De cómo el Granada se reencontró consigo mismo en su retorno a LaLiga Santander
La nueva gestión nazarí logró revertir el desapego con la afición y ha obtenido un inesperado ascenso a la máxima categoría del fútbol español.
Cuentan los veteranos del lugar que pocos equipos ha habido más implicados en una causa común en la historia del fútbol español que aquel Granada Club de Fútbol de los años setenta para cuyos visitantes viajar hasta Los Cármenes era un verdadero dolor de cabeza. Pero en el verano de 2018, la ciudad nazarí vivía sumida en un estado de profunda desafección y desconexión con uno de sus grandes amores. No era haber descendido de LaLiga Santander con una puntuación raquítica el gran problema del Granada. Siquiera tampoco haber desaprovechado su primer curso tras caer a la LaLiga 1|2|3 para volver a la élite, sacando ventaja del músculo económico que portan los descendidos. El gran problema de la nueva administración rojiblanca, llegada al club en el verano de 2016 con el empresario chino John Jiang a la cabeza, era recuperar la identidad perdida, un hecho que había provocado un enorme desapego en la ciudad de la Alhambra por unos colores por los que siente verdadera pasión cada ciudadano nazarí.
"El año del descenso había 17 nacionalidades distintas en el vestuario, hicimos 20 puntos en todo el año, de las peores puntuaciones de la historia de LaLiga Santander", recuerda Manolo Lucena, toda una institución en el club, granadino de cuna y protagonista del meteórico ascenso desde 2ªB en 2009 hasta una élite nacional que no pisaba desde los años setenta en 2011. "Ya en los dos o tres años previos, aun logrando la permanencia, se notaba cierto desarraigo del club con la ciudad, y esa temporada hicimos muchas cosas mal para ratificar esa fractura", continúa el hoy delegado del equipo. La consecuencia, obvia: las gradas de Los Cármenes distaban mucho de estar llenas. Según datos del propio club la media de espectadores del curso pasado estuvo en apenas 10.887 aficionados por juego, sólo un 60% del aforo. Especialmente llamativos fueron los dos últimos duelos, con 6.092 aficionados frente al CF Reus y 7.877 en el derbi andaluz que despidió la temporada ante el Cádiz CF. Definitivamente, algo le tocaba hacer a los rectores nazaríes.
"Era fundamental acercar el club a la ciudad, porque notábamos que había recelos a la gestión. El desapego era entendible pero era algo más profundo, más de alma. Deportivamente habían ido mal las cosas pero no se puede volver la espalda a los aficionados, y se contaba muy poco con colectivos como peñas o veteranos. Así que lo que para algunos pudo ser un fracaso, pues no había más objetivo que subir y pensábamos que teníamos una plantilla para ello, lo intentamos transformar en una oportunidad siendo autocríticos", afirma Antonio Fernández Monterrubio, director general llegado al club en junio de 2017 tras el descenso de LaLiga Santander, y encargado de adecuar la estructura a la nueva realidad. "Teníamos que ser más prudentes", afirma, antes de entrar en detalles. "Pusimos la mayor parte de los recursos económicos en el primer equipo que al final es de lo que vivimos todos y era algo que no se estaba haciendo, y además, había que cambiar el modelo deportivo porque la mayoría de jugadores no eran del club y eso era una barrera importante. Remodelar todo fue costoso, pero queríamos enseñar que se podía ir bien o mal, pero que sabíamos a dónde queríamos ir". Sobre la peculiar situación de muchos jugadores profundiza Fran Sánchez, gerente deportivo desde enero de 2017: "cuando llegué me quedé asombrado porque además de los jugadores del primer y segundo equipo, había muchos otros que, con distintas formas jurídicas, estaban en otros clubes aunque los derechos federativos eran del Granada. A partir de junio de 2017 empezamos a trabajar de otra forma y hoy es uno de nuestros orgullos que los jugadores sean activos del club".
