El primer participante español en el Tour de Francia no pudo ni terminar la primera etapa. Abandonó prematuramente. Sin embargo, su historia está cargada de tintes épicos. Porque cinco años antes de aquél día, se había quedado prácticamente sin los dos pies tras dos accidentes laborales. Se quedó literalmente cojo. Pocó después, llegó a ser dado por muerto y enterrado. Y para competir en la ronda gala, se desplazó desde Bilbao hasta París con su propia bicicleta. Entonces, el sentido del primer enunciado cambia radicalmente. El primer participante español en el Tour era un héroe. Vicente Blanco fue el primer gran ciclista español.
Una infancia complicada
Vicente Blanco nació en Deusto en 1884, y bien joven ya comenzó a trabajar para cumplir con las necesidades de su familia. Empezó de marinero, primero en la cocina de un barco, después de palero en las máquinas... recorriendo el mundo y dando lugar a un físico espectacular que más tarde le ayudaría en su carrera deportiva.
En 1904 tuvo que cambiar de trabajo. No sabía que su vida estaba a punto de transformarse por completo. Entró en una fábrica siderúrgica, La Basconia, y su jovialidad, su atrevimiento, y el alcohol, estuvieron a punto de acabar con él. Varias veces. Primero, por una apuesta con sus compañeros que terminó con Vivente cayendo desde una casa en construcción. Increíblemente, no se mató. Poco después, un año aproximadamente, una barra de metal al rojo vivo le entró de abajo a arriba por el talón, dejándole todos los músculos del pie izquierdo destrozados. Y menos de un año más tarde, en los diques de Euskalduna, los engranajes de una máquina le atraparon el pie derecho, haciéndole perder los cinco dedos.
Vicente Blanco ya era cojo. Tenía dos muñones en los pies. Pero eso no le importó para seguir practicando su gran pasión, el ciclismo. Con el dinero de la indemnización por sus accidentes compró una vieja bicicleta oxidada y sin ruedas que reparó como pudo. Y pese a unas primeras carreras desastrosas, no tardó demasiado en ganar su primer premio: 125 pesetas por ser tercero en una carrera en Vitoria.
Aún estaba a punto de vivir otra gran anécdota, con la que terminaría de ganarse a toda su gente. Con el dinero de aquel premio volvió a casa y pudo casarse, desapareciendo por un tiempo de la ciudad con su mujer. Llegó a surgir el rumor de que había muerto tras cortarse con una botella en un día de borrachera. La gente se apenó, pues era una persona querida, hasta que un día de celebración, con toda la gente en las calles, El Cojo apareció en bicicleta tocando con su flauta un popular pasodoble. La gente no daba crédito. Había nacido el ídolo.
Doble campeón de España
Poco después, en 1908, se desplazaba hasta Gijón para disputar el campeonato de España con una bicicleta que le había regalado un vecino. Y ganó a los mejores ciclistas nacionales. Aunque para ello tuvo que tirar de picaresca. A mitad de recorrido los ciclistas debían firmar en el control de paso. Cuatro ciclistas, entre ellos Vicente Blanco, llegaron escapados; y éste fue el primero en firmar, arrancando de inmediato y a toda prisa con la bicicleta. Cuando el siguiente corredor fue a firmar, se encontró con la punta del lápiz rota. Tuvieron que esperar a que el juez de control le sacara punta con una navaja para poder firmar y volver a arrancar, pero para entonces El Cojo ya estaba demasiado lejos.
No obstante, era el mejor, como demostró al año siguiente, cuando volvió a proclamarse campeón de España en Valencia, tras una carrera épica en la que aventajó en más de media hora al segundo clasificado. El Cojo, torpe para andar, volaba sobre su bicicleta, dejando a todo el mundo perplejo. A su vuelta a Bilbao, Vicente Blanco se encontró su propia imagen en la mayoría de escaparates de la ciudad. Su fama no paraba de crecer.
La empresa imposible del Tour
La historia con la gran ronda francesa comenzó después de imponerse con claridad en la Irún-Pamplona-Irún, una prueba de carácter internacional. Entonces, a Vicente Blanco se le metió en la cabeza que podía participar en el Tour de Francia, la gran ronda ciclista, aquella en la que hasta el momento ningún español se había atrevido a participar por el temor que infundaba a todos los ciclistas.
