Tira la toalla. Según adelantó L'Equipe, Neymar ya le ha comunicado a su entorno más próximo y al propio PSG, que se queda en París. El Barcelona no fue capaz de satisfacer las peticiones del conjunto parisino, solicitaba 150 millones de euros más jugadores, y ni siquiera el esfuerzo de los Neymar, poniendo 20 millones de su bolsillo, consiguió desatascar una operación que deja muy tocados a todos los implicados. El Barcelona ha fracasado en su intento por repatriar al hijo pródigo brasileño. Sus filtraciones a la prensa de sus viajes a París le dejan con el culo al aire. Sin dinero en caja, la directiva azulgrana, en el caso Neymar, queda muy retratada.
Además, en el vestuario culé no se respira el aire más limpio. Los jugadores de los que se habló para entrar en la operación Neymar quedan en una difícil situación. Rakitic ya ha expresado su enfado monumental. El croata, que tenía un acuerdo con la Juventus, se negó a negociar su marcha al PSG. Por su parte Dembélé, que tras sus múltiples episodios de indisciplina tiene a buena parte del vestuario en su contra, queda señalado como uno de los principales culpables de que Neymar no vuelva a Barcelona, como era el deseo de todos los pesos pesados, en este mercado estival.
Por su parte el PSG no consigue su objetivo: quitarse de encima a un jugador que acumula tres lesiones en menos de un año, dos en el quinto metartasiano del pie derecho, un Neymar del que en París están hartos por su comportamiento.
La última víctima de este culebrón es el propio Neymar. Era tal su deseo de salir del PSG que estaba dispuesto a poner 20 kilos de su bolsillo para conseguirlo. El brasileño tendrá que quedarse, al menos hasta el mercado de invierno, en un ambiente hostil con su propia directiva y afición. Son los daños colaterales de su mala cabeza.
Los que ganamos en todo esto somos los aficionados. Fuera cual fuera el resultados final, el asunto Neymar era demasiado cansino. El culebrón ha terminado... de momento.