El trabajo menos agradecido en el fútbol lo ostentan los colegiados. No siendo suficiente dirigir a veintidós jugadores sobre el terreno de juego, también deben acatar y asumir las críticas que les llegan desde las gradas. Así pues, Mateu Lahoz, uno de los colegiados más conocidos en Primera División y con trayectoria internacional ha querido hablar abiertamente de la parte más personal del arbitraje: su equipo favorito, su estadio preferido, su debut, el VAR, conversaciones con jugadores... Lo ha hecho con el medio Las Provincias.
Ser siempre protagonista: "Es algo que no controlo. Los que te tildan de ese protagonismo son los que mandan de él. Es un concepto surrealista: no tengo ningún protagonismo, soy un enamorado del fútbol, lo vivo en primera persona. Lo puedo oler, oír, sentir. No voy a cambiar nada de cómo vivo mi profesión, que es mi pasión".
¿Quita el VAR peso a sus decisiones? "No, no me ha quitado la adrenalina porque quiero acertar con mi equipo en el campo. Llevo 29 años arbitrando, más de 10 años en Primera, y quiero seguir viviéndolo igual. El trapecista sale para mejorar cada día, no pensando en salvarse".
Ovacionado alguna vez: "En Tercera, en campo del Ilicitano, en la vuelta a casa en coche con los dos asistentes, alucinamos al recordar la ovación que nos dieron. Y el campo del Besiktas, en Champions contra el Oporto, nos ovacionan en el calentamiento. Preguntamos y nos remitieron al Lyon-Besiktas del año anterior, con situaciones desagradables antes del encuentro en la grada, estuvo a punto de suspenderse...".
¿Futbolista frustrado? "No, qué va. Pude elegir. En el sub 15 y en el sub 17 estuve en la escuela del Valencia CF. Fue una gran experiencia, vi que había gente mucho mejor que yo, y volví al Estivella".
Simpatía por el Valencia y Castellón: "Se ve como natural que los jugadores y entrenadores sean de equipos porque son profesionales. En el árbitro no se ve bien, como si no pudieras ser profesional e imparcial. A mí me llegaba el Castellón por Pedro Alcañiz y el que más resonancia tenía era el Valencia CF. Con 16 años, estaba dando patadas a un arco a las nueve de la noche por frustración de habernos metido siete (el Karlsruher, en 1993). Pero con los años se pierde el forofismo y ahora soy mucho de los delegados de equipo; y tener a Voro es buenísimo para el VCF, porque oigo a los compañeros cómo hablan de él. Los delegados siempre te dan el lado humando independientemente de cómo acabe el partido".
Ni un insulto sobre el césped: "Nunca jamás, ni tampoco como jugador. Soy una persona supercompetitiva. Como jugador nunca di una mala patada ni me pegué con nadie. La frustración te la tienes que comer tú: no puedes pegarle la bronca a un compañero por no pasarte. Siempre he odiado las jerarquías en el fútbol: no debería haberlas sino tirar todos del carro porque las jerarquías cambian cada semana. Es imposible que una persona esté al 100% cada semana. Hay partidos brutales que no salen en los resúmenes. El fútbol está superprofesionalizado: hay 30 entrenadores en cada equipo...".
Se le tacha de dejar jugar mucho: "Me ha influido el haber sido futbolista y haber estado cuatro meses lesionado, con muletas, y entendiendo que es un deporte de contacto. Yo he pitado siempre acorde a lo que iba sintiendo. Si pitas las faltitas, paras mucho el juego y asumes menos riesgos. Lo importante es saber cuánto fútbol efectivo se juega, más que cuántas faltas pitas. Si en un partido se han jugado cinco minutos más, eso es muchísimo. Un árbitro debe leer el partido y controlarlo, y, para eso, debes tener la aceptación de los jugadores. Y los de fuera han de ver que los de dentro confían en ti".
¿Favoritismo al Madrid? "Le he pitado muchísimo al Barça y me he sentido respetado. He tenido conversaciones con Puyol que se quedan grabadas. Y Pep Guardiola, en privado, en el Barça y en otros equipos, me ha dicho que le gusta cómo arbitro. Otra cosa es lo que digan en las ruedas de prensa. Quiero que el jugador del Getafe y del Alavés vea que lo trato con el mismo respeto que a uno del Barça o del Madrid. No es real que los arbitrajes beneficien al Madrid y al Barça".
El día más especial como profesional: "El del Sevilla, el día de mi debut en Primera. El 13 septiembre de 2008, cantaron a capella El Arrebato. Manolo Preciado, que valía mucho la pena, también se emocionó (él también debutaba en Primera). Ganó el Sevilla 4-3 al Sporting y lo contó Andrés Montes en La Sexta. Al acabar el partido, pedí volver caminando al hotel porque estaba todavía flotando. Y fui acompañado de Palop y su familia. Y no nos paró nadie".
Jugador con más carisma: "En un Schalke-Steaua, en Gelserkirchen, me encontré con Raúl recién llegado y, en el túnel de vestuarios, desprendía respeto por todos lados, sin necesidad de hablar alemán. El carisma es algo que te ilumina. Y puedes tenerlo en diferentes aspectos. Otro caso: Ancelotti, me impresionó al verlo abrazar a un jugador sustituido que estaba enfadado".