Espoleado por la Federación Atlétiva Vizcaina, El Cojo tomó la determinación de competir en la gran ronda gala. Los rumores sobre la misma, que afirmaban que era una amenaza para los ciclistas, quienes pasaban hambre y sed y padecían múltiples enfermedades no le frenó. Tampoco el espectacular, y casi criminal, recorrido que se había preparado para aquella edición, en la que por primera vez se subirían los grandes puertos pirenaicos: Aspin, Aubisque, Peyresourde, Soulor y Tourmalet). Aquello provocó que una cuarta parte de los inscritos se retirara antes de comenzar la prueba, pero no Vicente Blanco, que terminó de convencerse cuando leyó en los reglamentos de la carrera aquello de "el corredor sale solo a la aventura".
Así que hacia París marchó. Pero claro, como no había dinero, y ya demasiado había sido conseguir el suficiente para la participación, tuvo que hacerlo por su propia cuenta. Y al ciclista no se lo ocurrió otra manera que cubrir el camino entre Bilbao y París en bicicleta, con un zurrón con unos pocos mendrugos de pan y aún menos monedas. 1100 kilómetros a recorrer en cinco días si quería llegar a tiempo. Ahí había comenzado, sin duda, el Tour de Vicente Blanco.
Llegó el día de antes, y un mecánico español le proporcionó una bicicleta más ligera, de 15 kilos, para que pudiera arrancar la competición entre los isolés, aquellos ciclistas que iban solos, sin equipo. Debían buscarse la vida no sólo para terminar las etapas, sino también para comer, alojarse, solventar cualquier problema que les sucediera durante la carrera...
Así que al día siguiente, el 3 de julio, después de dormir mal y amanecer peor, Vicente Blanco se dispuso a afrontar su primera etapa del Tour. Aprovechó la salida para ver a los grandes ciclistas de la época, los Cruppelandt, Faber, Lapize o Garrigou, porque ya no los iba a ver más. Desde el comienzo se le escaparon. El bilbaíno no duró ni una jornada, en un Tour que quedó para la historia por el grito de "¡Asesinos!" que Octave Lapize profirió contra los organizadores cuando coronó Aubisque tras una etapa infernal en los Pirinieos.
Aunque Vicente Blanco no figura en la clasificación de aquella etapa, de París a Roubaix, el español asegura que sí había llegado al final, que había completado los 272 kilómetros. Fuera de control, eso sí. Achacó el fracaso a las averías, al cansancio, a las caídas...pero sobre todo a que "no pude hacer nada contra aquellas fieras bien alimentadas".
Final en soledad
El Cojo decidió regresar nada más terminar su experiencia francesa. Eso sí, en esta ocasión pudo hacer el camino en tren. Y al llegar a Bilbao fue recibido como un auténtico héroe. Aunque nunca más volvió a hablar del Tour, siguió compitiendo en España, adjudicándose diversas pruebas del norte del país, así como una tercera plaza en la primera Volta a Cataluña. Dejó la bicicleta en 1916, y con el dinero que había acumulado se inició en diversos negocios, todos ellos con malos resultados. Su vida terminó un 24 de mayo de 1957, a los 73 años, sólo y arruinado. Su vida, su destino, parecía tener ese final reservado para él. Su grandeza sobre la bicicleta, en cambio, no lo merecía.
Una aclaración
Por aquel entonces se consideraba a Vicente Blanco como el primer español que participó en el Tour de Francia, como en este escrito se ha seguido considerando, y como se aceptó durante casi un siglo. Pero recientemente la investigación de una revista belga con motivo del centenario de la prueba descubrió la figura de José María Javierra. Natural de Jaca, participó en el Tour en 1909 (un año antes, por tanto, que Vicente Blanco), pero nadie fue consciente de que era español. El motivo, porque llevaba desde pequeño en Francia, y participó con otro nombre: Joseph Habière. Cuando era pequeño su padre falleció, y su madre se lo llevó a él y a otros tres hermanos a Oloron, en los Pirinieos franceses, para empezar una nueva vida. Por tanto, Javierre se inscribió en el Tour con la nacionalidad francesa, aunque en realidad no la obtuviera hasta 1915, cuando se enroló a la Legión Extranjera para combatir en la Primera Guerra Mundial. Por lo tanto, cada uno puede interpretar de manera distinta quién fue el primer español que, oficialmente, participó en el Tour, si José María Javierra, o Vicente Blanco.