Camino de los 132 años de vida, el Recreativo de Huelva vive el peor momento de su historia, inmerso en un abismo deportivo, económico y judicial agravado por su descenso este domingo a la nueva Tercera RFEF, la quinta categoría nacional, el segundo que sufre en una desastrosa temporada, fatalmente coincidente con la reestructuración de la Segunda B.
El decano del fútbol español, nunca había caído más abajo de la Tercera División, cuando aún no había Segunda B, aunque la realidad es tozuda y ahora dicta que el equipo onubense deberá pasar toda una travesía del desierto para rehacerse e ir subiendo peldaños en el escalafón del balompié nacional, como corresponde a la historia de un club fundado, al albur de la presencia inglesa en la Huelva minera del siglo XIX, el 23 de diciembre de 1889.
Dice una frase que ‘echar de menos el pasado es como correr detrás del viento’ y el recuerdo de los días felices ha arrasado el corazón del recreativismo como un tornado, al comprobar que la peor pesadilla se ha consumado.
En doce años el club más antiguo de España, el Decano o simplemente el Recre, como todos le conocen en Huelva, ha pasado de militar en Primera División a precipitarse a un abismo, arrastrando la rémora de su deuda económica —26 millones de euros— y varios pleitos judiciales, entre ellos la causa contra la expropiación forzosa del club por parte del Ayuntamiento de Huelva a su anterior propietario, Pablo Comas, que previamente tuvo que sentarse en el banquillo por su gestión.
El panorama actual es desolador. Con el puesto de presidente vacante hasta la junta de accionistas del 24 de mayo, tras la dimisión de Manuel Zambrano, y con un proyecto nuevo por construirse sobre la tierra quemada, a la afición albiazul sólo le queda la pataleta aislada en la resignación.
Tras toda una campaña apoyando a su equipo, este domingo los aficionados lanzaron en el partido ante el CD El Ejido 2012 decenas de globos negros al césped en señal de luto, junto con quejas e insultos a los jugadores, que han reconocido su culpabilidad.
"Hemos manchado el escudo más antiguo del país y quedará para siempre en nuestro currículum", admitió en rueda de prensa al terminar el encuentro el capitán, Diego Jiménez.
Esta misma afición, probablemente la que más ha padecido en su pasión futbolística la decepción, por vieja y sufridora, es la que fue determinante en la campaña de salvación Líberos del Decano en 2016, cuando reunió cerca de un millón de euros para evitar la desaparición tras ser abandonada a su suerte la entidad por su entonces propietario, Pablo Comas.
En la actual temporada, marcada por la covid-19, los recreativistas renovaron masivamente su carné de abonado a sabiendas de lo complicado que sería presenciar un partido, pero que nuevamente estará con su equipo para el horizonte que se acerca.
Desde la Federación de Peñas y el grupo 'Recre Trust' ya se anima, pese al dolor, para que ‘el abuelo’ mantenga en su masa social a buena parte de los 8.000 abonados actuales. "Esté donde esté el Decano, allí estaremos. A muerte con el escudo y su historia. Si hay que tirarse al fango, allí estaremos. A la disposición de lo que sea necesario", expuso en sus redes sociales José Antonio Cabrera, presidente de las peñas.
También en junio del convulso 2016, el Ayuntamiento se convirtió en máximo accionista al apoyarse en la condición de Bien de Interés Cultural (BIC) del club para expropiar las acciones y conducirlo a una viabilidad aún no conseguida, pero que al menos ha alejado cualquier sombra de desaparición.
Asumió la deuda con Hacienda y la Seguridad Social y cada año ha destinado parte de los presupuestos al club, siendo 3,5 millones en los últimos, aprobados este mismo lunes.
Tal y como reconoció recientemente Carlos Hita, consejero delegado del Recreativo, la deuda actual del club está casi en los mismos parámetros que en 2016, unos 26 millones de euros, de los cuales en torno a 16 se le deben al Ayuntamiento, que tiene "una posición de acreedor pagando parte de la deuda que se ha ido generando".
La retrospectiva arroja una foto que deslumbra y hace entornar los ojos, en una posición próxima al sollozo. El equipo albiazul rozó los puestos europeos en la campaña 2006-07 con la mejor clasificación de su historia en Primera, un octavo puesto, siendo además equipo revelación tras ser campeón de Segunda con Marcelino García Toral el ejercicio anterior.
En mayo de 2009 bajó a Segunda y en septiembre de 2010 entró en ley concursal con una deuda de 20 millones. En la temporada 2014-15 regresó a Segunda B, donde sus ingresos han sido exiguos y sin la aportación municipal no habría podido afrontar numerosos pagos. Entre ellos a Eurosamop, empresa de Juanma López que gestionó deportivamente un tiempo la entidad, o Krypteia Capital, que ejerció de prestamista.
En la 2018-2019 hubo un paréntesis, un pequeño oasis revelado como un espejismo en la caída entre las arenas del tiempo por el angosto cuello acristalado del reloj. Con José María Salmerón en el banquillo, el Decano fue campeón del grupo IV con un récord de 22 partidos consecutivos sin perder, pero no logró subir a Segunda.
Las campañas siguientes se salvaron in extremis y ahora el club más antiguo de España ha dado con sus huesos en la Tercera RFEF, la quinta categoría nacional.
Ni Claudio Barragán ni Antonio Calle ni Carlos Pouso han evitado desde el banquillo que cayera al pozo más negro. En unos meses el Nuevo Colombino, con capacidad para casi 20.000 espectadores, albergará partidos humildes, tan humildes como un club con una historia tan grande como sus problemas, pero que seguirá contando con el compromiso municipal y el amor eterno de su afición.