Había que cambiar el modelo deportivo porque la mayoría de jugadores no eran del club y eso era una barrera importante
Y en ese caldo de cultivo tan complejo desembarcó en la ciudad un viejo conocido de la misma. Diego Martínez se puso al frente del primer equipo. El vigués de 38 años volvía en buena medida a sus orígenes, pues a los pies de la Alhambra se licenció en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y comenzó su etapa como entrenador tras colgar las botas. "Siempre quise hacer la carrera en Granada porque tenía grandes referencias, y junto a Madrid o Barcelona era la facultad mas prestigiosa de España. En mi primer año allí seguí jugando en el Vandalia de Peligros pero al segundo ya estaba entrenando cadetes en el Imperio de Albolote", recuerda. En ese modesto club descubrió que aquel hobby era algo más. Era, sencillamente, la nueva vocación que iba a descubrir: "Hice la carrera para tener una aproximación al mundo del fútbol, aunque no sabía si iba a ser entrenador o preparador físico". En ese camino, el Imperio fue crucial. "Me dio la oportunidad de equivocarme. Había mucha gente de la facultad, era un semillero donde compartir experiencias y vocación, donde probar cosas y aplicar lo aprendido en la carrera. Eso fue un lujo y acabé entregado a ello", admite. Fue en ese entorno universitario donde empezó a cultivarse el método del actual Martínez: "el beber del balonmano, el baloncesto o el voleibol es un plus que permite hacer llegar tus ideas más fácilmente al jugador, y también analizar el juego desde una organización mental más rica para llegar al detalle individual o colectivo, porque en aquel momento otros deportes lo tenían más desarrollado que el fútbol y eso creo que me ha ayudado mucho", aclara.
Al aterrizar en su tercer equipo en LaLiga 1|2|3, al gallego le tocó lidiar con una nueva situación muy alejada del ejercicio previo. No en vano, como recuerda Fernández Monterrubio, "entre la ayuda al descenso y el dinero de las televisiones bajamos el presupuesto en unos 15 millones de euros, casi un 45% del total". Un escenario en el que Diego Martínez marcó el camino a seguir: "lo más importante fue ser transparentes con nuestra realidad, dentro y fuera del club", recuerda. Entre otras cosas, "había que afrontar la salida de jugadores a los que no podíamos llegar, pero teníamos clara la cultura de equipo que necesitábamos para competir, siendo realistas para a partir de ir ahí ir con mucho orgullo". Tocaba "tener una plantilla más corta y afinar con las cesiones, lo que para mí no era un problema porque además yo conocía a varios ya". Así llegaron al club Fede San Emeterio, Alejandro Pozo o José Antonio Martínez, ex discípulos de Martínez en el filial del Sevilla Fútbol Club.
Pero era momento también para hurgar en lo positivo que había en la propia casa, rescatando el talento disponible y al que hasta entonces no se le había sacado partido, lo que el técnico personifica en su arquero titular: "Rui Silva apenas había jugado pero queríamos apostar por él". Ahora, el meta luso es, con diferencia, el menos goleado de la categoría, con apenas 27 goles encajados ya en 41 partidos, una cifra excelente. La guinda en los fichajes tampoco era fácil de poner, y así lo recuerda Fran Sánchez, oriolano pero cuya madre es originaria de Baza, al norte de la provincia granadina: "teníamos claro que la mayoría de jugadores tenían que ser activos del club que, aparte de rendir, puedan dejar a medio plazo un importe en la entidad, y realmente no podíamos traer jugadores que vinieran de un gran año, sino otros que igual no venían de cuajar a su mejor nivel pero en los que creíamos". Había, pues, que hilar muy fino en la búsqueda de incorporaciones.
Pero ante todo había que tocar la fibra en muchos sentidos. Cocinero antes que fraile, Manolo Lucena también recuerda aquel inicio de curso en el que lo más importante era "recuperar el tener un equipo en mayúsculas, la comunión en torno al Granada Club de Fútbol que llevaba años perdida". En esa línea, cuanta una anécdota el director general: "una vez me paró un señor mayor en la calle y me pidió que trajera jugadores <<de los que nos aprendamos los nombres>>, dentro obviamente el mayor perfil que pudiéramos". En el objetivo de generar un grupo humano lo más fuerte posible, "el 70% de los jugadores este año son andaluces", afirma Fran Sánchez, aunque avisa Diego Martínez que "generar un grupo humano fuerte no tiene nada que ver con que el jugador sea nacional o extranjero y sí con el factor humano". Efectivamente, "hemos valorado mucho la calidad humana a la hora de firmar", ratifica Fernández Monterrubio.
