Luka Jovic llegó al Real Madrid cargado de ilusión hace solo un año. El conjunto merengue pagó 60 millones de euros por uno de los delanteros con más futuro de Europa. Su potencia, la manera en la que utiliza las dos piernas, como entiende el juego, su lectura del espacio... , pero por encima de todo, lo que maravilló a los ojeadores del Real Madrid fue su instinto asesino. Algo innato, que no se puede entrar.
Jovic llegó cargado de ilusión al Santiago Bernabéu. Un año después, tras firmar una temporada donde Zidane jamás le dio continuidad, Luka está perdido. Su escasa producción, 2 goles y 2 asistencias en poco más de 800 minutos, han pesado en su estado de ánimo. Su mentalidad, algo frágil, está marcada por una característica: necesita sentirse importante para lucir. En el Madrid, Luka no se encuentra. Los que ven entrenar a los merengues todos los días palpan a un Jovic apático, con los brazos caídos. Tras pasar un verano complicado -polémica con su viaje a Serbia en pleno confinamiento o llegar a aislarse por estar en contacto con un positivo por Covid-19- el estado físico con el que se ha presentado en la pretemporada, preocupa al Madrid.
Jovic, que siempre ha sido de machacarse en el gimnasio, está bastante por encima de su peso ideal a tan solo tres días (domingo 20 a las 21h en Anoeta), del comienzo de la temporada del Real Madrid.
Fantasmas del pasado
En sus inicios, Jovic ya tuvo problemas con la comida y el sobrepeso. El Estrella Roja apostó por Luka desde muy pronto. Le reclutó para su academia con tan solo 8 años.
En 2013, Slavisa Stojanovic fue nombrado primer entrenador del Estrella Roja. Desde su llegada, los miembros de la dirección deportiva le dieron un aviso. "Vigila a Luka Jovic, es un diamante en bruto". Por aquel entonces Jovic solo tenía 15 años. La prensa metía presión al nuevo entrenador en las ruedas de prensa con preguntas constantes de por qué Luka no había debutado aún con el primer equipo.
A principios del 2014, Stojanovic decidió subir a Jovic con la primera plantilla. Su debut estaba a la vuelta de la esquina. El entrenador serbio cayó rendido al talento natural de su joven promesa. "Su instinto para el gol era espectacular. Innato". Sin embargo, hubo algo que no le gustó a Stojanovic. "Iba tan sobrado de talento que en los entrenamientos no se esforzaba al máximo. Por aquel entonces Jovic tenía el pelo largo y en ocasiones se quedaba ensimismado atusando su cabello".
Otro de los aspectos, además de la pereza que mostraba entrenando, que preocupaba a los dirigentes del Estrella Roja, era su gusto por la comida basura. Chocolate, patatas fritas, donuts, rosquillas... formaban parte de su dieta habitual. Jovic tenía un auténtico arsenal de este tipo de comida en la habitación de su residencia en las instalaciones de la ciudad deportiva.
Los directivos del conjunto serbio, preocupados porque los malos hábitos pudieran hacer que su mirlo blanco se desviara de un camino que apuntaba al estrellato, contraatacaron de inmediato. Además de reprender a Luka, dieron una orden a los futbolistas más veteranos. "Vaciar de comida la habitación de Jovic". En las sesiones de vídeo, con todo el equipo reunido, los veteranos se ausentaban algunos minutos para saquear la habitación de Jovic. A grandes males, grandes remedios. Si por las buenas no podían quitarle su mal hábito en la alimentación, tendría que ser a las bravas.
Gracias a ese control de los dirigentes del Estrella Roja, Jovic pudo desarrollar sus tremendas condiciones y llegar al Real Madrid. Ahora, como en aquel lejano 2013, necesita de nuevo reciclarse. Lo malo es que el Madrid no suele regalar segundas oportunidades. Su futuro necesita un cambio. La dirección deportiva merengue sopesa una cesión, saben que con Zidane será complicado que tenga minutos, esta misma temporada para que Luka vuelva a sentirse importante.