8 de agosto de 1992. Pasaban unos minutos de las ocho de la tarde. El Estadio de Montjuic rugía mientras se preparaba para ver una de las finales más míticas de la historia de los Juegos Olímpicos: la del 1.500, la prueba reina del medio fondo. Por la calle 1, con el dorsal 404, corría un soriano de 23 años llamado Fermín. Sí, era Fermín Cacho (Ágreda, Soria, 16 de febrero de 1969). Contra pronóstico, ese joven adelantó al keniano Chesire en la última recta y levantó los brazos como vencedor en la línea de meta, sabedor de que se iba a colgar la medalla de oro. Con él, vibraron otras 65.000 personas que abarrotaban el estadio. Fermín Cacho había hecho historia, convirtiéndose en un mito del deporte español.
Sólo el argelino Morceli le privó de repetir la hazaña de Barcelona cuatro años después en Atlanta'96, en una carrera en la que Hicham El Guerrouj, el mejor mediofondista de la historia, acabó por los suelos.
Oro en Barcelona'92 y plata en Atlanta'96. Son los mayores éxitos de uno de los personajes más carismáticos que ha dado nuestro país, leyenda viva de ese deporte tan sacrificado que es el atletismo. Pero no son los únicos. Cacho, que también se colgó el oro en el Europeo de Helsinki'94, se retiró de la competición en 2003, un año después de sufrir una meningitis y tras más de tres lustros en la elite.
Desde entonces, el soriano ha residido en Andújar (Jaén), la tierra de su mujer, donde ha sido concejal de Deportes y hasta presidente del equipo de fútbol de la localidad, el Club Deportivo Iliturgi. Hace un año presentó su candidatura a las elecciones de la Federación Española de Atletismo, aunque acabó formando parte de la de Vicente Añó, claramente derrotado por un José María Odriozola que lleva ya un cuarto de siglo en el cargo.
Consciente de los problemas que atraviesa el atletismo español, Cacho confirma a Libertad Digital su intención de volver a presentarse en los próximos comicios (2016), aunque de momento también tiene tiempo para otros quehaceres. Entre otras cosas, es imagen y embajador de GO fit, de la empresa deportiva Ingesport, además de asesorar a prestigiosos atletas como Ruth Beitia, Álvaro Rodríguez, Carlos Alonso, Jesús España y Antonio Reina.
Aprovechando su estancia en Madrid para acudir a la presentación del documental sobre su amigo Martín Fiz, el exdeportista soriano recibe a este redactor y al fotógrafo David Alonso en un céntrico hotel de la capital, situado a pocos metros de la estación de Atocha. Se percibe en Fermín cierta prisa por coger el tren para regresar a Andújar junto a su familia, pero saca un hueco para atender, con la sencillez y la humildad que le caracterizan, las preguntas de este periódico.
Entrevista a Fermín Cacho
Pregunta: ¿Cómo empezaste en el atletismo? Supongo que no tendríais muchas facilidades en Ágreda...
Respuesta: Lo que se dice facilidades, ninguna y muchas en el aspecto de que no había instalaciones ni pistas de atletismo concretas, pero sí algo que existió, existe y existirá siempre que es el campo. Es un pueblo pequeño y sales a jugar a la calle todos los días. Como muchos niños de este país, yo empecé jugando al fútbol. Era lo más fácil. Luego mi colegio se inscribió en los juegos escolares e hicieron una prueba de cross para representar al colegio en la que estaba yo.
P: Con Celestino Laseca, ¿no? Pero tengo entendido que era un profesor de matemáticas y no de gimnasia...
R: Sí, fue mi descubridor. Efectivamente, era profesor de matemáticas y física. Lo que pasa es que en aquella época, lo de los profesores era muy vocacional: al que le gustaba el deporte, se involucraba mucho en el deporte. Ocurría también con el ajedrez. Eran otros tiempos. Quizá falte esa vocación ahora. Con todos los recortes que tenemos, la gente piensa: 'Yo tampoco me voy a involucrar más. Pero bueno, esa es otra historia... El caso es que empecé ahí, en esos juegos escolares representando a mi colegio, el Santa María de Jesús. Esos fueron mis comienzos en el atletismo. Estuve toda la vida en Ágreda y luego vino Enrique...
P: Hablas de Enrique Pascual, tu entrenador de toda la vida. ¿Cuándo comenzó tu relación con él?
