Jeff Bauman esperaba junto a la línea de meta del maratón de Boston la llegada de su novia Erin. Se habían conocido un año atrás y el propio Jeff la había animado a correr la prueba en su ciudad. Mientras hacía tiempo y veía llegar a otros participantes entre la multitud que se arremolinaba junto a la meta, sintió cómo en un segundo su vida dio un vuelco por completo.
Bauman aún recuerda a la persona que se acercó a él en medio del aturdimiento y le colocó en una silla de ruedas para salir corriendo entre gritos de espanto y de dolor. Dos fuertes explosiones sacudieron Boston y conmovieron al mundo. Las bombas dejaron tres fallecidos y 264 personas resultaron heridas, pero la imagen del atleta subido en aquella silla de ruedas sin una pierna y con la otra seriamente dañada, se convirtió en el icono del día que el deporte se tiñó de rojo en Boston.
Varias operaciones después, Bauman comenzó la recuperación de la amputación de sus dos piernas y el reto de comenzar a escribir una vida completamente distinta a la que tenía antes de aquel 15 de abril de 2013. Ha pasado un año desde aquel día y este lunes tendrá lugar una nueva edición del maratón entre excepcionales medidas de seguridad, que incluyen un sofisticado sistema de videovigilancia, 50 puntos de vigilancia policial y un gran despliegue de efectivos sanitarios.
Nueva vida
Convertido en el símbolo de lo que sucedió aquel día, Bauman ha decidido encarar su nueva vida con el mejor de los ánimos. En estos doce meses ha aprendido a vivir sin sus dos piernas, a manejarse con la silla de ruedas y a superar largos días de rehabilitación. Ha encontrado un nuevo motivo para vivir, tras comprometerse con su novia Erin y hacer público que en julio serán padres por primera vez. Incluso ha tenido tiempo de reflexionar acerca de todo lo que ha sucedido, escribir un libro, "Stronger", y sentirse eternamente agradecido por el comportamiento de los ciudadanos de Boston.
"Incluso ahora, un año después, la gente me pregunta acerca de la foto. ¿Qué pienso al respecto? ¿Me molesta? La respuesta honesta es no. Eché un vistazo a la foto una vez, alrededor de una semana después del atentado. Supe de inmediato que nunca la vería de nuevo. Nunca lo he hecho y creo que nunca lo haré. Una parte de mí, supongo, desea que la imagen nunca se hubiera tomado. Me gustaría que mi madre no me hubiera visto de esa manera. Ojalá yo no fuera la cara de las víctimas, pero no estoy enfadado. En absoluto. Tengo mucho trabajo que hacer todos los días para volver a mi vida normal. No puedo seguir mirando hacia atrás", afirma en un artículo en el diario británico The Guardian.
Se había planteado rememorar ese día cumpliendo el objetivo de volver a correr la prueba este lunes. Pero todavía no es capaz de manejarse con soltura con las prótesis y ha decidido apartarse, quedarse en casa pintando la habitación de su bebé, y pasar el día con su familia, alejado del foco de atención que le ha convertido en el icono del atentado.
"Además, la fotografía no es lo que la mayoría de la gente piensa. No es una foto de las bombas. No muestra la explosión y no se muestra a alguien herido. Es una fotografía de rescate. Lo que dice es esto: dos perdedores ponen bombas, pero cientos de personas arriesgan sus vidas para correr en nuestra ayuda. Las personas que están conmigo en esa foto no son los malos. Ellos son los héroes, están salvando mi vida", asegura.