L D (EFE) Nacida en Siberia aunque vive en Florida, Sharapova levantó la bandeja como nueva campeona tras demoler a Serena por 6-1 y 6-4 en tan solo 73 minutos, en una victoria, emocionante, histórica, porque Maria se convirtió en la segunda jugadora más joven que gana este torneo en la Era Open, después de que la suiza Martina Hingis lo hiciera en 1997 con 16 años y nueve meses, y porque 30 años después de la derrota de su compatriota Olga Morozova ante Chris Evert, una rusa lograba al fin el preciado trofeo.
Además impidió que Serena ganase aquí por tercera vez, e igualase así con la alemana Steffi Graf, después de 11 años. Pero también fue el fruto y el pago a un enorme sacrificio, a sus penurias desde que aterrizó en Estados Unidos con siente años, siguiendo la recomendación de Martina Navratilova, con su padre Yuri y con apenas 1.000 dólares en el bolsillo, y sin saber nada de inglés, aunque lo aprendió en solo cuatro meses.
Por eso quizás, nada más ganar el último punto tras una derecha fallada por Serena, María saltó alocada hacia las gradas para abrazar y besar a su padre de forma apasionada. Después sus 17 años aparecieron de golpe cuando de forma instintiva intentó sin fortuna llamar a su madre con su móvil desde la misma pista central, pero le fue imposible, pues la cobertura le falló. "Vamos, tecnología", gritó.
Solo cuatro semanas después de la victoria de Anastasia Myskina en Roland Garros sobre su compatriota Elena Dementieva, el tenis ruso vuelve a la carga y con más fuerza. No es de extrañar que en la próxima lista mundial aparezcan cuatro de ellas entre las diez primeras: Myskina, Dementieva, Svetlana Kutznesova y por supuesto Sharapova. ¿Quién se acuerda ahora de Anna Kournikova?.
Sharapova, finalista júnior hace un par de años, cimentó su victoria en una tenacidad a prueba de todo. Vencer a Serena, en Wimbledon, donde la americana sólo había perdido un set en las dos finales anteriores contra su hermana, parecía una osadía.
Quizás por ello, la rusa abandonó la pista nada más hacer entrada en la misma y pasó unos minutos en el vestuario. Tras comenzar el encuentro, la fogosidad de sus golpes quedó clara inmediatamente, cuando levantó el puño de forma intimidatoria al romper por primera vez en el cuarto juego (3-1).
Parecía un espejismo, pero era una realidad palpable. Los restos de Sharapova eran misiles, y su revés abría ángulos cada vez más grandes. La sorpresa parecía menos sorpresa cuando Maria rompió de nuevo y se situó con un amenazante 5-1. Y luego no le tembló el brazo para ganar esa manga, aunque necesitó cuatro oportunidades.
Serena no quería entregarse y recordando los momentos contra la francesa Amelie Mauresmo en semifinales, se entregó a una batalla sin límites. La americana probó el sabor de su propia sangre en el tercer juego del segundo set, cuando una bola de Sharapova rebotó en su raqueta e impactó en su boca, provocándole una herida en el labio. Este incidente espoleó más aún su juego y sus gritos de garra se escucharon todavía más fuertes.
Serena rompió por primera vez el servicio de Maria en el sexto juego para situarse con ventaja de 4-2, pero ahí se acabó toda su genialidad, porque Sharapova ganó los cuatro juegos siguientes con una frialdad impropia de sus 17 años, recordando las gestas del sueco Bjorn Borg, cuando nada le inmutaba.
Dos angelicales globos en el octavo juego, que dejaron muerta a Serena sobre la red, marcaron el que sería luego el desenlace del encuentro. Maria, incluso, se permitió el lujo de desplazar a la americana hasta fuera de los límites de la pista con dos derechas geniales. Serena asistía impotente a la exhibición de la rubia de ojos verdes que mandaba en la Central.
