
Sin cambio de guión, el dúo técnico ruso, formado por Svetlana Kolesnichenko y Svetlana Romashina, ha vuelto a dar muestras de su calidad para conquistar la medalla de oro por delante de la pareja china y de la española, que invirtieron el orden establecido en el podio olímpico de Londres del verano pasado.
Si las Anastasias, Davydova y Ermakova, marcaron una época en la natación sincronizada, las Svetlanas están dispuestas a seguir el mismo camino. Con un ejercicio impecable, cargado de clase y de energía, Kolesnichenko y Romashina, sumaron 97,300 puntos y aventajaron a Tigting Jiang y Wenwen Jiang en 2,4 puntos y en 3,5 puntos a la pareja española formada por Ona Carbonell y Marga Crespí.
Las rusas encandilaron representando Michael Forever. Sin errores apreciables. Bordaron la técnica en una versión electrónica de la música de Michael Jackson. Ellas están a otro nivel, su dominio es incontestable, los rápidos acordes de la música se acoplaron a la perfección con la electricidad de sus movimientos. Acabaron por convencer al público y, sobre todo, a los jueces en una rutina de 2:29 minutos que supo a poco.
Por debajo de las rusas es donde siempre está la lucha. En esta ocasión entre las chinas y las españolas. Las asiáticas, terceras en los Juegos, cambiaron de componentes y la entrada de las gemelas Tingting Jiang y Wenwen Jiang, por Xuechen Huang y Ou Liu, les ha permitido subir un escalón en el podio. Las chinas, que no estuvieron favorecidas por el sorteo, puesto que nadaron por delante de España, ofrecieron una buena versión al ritmo de India Image. Perfeccionistas, su mecanicismo les permitió asegurar al máximo y llevarse la medalla de plata.