Estaba claro. O, mejor dicho, quedó claro cuando Martin Fiz se borró de la competencia, y Fermín Cacho, quien mejor encarnaba el cambio generacional que necesitaba el atletismo, se agregó a la plataforma de Vicente Añó, otro dinosaurio, 20 años vicepresidente de la Federación Española de Atletismo.
Así que, como era de esperar, José María Odriozola ha sido reelegido para el que será ya su séptimo mandato al frente de una Federación que sigue su cuesta abajo. 96 votos a favor -por 44 a Añó- así lo han querido.
De nada ha servido que el atletismo español pase por su peor momento histórico. De nada ha servido que en Londres acudiera la expedición más numerosa del deporte olímpico español sin que se obtuviera ningún éxito. El peor resultado desde Barcelona 92. Mucho se criticó a Odriozola por ello, pero él siempre se excusó en que la culpa era de los deportistas.
Como si nada tuviera que ver quien dirige todo el entramado; quien se supone que se encarga de los métodos y los procedimientos para promocionar el atletismo en España, de cada vez con menos licencias; de sus recursos económicos, cada vez más escasos; de su transparencia, cada vez más comprometida por el continuo tintineo de dopajes que no terminan de ver la luz.
Precisamente esa era una de sus principales propuestas si lograba la victoria: reducir en un 50% el gasto en la lucha contra el dopaje. Algo que resulta difícil de entender dada la complicada situación del deporte español en ese sentido. O no. No hay que olvidar que en los últimos tiempos, en el atletismo de nuestro país se han vivido casos preocupantes, como el de la Operación Galgo, cuando la RFEA absolvió a Bezabeh, posteriormente sancionado por el CEDD; los de de Digna Luz Murillo o Nuria Fernández, a las que se permitió competir mientras eran investigadas, o el más reciente de Ángel Mullera. Por no hablar de los de Paquillo, Onyia o Yesenia Centeno.
Propuestas de futuro
"Esto me da ánimos para trabajar todavía más por el atletismo español. Confío en tener vuestra colaboración, sin la cual no será posible sacar adelante los planes que tenemos en marcha", fueron las primeras palabras de Odriozola a la asamblea que le apoyó. Pero parece claro que le hará falta mucho más si de verdad lo que le preocupa es el futuro de su deporte.
Odriozola ha hecho cosas muy buenas para el atletismo español. No se puede dudar de ello. Pero desde que llegó, en 1989, han pasado 23 años. Veintitrés. Es mucho. Demasiado. Y todo lo que tiene a sus pies se va debilitando. Todo, menos él, que está a punto de comenzar su séptimo mandato consecutivo, a razón de unos 70.000 euros al año. Demasiado. Pero no tanto como el tiempo que lleva ahí arriba. Y lo que le queda...