Los jugadores del Oporto, recibidos como héroes en Das Antas

L D (EFE) Poco después de la cuatro de la mañana, los jugadores del Oporto entraron en el campo, donde más de 30.000 seguidores coreaban «Campeones, campeones, somos campeones», en un ambiente de fiesta en la que no faltaron las bufandas y camisetas azules y blancas (los colores del equipo), ni los fuegos artificiales. Los jugadores, visiblemente cansados después del duro partido y del viaje de vuelta desde Sevilla, saltaron con los seguidores en el palco central, dieron la vuelta de honor y colocaron la copa en el centro del campo, para que todos pudiesen verla.

El entrenador del equipo, José Mourinho, aparentemente recuperado de la emoción vivida durante el encuentro, se mantuvo con su estilo sosegado, que ya tiene los ojos puestos en la próxima conquista, la Copa de Portugal, para llevar a las vitrinas del club el tercer título del año (además de la Liga y la Copa de la UEFA). Mourinho quiere completar el que algunos han llamado el año del dragón (símbolo del Oporto), y gritó: "Invasión a Jamor, vamos a invadir Jamor", en referencia al estadio de su principal rival, el Sporting de Lisboa.

El alcohol y la excitación de los seguidores llevó a algunos de ellos a intentar tocar a sus "ídolos" y a crear algunos momentos de tensión en los que la policía tuvo que intervenir, pero sin que se produjeran incidentes graves. Con la victoria en la prórroga por 3-2 sobre el Celtic de Glasgow, el Oporto conquistó en Sevilla la Copa europea que faltaba al fútbol portugués.