R: Prácticamente desde el comienzo. Él era profesor de educación física en el instituto. Nos conocíamos porque, aparte de ser profesor, estaba también contratado por el Ayuntamiento para organizar todo el deporte de Ágreda, para llevar el polideportivo. Lo conocía de ahí, de ir al polideportivo a jugar al fútbol sala. Ahí empezó nuestra relación. Empecé en el mundo del atletismo a los 13 años y a los 16 me fui a Soria a vivir con Enrique Pascual y con Abel (Antón).
P: Imagino que aquellos entrenamientos en Ágreda se te harían durísimos con un frío tremendo, ¿no?
R: Allí los inviernos son muy duros. Mi pueblo está a 950 metros de altitud, justo en la falda del Moncayo. Pero luego el cuerpo se acostumbra a todo, somos mucho más fuertes de lo que nos imaginamos. Luego me fui a Soria, donde evidentemente también hace mucho frío, pero es una ciudad muy tranquila, de apenas 40.000 habitantes, y en un deporte individual lo que necesitas es tranquilidad. Puedes ir a todos los sitios andando y ahora mismo hay muy buenas instalaciones deportivas. Tienes tranquilidad y el bosque para poder correr. Eso es fundamental. Luego, si hace frío, pues te abrigas y ya está, no hay ningún problema. Parece que le tenemos miedo al frío. Luego en verano hace mucho calor. Pero no pasa nada, todo es acostumbrarse, el cuerpo se adapta a todo.
P: ¿Por qué decidiste especializarte en el medio fondo?
R: Yo siempre he hecho medio fondo viniendo del fondo. Hacía cross: era resistente y rápido. El medio fondo, además, estaba de moda en España: quieras o no, teníamos unos referentes como José Luis González y José Manuel Abascal. Y a partir de ahí, prácticamente siempre he hecho el 1.500.
P: Una disciplina que te ha dado un montón de éxitos...
R: Sí, pero no todo han sido éxitos porque alguna que otra vez también acababa último. Por ejemplo, en mi primer Europeo júnior, en 1987 en Birmingham, acabé último en aquella final. Fue mi primera experiencia internacional.
P: Pero luego enseguida llegaron las medallas, ¿no?
R: El año siguiente había Mundial en Canadá (Sudbury’88) y fui tercero tras (Winfred Oanda) Kirochi, que ganó la carrera, y (Noureddine) Morceli. Venía de ser último en Birmingham, pero me dije a mí mismo: 'Bueno ya está, no pasa nada, hay un Mundial. Lo he hecho muy mal y he quedado el último'. No empecé a fustigarme y a decir: 'Qué malo soy'. Son cosas que ocurren y se acabó.
P: Por aquel entonces llevabas ya unos cuantos meses preparándote para Barcelona'92, desde que en octubre de 1986 se conoció que le daban los Juegos a España. ¿Ya soñabas con ganar una medalla olímpica?
R: Al principio no sueñas con una medalla. Cuando me enteré de que salió Barcelona, lo primero que pensé fue: 'Yo quiero estar allí en los Juegos'. Ya te marcas un objetivo. Según iba pasando el tiempo, ya no me conformaba con estar. Quería estar y llegar lo más lejos posible. En el 89 fue cuando empecé a pensar que quería ir a Barcelona para ganar.
P: Porque a Seúl no llegabas, ¿no?
R: Fue el mismo año del Mundial de Sudbury y no hice mínima para los Juegos Olímpicos. Era todavía muy joven (19 años).
P: Y la década de los 90 comenzó francamente bien para ti, ganado la medalla de plata en el Europeo indoor de Glasgow’90 y en el Mundial en pista cubierta de Sevilla’91. Y al año siguiente, los Juegos de Barcelona. ¿Cómo afrontaste los días previos a tu participación en aquella final? ¿Estabas nervioso?
R: Los nervios hay que dejarlos aparte. Cuando has entrenado bien y has hecho todo tu trabajo para poder llegar bien, todo lo que depende de ti ya lo tienes trabajado.
P: ¿Te veías entonces en plenitud?
R: Sí. Primero corres una eliminatoria, dos días después las semifinales y luego la final. No te da tiempo a pensar mucho porque estás compitiendo prácticamente todos los días. Compites y te olvidas un poco de todo lo demás. Insisto en que lo que has hecho y has trabajado, ya depende sólo de ti y no puedes hacer nada más. Hay otros factores: que si te caes o pisas fuera... pero esos no los controlas. Lo cierto es que muchas veces había visualizado cómo podía ser la carrera...
