Era su sueño. Acceder a los campeonatos estatales de atletismo de Kentucky. Para ello, debía ganar la carrera que estaba a punto de disputar, y para la que se había preparado duramente en los últimos meses. Sin embargo, cuando llegó el momento, se encontró con un obstáculo con el que no contaba, y que chocaba de frente con sus convicciones religiosas: el dorsal que debía portar era el número 666.
"No quiero arriesgar mi relación con Dios. Me pongo enferma sólo de pensar que mi nombre está asociado a ese número", declaraba Codie Thacker, la atleta, refiriéndose a un número que, según la Biblia, representa a la bestia.
Thacker y su entrenadora intentaron por todos los medios que las autoridades le cambiaran el dorsal, pero, tal y como afirma Eurosport, no le dieron la oportunidad. Entonces, la atleta decidió no formar parte de la prueba, anteponiendo su fe a su vida deportiva.