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Llompart da al Pamesa un triunfo memorable ante el Estudiantes en la Liga ACB

La Demencia ha decidido guardar silencio, el Adecco Estudiantes y el Pamesa Valencia desatar un torrente ofensivo y ponerse a jugar un partido de baloncesto abierto, con toda la fuerza de sus bloques y sitio para el talento individual, que no ha necesitado la voz de nadie para ganarse un hueco entre los mejores, si no el mejor, choque de la presente temporada.

La Demencia ha decidido guardar silencio, el Adecco Estudiantes y el Pamesa Valencia desatar un torrente ofensivo y ponerse a jugar un partido de baloncesto abierto, con toda la fuerza de sus bloques y sitio para el talento individual, que no ha necesitado la voz de nadie para ganarse un hueco entre los mejores, si no el mejor, choque de la presente temporada.
L D (EFE) Los dementes , que pasan por ser los aficionados colegiales más significados, cerraron la boca en una nueva protesta contra la directiva que en diciembre se hizo cargo del club. Hablaron a través de una pancarta que anunciaba entierro y pasaba la tarea de animar a los valedores de la dirección recién llegada. Mientras tanto, su equipo, alentado por el calor del resto del graderio, puso lo mejor de sí mismo para plantar cara a un adversario con trazas de depredador.

Después de todo, el espectáculo que madrileños y valencianos brindaron desde el parqué sacudió todo el pabellón. Los primeros veinte minutos acabaron con 112 puntos anotados (56-56). Era un ritmo de lujo para el observador, pero inconveniente para el Estudiantes, que en el intercambio de canastas llevaba todas las de perder frente a un rival como el Pamesa. Los colegiales necesitaron ir al vestuario para entender que debían evitar la tentación de seguir en esa dinámica y poner un toque de esfuerzo defensivo si querían multiplicar sus opciones de éxito. El Pamesa también supo cambiar el discurso y bajar las piernas para proteger el aro y, por eso, la producción anotadora bajó después del descanso, pero no la intensidad.

El panameño Rubén Garcés estrenó la fase del intercambio de aciertos a granel. Seis puntos seguidos del pívot dieron pie al serbio Igor Rakocevic para desplegar toda la potencia de su juego. Acabó el primer cuarto con tres triples, catorce tantos y una ración de jugadas paradigmáticas de lo que sucede cuando técnica y físico coinciden. El Pamesa logró distanciarse por siete puntos (19-27), pero Rakocevic, el hombre de mayor impacto en la Liga durante las últimas jornadas, encontró un oponente dispuesto a hacerle sombra: Iker Iturbe. La polivalencia del ala-pívot vitoriano, útil en la zona y peligroso en el lanzamiento lejano, dio muchos problemas a los postes valencianos y un buen manojo de canastas al Estudiantes.

Iturbe selló la primera mitad con un triple desde campo propio que hizo tablas (56-56). Ahí se acabó la parte del cuerpo a cuerpo sin más. Venía el turno del cuerpo a cuerpo con todas las de la ley, en ataque, si, pero también en defensa. El Estudiantes volvió con ese propósito y empezó a moverse en las nuevas coordenadas con cierto adelanto sobre el Pamesa, que se amoldó directamente sobre la pista a la nueva propuesta, pero con un pequeño retraso que dejó la iniciativa en manos del anfitrión, momentáneamente, y dio paso al frente a frente sin cuartel.

A partir de ahí, tirones desde un lado y desde otro y Pedro Llompart, un base que ha saltado desde la LEB 2 a la ACB, que aparece en la línea de tiros libres a falta de nueve segundos con 94-93 en el contador. Fallo en el primero, acierto en el segundo y un mal tiro de Garcés en la última posesión. A la prórroga (94-94). El Pamesa prefirió adelantarse en el tiempo extra. Entendió poco aconsejable volver a partir desde una posición de inferioridad y plasmó esa idea desde la línea de triples. Aventajó al Estudiantes en varias ocasiones y, sin embargo, a falta de cuatro segundos tenía el partido perdido.

Garcés colocó un tapón a Rakocevic y Luengo cometió la quinta personal. Sergio Rodríguez entró al círculo. 103-103 en el parcial. El canario falló el primero, pero anotó el segundo. La victoria ponía rumbo al vestuario local y, de pronto, Pedro Llompart sacó la muñeca en un triple perpendicular al aro que hizo diana. Un final digno para lo que se vio sobre la pista: un gran partido y dos equipos con mayúsculas.

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