P: Tú querías que fuera rápida y luego acabó siendo todo lo contrario...
R: El caso es que eso lo visualizas antes y piensas cómo vas a correr en función de si la carrera es rápida o lenta. Cuanto más claros tengas esos conceptos, luego es mucho más fácil cambiar el chip.
P: Y cuando llegó el día de la final, aquel 8 de agosto de 1992, ¿qué es lo que hiciste?
R: Hice lo de siempre: entrené por la mañana, comí y me fui a dormir una hora y pico. Cuando me levanté fui para el estadio. Llegué allí sobre las seis de la tarde y lo primero que hice fue subir a la grada para ver el ambiente. Después me fui a la pista de calentamiento. Yo corría a las 20:15 y a las siete ya me puse a calentar. Hay muchas llamadas, entre que te revisan la mochila, los clavos, el dorsal... se pasa el tiempo y hay que empezar a calentar antes para hacer progresivos.
P: En la final había dos españoles: Manuel Pancorbo y tú. ¿Hablaste antes con él? ¿Os dijisteis algo en especial?
R: No. Nos deseamos suerte y ya está. Cuando estás centrado en lo tuyo, aunque haya más españoles y todas esas cosas, se trata de un deporte individual y sales a ganar. Entonces, ¿qué labor de equipo se puede hacer? En un deporte individual no se puede hacer labor de equipo, todos quieren ganar. El ciclismo, por ejemplo, también es individual, pero es más equipo que el atletismo porque hay gente dedicada a ayudar a los jefes de filas. Pero en nuestro deporte no ocurre eso. Se da el pistoletazo de salida y eres tú solo contra todos. También contra Manuel.
P: Precisamente quería preguntarte por el momento en que se dio el pistoletazo de salida. ¿Qué pensaste entonces?
R: Ahí ya no piensas nada, sales a correr y estás viendo a los que tienes delante de ti. Escuchas la respiración de los atletas, el ruido que hacen apoyando en la pista con los clavos. Ahí ya tratas de ver cómo va a ser la carrera, si va a ser rápida o va a ser lenta. Sales a correr, observas a la gente cómo respira, cómo bracea, si la pisada es más pesada o más ligera. Desde luego que también se oye a la gente gritar desde la grada, pero tú tratas de ir atento a lo que estás haciendo. Pero sobre todo vas observando. Tú tienes una idea de cómo quieres que sea la carrera, pero también hay otras once personas que van a lo mismo que tú, pensando todo lo contrario a lo que tú estás pensando, y quieren adelantarse a lo que tú vas a hacer. Intentas adivinar lo que piensan los demás para tratar de anticiparte, eso descoloca mucho. Pueden decir: 'Esto lo quería hacer yo y me lo han quitado'. La gente corre. Y se nota porque unas centésimas son dos o tres metros...
P: Estuvo el keniano Joseph Chesire todo el rato tirando en cabeza, pero la carrera iba a un ritmo lentísimo, más lento aún que la final femenina...
R: Sí, las dos primeras cuerdas fueron muy lentas pero luego se corre mucho al final. Se quedó Chesire atrás y le adelantaron (Rachid) El Basir y (Mohamed) Suleiman. Lo cierto es que Chesire no era muy rápido. Podías llegar con él al final de la carrera y ganarle siempre. Le costaba esprintar y había gente más rápida que él. Si llegabas a un final con él, le ganabas seguro. Recuerdo que yo iba sexto por la cuerda, que es por donde menos metros se corre, te quita unos 3-4 metros, y tenía claro que todo el mundo se empieza a unir por la derecha siempre porque nadie adelanta por la cuerda. Entonces, cuando llegas, todo el mundo se iba a la derecha y me dejaron toda la calle para no tener que pegarme con nadie. Faltando 200 metros, cuando vi el hueco, dije: 'Por aquí paso yo'. Ahí sí que no me lo pensé: a tirar hasta que llegara el final y que sea lo que Dios quiera. El que me quiera ganar, va a tener que correr mucho más que yo.
P: ¿En qué momento te veías campeón olímpico?
R: A falta de 80 metros. Lo único que pensaba es que algo muy malo me tenía que ocurrir para no ganar: o me tenía que caer o me tenía que dar un yuyu.
P: ¿Cómo fue la sensación de cruzar la meta primero y escuchar rugir a todo el estadio?