Generar un grupo humano fuerte no tiene nada que ver con que el jugador sea nacional o extranjero y sí con el factor humano
Y en esa línea de perfil a priori más bajo que en el curso anterior, las cosas pronto empezaron a rodar. El entrenador recuerda cómo enseguida captó que el equipo "iba a ser competitivo, a transmitir, a contagiar a la gente", si bien nadie pensaba en más allá, pues "pensar en el ascenso a LaLiga Santander era implanteable". Algo debió notar la gente, un público habitualmente crítico como el de Los Cármenes, cuando ocurrió algo no del todo habitual en el primer partido como local. "En la jornada 2, cuando el CD Lugo nos marcó en casa, la gente empezó a aplaudir y nos sentimos arropados". La ansiada comunión empezaba a surgir, y el hecho es que los rojiblancos horizontales sumaron 11 de los primeros 15 puntos, enlazando victorias de postín ante Osasuna, en Almendralejo tras un año sin ganar como visitante y ante el Rayo Majadahonda que prendieron la mecha de una ilusión siempre controlada por el discurso del técnico: "como nos cuesta tanto ganar cada partido, aunque seamos los más regulares todo el año y seamos el segundo equipo con más victorias, siempre hemos pensado que la competición se acaba mañana, y que queríamos ser recordados como si así fuera. No es una estrategia, es una creencia, una convicción, y si los resultados hubieran sido malos habría sido igual", asevera el vigués, que recuerda cómo en su grupo "muchos venimos de conocer las miserias de la categoría, siete jugadores vienen de descender, y yo mismo de quedarme a las puertas del playoff".
Paralelamente a ese nuevo sentir del primer equipo y su progresivo idilio con la masa social, existía otro gran punto de interés en la línea de volver a tener activos en el club. Pese a que todos los focos estaban en el primer equipo, la cantera tenía que ser afianzada cuanto antes. "Teníamos talento pero no mecanismo para retenerlo", valora Fran Sánchez. "Era sorprendente que muchos clubes nos quitaban sin dificultad a los jugadores", ratifica Fernández Monterrubio. Ante ello, las líneas de actuación principales fueron dos: abogar por la retención del talento y aumentar la relación con el primer equipo. "Desde el año pasado estamos firmando contrato a muchos valores de nuestra cantera, convirtiéndolos en activos del club", asegura Sánchez. "También hemos firmado un convenio de filialidad con el CD Huétor Vega de 3ª División, para evitar el salto entre el juvenil y el Recreativo Granada, nuestro equipo de 2ªB", añade el gerente, que amplía los resultados del nuevo vínculo: "esta temporada en el Huétor Vega han jugado ocho jugadores que el año pasado estaban en el juvenil, lo que es un paso muy importante porque también pueden llegar al Recreativo o el primer equipo de darse el caso, pero tienen ese escalón previo". El caso es que, quizá incluso demasiado pronto, los resultados han premiado esta nueva apuesta por la cantera bajo la dirección de Luis Fradua, precisamente vinculado durante muchos años a la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la que se forjó el hoy líder del sentimiento rojiblanco.
La realidad es que ha llegado la mejor temporada histórica del equipo de División de Honor de juveniles, apeado por el Barça en los 1/8 de final de la Copa del Rey tras empatar en la ida en Granada. "No me importa confesar que estamos viendo cosas antes de lo esperado… ¡Ojo que no somos tan buenos!", acata con cierta sorna el director general. Y es que, aunque el presupuesto de cantera aún es moderado, Fernández Monterrubio avisa: "queremos ampliarlo, como la Ciudad Deportiva cuya ampliación se va a iniciar en breve, en cantera se crece lentamente pero tenemos claro que queremos apostar por ella y tener derechos sobre los jugadores". En el horizonte, por supuesto, un reto que describe como nadie quien mejor lo conoce, Manolo Lucena: "lo decía de jugador y lo digo ahora, el Granada Club de Fútbol necesita buenos jugadores, que a ser posible sean buenas personas y si es posible, que sean granadinos. Eso sería la leche, pero como paisano creo que los granadinos pueden estar orgullosos ahora mismo de cómo trabaja el club y con suerte las cosas van a ir bien".
