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Liga

El Atlético tumba a la Real y da un paso de gigante por el título (2-1)

Carrasco y Correa marcaron para el Atlético. Zubeldia puso picante al partido en el tramo final.

Carrasco y Correa marcaron para el Atlético. Zubeldia puso picante al partido en el tramo final.
EFE

Inalcanzable y resistente en el liderato en las últimas 21 jornadas, el Atlético de Madrid enfila ya la Liga, ganador frente a la Real Sociedad (2-1) con media hora imparable, con un aspecto reconocible de favorito en una hora y con diez minutos finales de sufrimiento, encerrado en su terreno y aún pendiente de seis puntos para ser el vencedor del torneo.

En 28 minutos construyó su victoria frente al quinto clasificado de la Liga, al primero fuera de los cuatro que compiten por el título. Después del Atlético; del Real Madrid, al que el conjunto rojiblanco trasladó la presión porque juega este jueves en Granada; del Barcelona, al que aleja a cuatro puntos; y del Sevilla, al que mantiene a seis, los mismos que quedan para el fin del campeonato.

Un acelerón del Atlético, que se complicó él solo un partido que tenía ganado, que podía haber goleado, superior una hora —después no— a la Real Sociedad, que cuanto se enteró de la manera en la que oponerse a su rival ya perdía por dos goles, pero que aún se rehízo para aterrorizar al bloque rojiblanco con el 2-1 en el tramo final.

Nada hacía intuir tal padecimiento del líder. Fortalecido por el Camp Nou, relanzado con la forma con la que ha soportado el acecho de sus rivales y ha esquivado la caída de la cima, al borde del precipicio dos veces, superviviente por dos resultados ajenos, las últimas jornadas lo han revitalizado. Su bajón aparentemente pertenece al pasado. Su Liga ya es cuestión de seis puntos.

Hasta Barcelona, hacía tiempo que no se veía un Atlético con tanta determinación, tan voraz como empezó su partido este miércoles contra la Real Sociedad, tan decidido a la presión, a jugar en campo contrario, tan enérgico; en fin, tan entregado a la perspectiva que mejor le sienta a su juego, que mejor promueve su fútbol, que más fuerza le da y que más ambición desprende.

En esos registros, es un grupo temible. Son los rasgos que lo armaron como un equipo irrebatible en la primera vuelta, cuando de verdad se hizo acreedor de esta Liga. Aún no es suya, pero en ese nivel, en ese despliegue, con la puesta en escena que propuso desde el primer segundo, capaz de encadenar tres ocasiones en menos de diez minutos, devorador de cada pelota, acaparador de cada sector del campo, como si cada momento fuera el último, se acerca a serlo.

Ahí, la Real se sostuvo como pudo. Su resistencia duró lo mismo que la ineficacia del Atlético en el remate. Primero eligió mal Luis Suárez cómo finalizar el regalo de Marcos Llorente; después Llorente prefirió el tiro, atajado por Remiro, cuando lo mejor era el pase al goleador uruguayo, que lanzó entre medias fuera una falta directa.

Por eso no marcó antes el Atlético, que, en cuanto encontró también la contundencia de meses pasados, fue un equipo de pronto inalcanzable para una Real Sociedad desfigurada, porque transformó en el marcador todo lo que había demostrado sobre el terreno: al cuarto de hora, Carrasco marcó el 1-0. Merecido y previsible.

También preocupante para el conjunto donostiarra, irreconocible en todo ese tramo. Y desbordada. Igualmente, el gol en contra está en el debe defensivo de la Real, porque el pase de Marcos Llorente era predecible, porque nadie llegó a despejarlo y porque a Carrasco le dio tiempo a controlarla regular y meter el pie para marcar.

Aunque se recompuso instante a instante la Real, tan desconocida al principio, hecha un flan en su defensa, el Atlético golpeó de nuevo: Luis Suárez recibió la pelota entre líneas, aguantó la pugna con Oyarzabal y promovió el 2-0 con el pase entre la defensa que puso a Correa en diagonal ante Álex Remiro, resuelto con una precisión que invalidó cualquier oposición. 2-0. Minuto 28.

Un partido de media hora, magnífico desde la visión de Marcos Llorente, imparable para el bloque blanquiazul; sobresaliente en todo el colectivo, a la altura de un equipo que quiere la Liga, pero quizá también inaguantable para el Atlético. Y para inadmisible para la Real, que reaccionó, pero que comprobó que el líder también tiene un portero deslumbrante: Jan Oblak.

Las dos las propuso Alexander Isak. La primera, con una volea, que atrapó como un muro el guardameta esloveno; la segunda, con una trepidante acción individual que entre el portero y el poste solventaron a saque de esquina. Dos advertencias, aún en el primer tiempo, que el partido no había terminado tan pronto como parecía.

No apareció Isak en la reanudación, previsiblemente por lesión, porque había puesto en aprietos suficientes al Atlético como para ser el mejor del primer tiempo de la Real Sociedad, como para ser la esperanza del equipo donostiarra, si es que la había, porque el segundo tiempo perfiló varias veces a los locales al 3-0, también a Luis Suárez, frustrado ante la repetición de ocasiones falladas.

No acertó. Y sufrió. Cuando la Real Sociedad intuyó el gol primero se interpuso Jan Oblak, como por ejemplo a Portu, allá por el minuto 66, en un remate con bote incluido, o el poste, como le ocurrió también a él, hasta que Zubeldia, en el minuto 83, logró lo que parecía imposible antes, el 2-1, que lo metió en el partido y puso en riesgo al líder, que sólo respiró con el final. Le quedan dos finales: Osasuna y Valladolid. Seis puntos para ser campeón.

Ficha técnica:

Atlético de Madrid, 2: Oblak; Trippier, Savic, Felipe, Hermoso; Llorente, Koke, Saúl (Kondogbia, m. 73), Carrasco; Correa (Joao Félix, m. 73), Luis Suárez (Lodi, m. 81).

Real Sociedad, 1: Remiro; Zaldua, Aritz Elustondo (Zubeldia, m. 69), Sagnan (Pacheco, m. 59), Monreal (Roberto López, m. 59); Zubimendi, Guridi; Portu, Oyarzabal (Merquelanz, m. 69), Barrenetxea; Isak (Bautista, m. 46).

Goles: 1-0, m. 16: Carrasco. 2-0, m. 28: Correa. 2-1, m. 83: Zubeldia.

Árbitro: Cuadra Fernández (C. Balear).

Incidencias: partido correspondiente a la trigésimo sexta y antepenúltima jornada de LaLiga Santander, disputado en el estadio Wanda Metropolitano sin público.

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