R: Hay dos sensaciones: una, la que comentas, que es una sensación que es para ti; y dos, cuando das la vuelta de honor al estadio con la bandera de tu país. Esa sensación de ofrecer el triunfo a la gente, diciendo 'gracias por haber venido'. Todo lo que he luchado se ha visto recompensado...
P: Y luego subiste al palco para saludar al Rey. ¿Cómo te sentiste en aquel momento?
R: Si te digo la verdad, yo estaba ahí más nervioso que antes de la carrera. Cuando subía por las escaleras de tribuna iba pensando: 'A ver cómo tengo que tratar yo ahora al Rey. Majestad o tal, ¡yo qué sé!'. Entonces estaba ahí mucho más nervioso... ¡pero que sea lo que Dios quiera! Aunque te cambias después de la carrera, aún estás sudando para después salir otra vez al estadio. Estaba también el control antidoping y fue un lío. Así que nada, subí allí, el Rey me dio un abrazo y me dijo: 'Enhorabuena, Fermín'. Entonces pensé: 'A tomar por culo, ya se han roto todos los protocolos' (Risas). Luego, cuando me presentó a la Reina, dije: '¿Y ahora qué hago?' Me plantó dos besos... ¡a tomar viento! Ahí sí que estaba nervioso, pero también digo una cosa: cuando haces las cosas con naturalidad, la gente luego te lo agradece.
P: Imagino que tendrías fiestas en Barcelona, en Soria con tu gente...
R: Bueno, no creas que hubo tanta fiesta. Corrí un sábado, estuvimos en la ceremonia de clausura el domingo y el lunes nos fuimos para Soria. Allí nos hicieron un recibimiento y luego más tarde en mi pueblo, en Ágreda. Yo creo que esos fueron todos los festejos porque tres o cuatro días después volvía a competir en Zúrich. Había ganado el oro en Barcelona, pero la temporada no terminaba ahí. Terminábamos el 15 de septiembre y todavía quedaban muchas cosas por hacer. Hubo uno o dos días en los que ni entrenábamos ni nada porque andábamos de un sitio para otro...
P: Ya pasados los JJOO de Barcelona, a pensar en más campeonatos, como Mundiales, Europeos...
R: Yo siempre he dicho que cuando terminas una carrera, eso ya pertenece al pasado, ya es historia y no se puede hacer nada más. Hay que empezar a mirar el futuro. Dices: ¿Mundial? Pues a por el Mundial. Hay que entrenar para ser el mejor del mundo. Si entrenas para eso y te lo crees, podrás ser el mejor del mundo y, si no, segundo, tercero, cuarto... Pero como entrenes pensando en que te conformas con estar en una final, lo más probable es que nunca llegues a estar en una final. Yo siempre me marcaba esos objetivos, pensando en lo que había el año siguiente: en 1993 el Mundial, en el 94 el Europeo...
P: Y conseguiste medalla en esos dos campeonatos: plata en el Mundial de Stuttgart'93 y oro en el Europeo de Helsinki'94...
R: Sí, pero luego vino el 95 y fue quizá mi peor año: quedé octavo en el Mundial de Goteborg. ¡Ahora con un canto en los dientes nos tenemos que dar! He estado siempre en las finales de todos los grandes campeonatos, pero porque mi objetivo siempre era ser el mejor del mundo, no conformarme con llegar a las finales.
P: Y pasado 1995, llegó ese otro gran éxito de Fermín Cacho como fue la plata de Atlanta’96. Ya con Hicham El Guerrouj en aquella final...
R: Sí, lástima que se cayera El Guerrouj. Es lo que hablábamos antes: hay cosas que tú puedes controlar, pero los accidentes no puedes. Se cayó delante de mí cuando faltaban 400 metros, y en el momento en que se te va una persona (Morceli), luego es muy difícil recuperarle porque era un segundo y pico. Para mí fue impresionante aquella carrera, yo le doy muchísimo valor a aquella plata en Atlanta. La plata y el oro de Barcelona no fueron fruto de la casualidad, fueron fruto de un trabajo de muchísimos años. Esa medalla tiene tanto valor o más que la de Barcelona. Son diferentes metales, aunque se mire mucho el color de la medalla, pero para mí Atlanta fue el colofón, la confirmación de que lo de Barcelona no había sido fruto de la casualidad. Parece que por ser el país organizador, como que te regalan las medallas y eso no es cierto. O te la currabas durante mucho tiempo o no te quedabas ni a las puertas. Para mí Atlanta fue importantísimo.