Tenemos claro que queremos apostar por la cantera y tener derechos sobre los jugadores
Y efectivamente, la ciudad ha dejado atrás las dudas y vuelve a presumir de "su" Granada, de nuevo en la cúspide del balompié nacional. Pese a que "la campaña de abonos no fue tan bien como nos hubiera gustado", como admite Fernández Monterrubio al no llegar a la frontera de los 9000 abonados, la entidad no ha parado de buscar medidas para recuperar a su gente. "Cada semana nos reunimos el comité de dirección y en el 90% de reuniones siempre hay un punto de medidas para llevar gente a Los Cármenes". A estas alturas, el aforo promedio del Granada se sitúa en los 11.558, muy por encima del ejercicio previo, por más que en los cinco primeros partidos del ejercicio no se llegara a los 10000 espectadores, cifra casi siempre superada hace un año hasta la decepción final. Ahora, y con el avance de la temporada, en la ciudad se ha desatado la locura. En el reciente triunfo ante el Albacete, más de medio millar de rojiblancos hicieron más de 400 kilómetros y se dieron cita un lunes a las nueve de la noche en el Carlos Belmonte para soñar con el gol del colombiano Adrián Ramos. "Fue muy emotivo, con gran comunión entre equipo y afición", evoca Fran Sánchez. "Recuerdo cómo el director del hotel donde estábamos me dijo que llevaba 15 años recibiendo equipos y nunca había visto algo así, ¡y era un lunes!", presume Fernández Monterrubio.
Acto seguido, las entradas ante el Cádiz CF se agotaron, con 18.282 almas llenando Los Cármenes a reventar. Obviamente los resultados han ayudado, pero quien va al fútbol en Granada ha notado este año algo distinto, germinado con aquellos aplausos ante el Lugo. "Es cierto que el campo no ha estado lleno siempre pero he visto una afición caliente toda la temporada, apoyando al equipo, algo que yo no había vivido desde que llegué aquí a este nivel de identificación. Creo que los jugadores y el cuerpo técnico, que son los verdaderos protagonistas, merecen este reconocimiento. Es una satisfacción muy grande", afirma Fran Sánchez. "Esto es fútbol y cuando entran los goles todos somos buenos, pero desde un principio el gran mérito de este grupo es haber logrado que todos nos cojamos de la mano cuando había metros de distancia entre los unos y los otros, y conseguir que se genere un clima de conexión total con un equipo que cada día cuando juega tiene a mucha gente detrás, y eso es diferencial en LaLiga 1|2|3", sentencia Manolo Lucena.
El gran artífice de todo ello se llama Diego Martínez, que hoy siente una "eterna gratitud" hacia la grada nazarí. "Hemos intentado aportar lo mejor de nosotros desde la honestidad de un grupo que se ha matado en cada partido por intentar ganarlo y que siempre ha transmitido compromiso. A partir de ahí, durante el curso han habido hitos que lo han solidificado, como la victoria en casa ante el Córdoba CF en un gran partido tras la primera derrota del año, o los triunfos en plazas como Málaga o Zaragoza, algo que también ayudó mucho, pero es indiscutible que el mayor orgullo del año, y la mayor victoria de este equipo, es haber recuperado la conexión con la ciudad", concluye.
Una ciudad que le cambió la vida al técnico nacido en Vigo durante su formación, e incluso allí encontró a la que hoy es su esposa. Cuenta por cierto que la primera vez que visitó Granada fue para hacer las pruebas físicas de acceso a la carrera, y quiso aprovechar para visitar la Alhambra, por si nunca más regresaba a territorio nazarí. Entonces "era un 6 o 7 de julio y la única opción para acceder era a las tres de la tarde… Imagínese el paseo por la Alhambra a esa hora y ese día, hacía un calor tremendo, pero tenía que aprovechar por si no volvía", evoca. Ahora han pasado casi dos décadas, y de camino a un regreso a LaLigaSantander certificado en Son Moix, el Granada Club de Fútbol ha logrado al fin reencontrarse con lo que nunca debió dejar de ser, y Martínez ha puesto la ciudad a sus pies y los de su equipo. Pocas dudas hay de que si el gallego hoy quisiera volver a la Alhambra, podría elegir la fecha y la hora en la que visitar el monumento más visitado de España, ¿verdad?
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