Zinedine Zidane sabía a lo que se exponía cuando regresó para recuperar el puesto de inquilino en el banquillo del Real Madrid. Son 49 días desde su regreso. 49 días que no han espantado los fantasmas, pero en los que sí ha empeorado el estado anímico en que se encontraba la plantilla. En la noche del domingo, tanto el técnico galo como sus futbolistas parecieron tocar fondo en Vallecas: un equipo desdibujado, sin personalidad y apático que, sin nada en juego, le regaló esperanza al Rayo de cara a una posible salvación.
"No hemos encontrado el gol pero no es solo eso, hoy no hicimos nada desde el minuto uno al final. Nada a todos los niveles, no solo en el del gol [...] Estoy muy enfadado porque nuestra imagen ha sido mala y soy el responsable, no solo los jugadores. Hay que pedir perdón por lo que hicimos todos hoy", palabras de Zidane al término del encuentro.
Es la primera vez que se ha podido ver Zizou tan contrariado y verdaderamente enfadado con su equipo. La idea en un principio era terminar el trámite del final de Liga de la mejor manera posible y con la mayor dignidad, pero ha resultado estar siendo todo lo contrario. El curso pasado terminaron a 17 puntos del campeón, el FC Barcelona y ahora mismo, a falta de tres jornadas, se sitúan a 18 de distancia y la brecha podría ir en aumento con los nueve últimos puntos en juego.
Como decíamos al principio, Zidane tomó las riendas del equipo hace ya ocho jornadas de Liga. Al aficionado blanco se le debe estar haciendo larga la travesía, pero realmente no son tantas jornadas (más teniendo en cuenta que ha habido a menudo Liga entre semana). De esos ocho partidos, son cuatro victorias (Celta, Huesca, Athletic y Eibar), dos empates (Leganés y Getafe) y dos derrotas (Valencia y Rayo). Lo que hacen un total de 14 puntos de 24 posibles. Cifras que, sin ser excesivamente malas, han acrecentado el sentimiento de sangría en competición doméstica; más aún teniendo en cuenta que no tienen ningún título en juego y que pelear por el escudo era la única motivación.
Un último dato para poner en contexto el mal trago que está salvando como puede el Real Madrid: si la Liga se jugase desde el momento que llegó Zidane al equipo blanco, estarían fuera de Europa. Barça, Atlético, Athletic y Sevilla encabezarían la tabla y el Madrid sería quinto.
A Zidane le pesa la falta de gol, donde sólo Karim Benzema está cumpliendo, le cansa la falta de actitud de muchos jugadores, la poca intensidad sobre el terreno de juego cuando hay que presionar o cuando hay que correr, pero sobre todo siente estar en deuda con la afición. Sabe que la temporada puede terminar de manera aciaga para los madridistas en caso de que el Barcelona conquiste un nuevo triplete y por eso en la rueda de prensa se desahogó: "Me gustaría que acabara ya la temporada pero tenemos que jugar tres partidos y haciendo otra cosa, no podemos dar todos esta imagen. Yo el primero, lo que pensé no ha salido nada. Tenemos que respetar al fútbol, al club y acabar jugando mejor, porque lo de hoy no puede ser. Hoy no puedo defender a mis jugadores. Es la realidad. No se puede jugar así y no son solo ellos, yo soy el responsable y el que prepara un partido en el que se hace todo lo contrario".