P: Siempre hablamos de Barcelona’92 como el mayor éxito del deporte español en unos Juegos Olímpicos, pero Atlanta tampoco estuvo nada mal...
R: Se consiguieron cinco medallas menos que en Barcelona (22 por 17). Fue una época buenísima para el atletismo y para el deporte español en general. Si en Barcelona despegó el deporte en España, en Atalanta fue la consolidación, el despegue total. Muchos de nuestros grandes deportistas vivieron aquellos Juegos de Barcelona y de Atlanta. Era un período difícil, pero a España se la veía con una motivación especial a nivel deportivo. Cambió muchísimo el carácter de los españoles, fue cuando la gente empezó a meter más a los nenes a practicar deporte. Hubo también una revolución en la mujer: antes parecía que estaba mal visto que la mujer practicara deporte, pero empezó a hacerlo y se consiguieron muchísimas medallas femeninas. Aquello fue un boom, nos sirvió para situarnos donde estamos ahora a nivel deportivo.
P: Volviendo a la final del 1.500 en Atlanta y a la caída de El Guerrouj... fue porque pisó la zapatilla de Morceli, ¿no?
R: Yo ahí ya no lo sé. Ocurrió y ya está. Soy amigo de Hicham. Siempre me he llevado bien con él, mejor que con Morceli, que siempre ha sido más distante. El Guerrouj y yo nos vemos mucho y nos contamos muchas cosas. Vamos a dejarlo en que tropezó y ya está. Él se equivocó, intentó adelantarle, tropezó y cayó. Y lo dejamos ahí (Risas).
P: ¿Crees que si no se hubiera tropezado El Guerrouj se habría planteado otra carrera en la que tal vez incluso podrías haber ganado el oro?
R: Hicham y yo lo hemos hablado muchas veces y estamos convencidos de que si él no se cae en aquella final, Morceli no gana el oro. Seguro. Nos lo hubiésemos jugado entre El Guerrouj y yo, y posiblemente yo no hubiese sido segundo.
P: O sea, que sí habrías ganado el oro...
R: Estaba bien colocado para ganar, pero las cosas ocurren y no hay que darle más vueltas. Al final te quedas ahí y ya está, ¡qué le vamos a hacer! Lo hemos hablado muchísimas veces: si El Guerrouj no se cae, Morceli no gana el oro. Ni el oro ni la plata. Habría quedado tercero porque le sacaba bastante ventaja al cuarto; pero ganar, no hubiese ganado. Eso seguro.
P: Barcelona y Atlanta fueron los mayores éxitos de tu carrera deportiva, pero en 1997 también conseguiste el récord de Europa con una marca de 3:28.95...
R: Y ha sido récord de Europa durante 16 años, hasta que Mo Farah me la quitó en julio del año pasado en Mónaco (3:28.81). En cualquier caso, con El Guerrouj y Morceli se vivió una época de esplendor del medio fondo mundial. Se corría muy rápido y había mucha competitividad. Pero luego nos llevábamos muy bien fuera de la pista. En aquella reunión de Zúrich yo hice 3:28.95, pero El Guerrouj hizo 3.28.91. Yo hice récord de Europa y él, récord de Marruecos.
P: Luego estuviste compitiendo al máximo durante un par de años más, consiguiendo más éxitos –entre ellos el bronce en el Europeo de Budapest’98-, hasta que te retiraste definitivamente en 2003 tras haber sufrido una meningitis un año antes...
R: Yo siempre he dicho que en el mundo del deporte te retira la edad, una lesión o una enfermedad. No fui a Sydney 2000 porque estaba un poco tocado del tendón de Aquiles y dije que para ir de vacaciones no iba, que fueran otros que pudieran competir. Y como dices, en 2002, entrenando en Castellón para preparar el Europeo de ese año en Múnich, sufrí una meningitis. Cuando me recuperé dije: 'Se acabó, no quiero saber nada del deporte de alta competición'. Se lo dije a mis padres y a mi mujer, les dije que lo que tenía que conseguir, ya lo tenía y que era muy difícil que lo volviese a repetir. Lo pasé francamente mal y ahí decidí que la alta competición se había acabado.
P: Y desde entonces, hace ya más de diez años, siempre has seguido vinculado al mundo del deporte, ¿no?
R: Sí, pero desde otra perspectiva. Estuve compitiendo al máximo nivel durante 16 años, desde 1987 a 2003. Y entonces dije: 'Se acabó'.
P: Estuviste trabajando en la Federación tras tu retirada, ¿no?
