Hace un mes el Real Madrid anunciaba en redes sociales el fichaje de Takefusa Kubo, delantero tokiota de 18 años que militaba en el equipo de su ciudad. Canterano del Barcelona hasta la sanción que le impuso la FIFA, obligado a salir de La Masía. En el equipo blaugrana le conocían como el Messi japonés y se le auguraba una larga dinastía en el club, dónde soñaban con verle en el primer equipo.
El Real Madrid se adelantó y realizó una oferta importante para incorporarle al Castilla, conscientes de su potencial. Y no es para menos, en sólo cuatro días de pretemporada está siendo el foco de todas las miradas de los enviados especiales, en un movimiento conocido como Kubomanía, que engloba todo lo que ocurre en torno al jugador, que cuenta con un séquito de guardaespaldas/periodistas que lo escoltan por el complejo.
Takefusa Kubo ha subido al escalón de Hazard, Sergio Ramos, Courtois o Modric. Se está ganando poco a poco el cariño de una afición exigente. Golazos y latigazos, regates y velocidad. Es pronto para elaborar un veredicto, y le falta madurez, pero está llamado a ser una de las estrellas del futuro. Zidane y Raúl tendrán que tener paciencia con la sensación del momento.