Un resbalón de la menor de las Williams significó la ruptura en el noveno juego después de cuatro puntos de ruptura. Luego, Maria confirmaba a la segunda oportunidad su primer Grand Slam, el cuarto título de su carrera, y el segundo este año. Su sueño hecho realidad en solo 73 minutos.
Además impidió que Serena ganase aquí por tercera vez, e igualase así con la alemana Steffi Graf, después de 11 años. Pero también fue el fruto y el pago a un enorme sacrificio, a sus penurias desde que aterrizó en Estados Unidos con siente años, siguiendo la recomendación de Martina Navratilova, con su padre Yuri y con apenas 1.000 dólares en el bolsillo, y sin saber nada de inglés, aunque lo aprendió en solo cuatro meses.
Por eso quizás, nada más ganar el último punto tras una derecha fallada por Serena, María saltó alocada hacia las gradas para abrazar y besar a su padre de forma apasionada. Después sus 17 años aparecieron de golpe cuando de forma instintiva intentó sin fortuna llamar a su madre con su móvil desde la misma pista central, pero le fue imposible, pues la cobertura le falló. "Vamos, tecnología", gritó.
Solo cuatro semanas después de la victoria de Anastasia Myskina en Roland Garros sobre su compatriota Elena Dementieva, el tenis ruso vuelve a la carga y con más fuerza. No es de extrañar que en la próxima lista mundial aparezcan cuatro de ellas entre las diez primeras: Myskina, Dementieva, Svetlana Kutznesova y por supuesto Sharapova. ¿Quién se acuerda ahora de Anna Kournikova?.
Sharapova, finalista júnior hace un par de años, cimentó su victoria en una tenacidad a prueba de todo. Vencer a Serena, en Wimbledon, donde la americana sólo había perdido un set en las dos finales anteriores contra su hermana, parecía una osadía.
Quizás por ello, la rusa abandonó la pista nada más hacer entrada en la misma y pasó unos minutos en el vestuario. Tras comenzar el encuentro, la fogosidad de sus golpes quedó clara inmediatamente, cuando levantó el puño de forma intimidatoria al romper por primera vez en el cuarto juego (3-1).
Parecía un espejismo, pero era una realidad palpable. Los restos de Sharapova eran misiles, y su revés abría ángulos cada vez más grandes. La sorpresa parecía menos sorpresa cuando Maria rompió de nuevo y se situó con un amenazante 5-1. Y luego no le tembló el brazo para ganar esa manga, aunque necesitó cuatro oportunidades.
Serena no quería entregarse y recordando los momentos contra la francesa Amelie Mauresmo en semifinales, se entregó a una batalla sin límites. La americana probó el sabor de su propia sangre en el tercer juego del segundo set, cuando una bola de Sharapova rebotó en su raqueta e impactó en su boca, provocándole una herida en el labio. Este incidente espoleó más aún su juego y sus gritos de garra se escucharon todavía más fuertes.
Serena rompió por primera vez el servicio de Maria en el sexto juego para situarse con ventaja de 4-2, pero ahí se acabó toda su genialidad, porque Sharapova ganó los cuatro juegos siguientes con una frialdad impropia de sus 17 años, recordando las gestas del sueco Bjorn Borg, cuando nada le inmutaba.
Dos angelicales globos en el octavo juego, que dejaron muerta a Serena sobre la red, marcaron el que sería luego el desenlace del encuentro. Maria, incluso, se permitió el lujo de desplazar a la americana hasta fuera de los límites de la pista con dos derechas geniales. Serena asistía impotente a la exhibición de la rubia de ojos verdes que mandaba en la Central.
Un resbalón de la menor de las Williams significó la ruptura en el noveno juego después de cuatro puntos de ruptura. Luego, Maria confirmaba a la segunda oportunidad su primer Grand Slam, el cuarto título de su carrera, y el segundo este año. Su sueño hecho realidad en solo 73 minutos.