El Atlético de Madrid necesita gol, no es nada determinante y encaja en todos los partidos. Lo que antes era marcar el primero y asegurar el resultado, ya no funciona. Otra vez inmerso en un partido estresante y sombrío del que pareció momentáneamente ganador con el 1-0 de Matheus Cunha. Pero los partidos del conjunto rojiblanco últimamente siempre traen sorpresa. En el minuto 80 Franco Russo puso el 1-1 de cabeza y en el 91, por un contragolpe culminado por Takefusa Kubo, los visitantes sentenciaban el partido.
El marcador de ultima hora remarcó una tendencia creciente en el Atlético, que, salvo excepciones, se mueve en una decepción insistente. Ni siquiera los resultados, tan recurrentes e incontestables sea cuál sea el camino, ya le acompañan al equipo dirigido por Diego Simeone, sin soluciones ni argumentos ya para sentirse lo que fue, el campeón de la última Liga, ni lo que se intuía este curso, un aspirante a todo.
Lo doblegó el Mallorca, ganador en la Liga después de siete partidos sin un solo triunfo. Tuvo mérito por cómo apagó al Atlético, hoy un equipo sin luz, pero también, sobre todo, cómo reaccionó cuando la derrota parcial habría sido un peso insoportable para muchos de los visitantes en el Wanda Metropolitano. Entonces llegó el cabezazo de Franco Russo, después el gol de Kubo, que agranda la herida del equipo roijblanco, mientras asoma el Oporto y aguardan el Real Madrid, el Sevilla y el Granada.
Aún no dice nada el conjunto rojiblanco, más allá de las rotaciones que propuso Diego Simeone en su equipo, más por lo que viene (el partido determinante en Oporto y las visitas al Real Madrid, al Sevilla y al Granada en los siguientes 18 días) que por lo que ha pasado. Ni Luis Suárez ni Lemar, aparte de Carrasco, aparecieron en el once titular.
Fue el momento de Cunha, activo, con ganas, veloz, vertical y decidido cuando conecta con la pelota, pero poco certero en su remate en el minuto 4, en su primera ocasión, y en otro en el 61, aunque goleador después; de Lodi, un futbolista hoy por hoy imprevisible, en la indecisión constante en la que se mueve últimamente por el lateral izquierdo; de Felipe, que no se parece en nada al imponente central que vino; de Kondogbia, cuyo físico y conducción aún no aportan a Simeone todo lo que pretende; y de Correa, el más clarividente de todos en el principio, más como pasador que regateador, pero al menos atrevido.
A Griezmann, tan crucial ahora en el Atlético, apenas se le percibió en todo el primer tiempo. A Marcos Llorente se le echó de menos más en profundidad, más arriba que un lateral derecho que se le queda corto, escaso, para sus condiciones. A Koke le faltó protagonismo. Los asumió De Paul, orillado a la izquierda, cuya movilidad aportó soluciones ofensivas al Atlético, que empezó bien, que conectó un par de rematesy que, de pronto, se diluyó en nada.
Ni en ataque ni en defensa ni en medio campo. Ni apareció tanto adelante ni se sintió tan resguardado atrás, donde cayó lesionado Savic, en el minuto 11, en una larga carrera en la que sintió un tirón. Después, una vez solucionado el apuro para su equipo, se fue al suelo. Fue asistido y cambiado de inmediato. No tiene pinta que vaya a poder jugar el martes en Oporto. Un serio problema para su conjunto, que, para la decisiva cita europea en Portugal, no tiene disponible a Felipe, sancionado, y está en duda Giménez, contracturado.
El intermedio fue un alivio para el Atlético, superviviente entonces; quizá la mejor noticia que le deparó el primer tiempo. A la hora de partido, Simeone introdujo en la ecuación a Lemar y Joao Félix, pero por De Paul y Griezmann. Dos nuevos factores para remover el partido, e intentar derribar la estructura del Mallorca. Ya no aparecía por el otro área, pero la suya era por entonces, a media hora del final, un lugar aún prácticamente indescifrable para el Atlético.
Menos para Cunha y para Correa. El argentino se inventó una gran jugada y el brasileño esperó el centro, remató mal a la primera y transformó en gol la segunda, desde el suelo, ante el portero, más rápido que él para estirar la pierna e impulsar con la plancha de la bota el 1-0 del Atlético.
Tampoco está para eso este Atlético, que no se parece en nada a lo que fue en su defensa, a ese muro impenetrable que transformaba cada 1-0 en una victoria segura. Es un bloque vulnerable, como demostró por enésima ocasión esta temporada, esta vez ante el Mallorca, al que le bastó una falta colgada al área rematada por Franco Russo en el minuto 80 para empatar el partido y un contragolpe resuelto por Take Kubo, ya en el 90, para destapar definitivamente la crisis del conjunto rojiblanco.
Ficha técnica
Atlético de Madrid, 1: Oblak; Llorente, Savic (Hermoso, m. 11), Felipe, Lodi; Correa (Vrsaljko, m. 70), Koke, Kondogbia, De Paul (Joao Félix, m. 60); Griezmann (Lemar, m. 60), Cunha (Luis Suárez, m. 70)
Mallorca, 2: Reina; Maffeo, Valjent, Russo, Jaume Costa; Kang In Lee (Sedlar, m. 84), Baba (Fer Niño, m. 79), Ruiz de Galarreta (Battaglia, m. 72), Sánchez (Kubo, m. 72); Dani Rodriguez; Abdon Prats (Ángel, m. 72).
Goles: 1-0, m. 67: Cunha. 1-1, m. 80: Russo. 1-2, m. 91: Kubo
Árbitro: Martínez Munuera (C. Valenciano). Amonestó con tarjeta amarilla al local Lodi (m. 83) y los visitantes Galarreta (m. 14), Maffeo (m. 43) y Baba (m. 65)
Incidencias: Partido correspondiente a la decimosexta jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio Wanda Metropolitano ante 51.009 espectadores. Antes del inicio del encuentro se guardó un minuto de silencio con los acordes del himno del Atlético de Madrid en memoria de la escritora Almudena Grandes, fallecida el pasado sábado