R: Mi vínculo con la Federación ha sido de ayuda, de intentar aportar cosas. Siempre he ido con el equipo a los campeonatos tratando de estar ahí y aportar experiencia y tranquilidad a la gente que va a competir. La gente tiene que estar tranquila. Y el año pasado decidimos (con Martín Fiz) presentarnos a las elecciones de la Federación...
P: Enseguida te pregunto por ello, pero antes quería conocer cómo fue tu etapa como concejal de Deportes en Andújar, el pueblo donde vives desde hace diez años...
R: Sí, fui concejal. Pero siempre en la oposición, nunca gobernando. Fue una etapa ni buena ni mala, pero en la que sí aprendí muchas cosas. Me fui decepcionado con la política. Yo no veo la política como si fuese una guerra entre dos equipos de fútbol, Madrid y Barcelona, que lo que hace uno, el otro tiene que estar en contra. La política tiene que ser mucho más democrática y abierta. Lo tengo muy claro. Y encima en una concejalía de Deportes y en un pueblo como Andújar. Creo que se pueden hacer muchísimas más cosas. Lo digo siempre: para hacer cosas no se necesita dinero, se necesitan ideas, iniciativa y trabajo para poder desarrollar esas ideas. Si no hay dinero no se hace. ¡No! Hay muchísimas cosas que se pueden hacer.
Si un grupo propone hacer algo que puede ser bueno para la ciudad, ¿por qué de repente los demás tienen que votar en contra? Eso no lo entendía. Me he llevado muchos varapalos, pero era lo que yo no entendía. La política tiene que ser democrática y más abierta y que... ¡leches, que no puedes jugar con los sentimientos de las personas! Yo a ti te doy mi confianza para que gobiernes, pero no me putees.
P: Y el año pasado, como decías, presentaste tu candidatura a la presidencia de la Federación Española de Atletismo...
R: Odriozola para mí ha sido un buen presidente, pero veía que tenían que cambiarse cosas.
P: ¿Mantienes relación de amistad con él?
R: Sí, sí. Hay que olvidarse del "si no estás conmigo, eres mi enemigo". Así no podemos vivir. Hay que separar lo personal de lo profesional, no tiene nada que ver. Profesionalmente cada uno quiere una cosa, pero personalmente no tenemos por qué tirarnos los trastos. Odriozola y yo nos llevamos bien y hablamos de eso. Jamás en la vida pensó que pudiera ser su rival en unas elecciones de la Federación. Creo que eso le rompió los esquemas. Pero seguimos hablando y tenemos buena relación. Y él ya sabe que seguramente me vuelva a presentar a las próximas elecciones en 2016.
P: ¿Y qué has aprendido de esa primera experiencia como candidato a la presidencia de la Federación de Atletismo?
R: He aprendido varias cosas, pero sobre todo que en la vida hay que ser más valiente y no casarse con todo el mundo ni ser falso. ¡Si luego se acaba sabiendo todo! Las cosas hay que hacerlas porque quieres hacerlas. Hay que tener las ideas claras, saber qué es lo que quieres aportar.
P: Tengo entendido que desde hace casi un año trabajas también para una empresa española relacionada con el mundo del deporte...
R: Así es, actualmente soy embajador e imagen de GO fit, los centros deportivos que gestiona Ingesport, que es una empresa española muy vinculada con el mundo del deporte. Este año (diciembre de 2013) hemos hecho un equipo de atletismo. Tenemos a gente como Ruth Beitia, sin duda nuestro mayor exponente, pero también tenemos otros cuatro atletas muy buenos como Álvaro Rodríguez, Carlos Alonso, Jesús España y Antonio Reina. De una forma u otra, les hemos devuelto la ilusión por competir. La situación no era fácil para ellos porque no encontraban equipo: ahora no hay becas, tras estos recortes grandísimos, y cuesta mucho más conseguir el dinero. El retorno que tenemos es que levan GO fit.
Ahora mismo Antonio Reina está lesionado, Álvaro Rodríguez estaba muy tocado psicológicamente... ¡había que darle un pequeño repaso de tornillos! Es un buen chaval que ha corrido en 3:34. ¡Un tío con esa marca! Ahí hay un problema y teníamos que buscarlo. Se lesionó, tuvo problemas y teníamos que solucionarlo. Tenemos también a Jesús España... Pero no nos paramos ahí, queremos ser mucho más grandes. Con poco se puede hacer mucho.