y parece alcanzable. Sobre todo por un Alberto Contador que este año ha estado más centrado en lo deportivo, y todas sus miradas han ido dirigidas a su gran objetivo del año. Sin embargo, el madrileño no podrá contar con su escudero de la pasado edición, el checo Kreuziger, inhabilitado por anomalías con su pasaporte biológico.
No sólo son Contador y Froome
Pero los de Contador y Froome no son los únicos nombres a seguir. También hay otros a los que habrá que estar muy atentos. Sobre la mesa, Nibali y Valverde aparecen en un segundo escalón de favoritos. El italiano está haciendo una temporada muy por debajo de lo esperado en él, pero se ha recuperado conquistando el campeonato de Italia en ruta. El murciano, por su parte, acude a Leeds sabiendo que la de este año es su última oportunidad, ante el empuje de Nairo Quintana. Entre ellos dos debería estar el tercer escalón del podio.
Pero a poco que se despisten, pueden aparecer otros nombres con opciones. Destacan dos jóvenes estadounidenses, Talanksy, que viene de conquistar Dauphiné ante Contador y Froome; y Van Garderen. Junto a ellos, Mollema, sexto el año pasado; Rui Costa, actual campeón del mundo y que por primera vez acude como jefe de filas; Van den Broeck, que como en el caso de Valverde, puede estar ante su última oportunidad; y después habrá que ver qué ocurre con otros como los franceses Rolland y Bardet, o el sorprendente Kwiatkowski. Incluso Purito Rodríguez, aunque éste advierte que no luchará por la general, sino por conquistar alguna etapa.
También habrá duelo por el maillot verde de la regularidad. Cavendish frente a la dupla alemana Kittel-Degenkolb, con permiso de Greipel y de Sagan, el bicho capaz de ganar en casi cualquier terreno.
El temido pavé llega en la quinta etapa
Y es que terreno hay para todas las características. No sólo montaña. También encontramos días de sprint, e incluso tramos de pavé. Será en la quinta etapa, con final en Arenberg Porte du Hainaut. Un recorrido más propio de la París-Roubaix que del Tour de Francia. Más de 15 kilómetros rodando sobre piedras, sobre el temido adoquín. Está dentro de esa primera semana de Tour en la que no se gana, pero más de uno puede decir adiós. Semana de tensión, nervios, lucha por coger los primeros puestos de cabeza...todo ello provoca caídas. Pero el que salga vivo todavía tiene mucho por recorrer.
La montaña se centra en los Pirineos
Vosgos y Alpes serán un aperitivo para los que les espera en la última semana. Este año, en esa alternancia que maneja la dirección de la ronda gala, los Pirineos serán los que dicten sentencia. Destacan dos etapas, la 17ª, con final en Pla d'Adet, y tres puertos previa de primera categoría, como el Portillon, el Peyresourde y Val Louron. Es una etapa que asusta en el perfil, y que da mucho miedo, teniendo en cuenta que al día siguiente hay un nuevo final en el alto.
Es en Hautacam, donde se han escrito algunas de las mayores hazañas de esta carrera. Y finaliza ahí, previo paso por el Tourmalet, otro con mayor mitología. Muchos tienen ese día señalado en rojo. El día en el que toda la carrera puede dar un vuelco, ya que, como la anterior, es una etapa corta (124 y 145km, respectivamente) en la que se rodará muy rápido. Antes habrán tenido otros tres finales en alto, pero todo se decidirá en estos días finales.
Y más si a esa semana añadimos la única crono de esta edición, en la penúltima etapa. Son 54 kilómetros, y para nada llanos, de continuo sube y baja. La última crono siempre es para los más fuertes de la carrera. Y en esta edición, todavía más.
Acuden 20 ciclistas españoles
En cuanto a la representación española, el pelotón y las cunetas galas echarán de menos a los aficionados vascos, con sus camisetas naranjas. Será la primera edición sin el Euskaltel desde su desaparición. Esto provoca que la cifra de ciclistas españoles se quede reducida a sólo un equipo, el Movistar Team, y que en total haya 20 corredores nacidos en nuestros país. Seguro que los pocos que están darán qué hablar. Contador, Valverde, Purito, Izaguirre, Zubeldia, Maté... Todos ellos aparecerán en alguno u otro momento.
Pero la gloria final está reservada para uno sólo. Y si nadie lo remedia, o un madrileño o un británico serán los que rían últimos. Con permiso de un italiano y un murciano. En honor a aquellas trincheras que se formaron con motivo de la I Guerra Mundial, el Tour prepara montañas de combate, donde los héroes visten ropa ajustada y atacan sobre los pedales. Así es el Tour de 2014.