Los individuales de la última jornada van a decidir esta 39ª edición de la Ryder Cup, y aunque suene a perogrullo, la invocación del espíritu de Seve se hace más latente que nunca, pues la situación se ha tornado muy complicada para que el equipo europeo revalide título, pero queda un pequeño atisbo de esperanza tras la reacción de los europeos en la tarde de ayer.
Aunque el resultado al final de la segunda jornada no es nada halagüeño, con 10 a 6 favorable al equipo americano, sí es cierto que se ha observado una ligera reacción de garra y espíritu de lucha en los europeos que han conseguido llevar sus partidos, a excepción del disputado por Molinari y Rose, que terminó 5 y 4 por jugar. Aunque hay que destacar que ahí tuvo mucho que ver la mala fortuna del italiano, al que hemos contabilizado cuatro corbatas impresionantes y dos bolas colgadas materialmente del hoyo.
Olazábal emparejó al belga Colsaerts con Paul Lawrie, con la esperanza de que el auténtico protagonista del equipo europeo tirara del carro del escocés y lo levantara de su letargo. Y a fe que lo intento, manteniendo su partido hasta el hoyo 18 con posibilidad de cosechar medio punto muy valioso para Europa, pero al final la consistencia de los estadounidenses no lo permitió, imponiéndose estos por uno arriba.
La pareja Sergio Garcia y Luke Donald desperdiciaron una ventaja que llegó a ser de cuatro hoyos y tuvo que sufrir hasta el mismo hoyo 18, con otra reacción de Tiger en el tramo final que puso las cosas muy complicadas, aunque al final un putt errado por Stricker ha dado la victoria a Europa por uno arriba. Tigre termina la jornada con una situación de 3-0-0 en esta Ryder, o, lo que es lo mismo, no ha ganado ni un solo punto hasta el momento.
Y el último partido fue el más espectacular. Se puso cuesta arriba para la pareja europea, formada por Poulter y McIlroy, hasta que en la segunda vuelta la garra y el magisterio del primero consiguieron darle la vuelta, si bien es cierto que el principio de la remontada lo inició el número uno del mundo, Rory McIlroy. Punto para Europa que, visto cómo estaban las cosas, puede resultar decisivo.
Había que ver a Poulter tirado en el suelo para leer la ciada del putt de McIlroy en el hoyo 18, con la visera levantada y los ojos fuera de orbita, en un gesto más de rabia, de concentración, de afán. De Ryder Cup. El abrazo con su compañero y el resto del equipo en pleno éxtasis lo dice todo. Es un ganador nato.
Europa necesita ocho puntos en los individuales por 4 y medio de los americanos. Está complicado, pero estamos convencidos de que el espíritu de Seve va a estar muy presente, y que la reacción de los europeos va a ir en aumento. Aún hay mucha Ryder.