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Liga

El Valladolid cae ante el Atlético con el VAR como protagonista (1-0)

Gol en propia puerta del conjunto pucelano y posible penalti por mano de Arias en la recta final del choque. Melero mantuvo su decisión pese al VAR.

Pasó en la primera vuelta y se volvió a repetir la historia en el partido del Wanda Metropolitano, porque esta temporada los duelos entre Atlético de Madrid y Valladolid no van de la mano sino que van de manos. En Pucela y con 2-3 se pidió penalti de Arias y en Madrid con 1-0 pasó exactamente lo mismo con idéntico resultado, colegiado al monitor por chivatazo del VAR y decisión intacta, es decir, sin penalti.

La situación parece surrealista/ desesperante y más para un equipo como el Valladolid que se juega el descenso en cada partido que resta de aquí a final de temporada, pero las dos decisiones tomadas en su día por Undiano Mallenco y Melero López, respectivamente, son lícitas. La explicación es sencilla: pueden ser dos manos o no serlo, pero si en las imágenes no hay ninguna toma que diferencie entre aire, hombro y mano o el árbitro no tiene claro si es voluntaria o no, los colegiados no pueden pitar penalti y eso fue lo que pasó en Zorrilla y en el Wanda Metropolitano. Ojo, deberían empezar ya a decidirse de una vez sobre voluntariedades para no excusarse siempre con criterios cambiantes.

Las explicaciones no le servirán de nada al Valladolid que siente, merecidamente, que en ambos encuentros debió lograr dos puntos más de los que tiene ahora en su casillero. Y tienen más razón que un santo porque las dos actuaciones rojiblancas tanto en la ida como en la vuelta dejaron mucho que desear. En la vuelta, un Atlético con sensación de ir a medio gas sumó nuevamente los tres puntos y además lo hizo con un gol en propia puerta. Las inercias en el fútbol son importantísimas y el 1-0 final fue una prueba evidente de ello.

Sin Rodrigo, no hay equilibrio

Cuando los partidos son cerrados, tácticos y con un balón que pese a no parar de moverse está bajo cero a nivel de peligro, no es siempre necesario un jugador que acelere a la velocidad del rayo o que reviente el ritmo del encuentro. Hay ocasiones en las que no se necesita esa anarquía sino que se antoja vital la simpleza y si hablamos de naturalidad en pases y movimientos colchoneros es imposible no hablar de Rodrigo Hernández.

Cuando el Atlético juega con Rodrigo puede jugar bien, mal o regular, pero siempre da la sensación de estar equilibrado. ¿Es un día fácil y con todo a favor? Rodrigo te lo templa y te lo mece. ¿Es una jornada difícil, cerrada y sin espacios? El 14 cierra el centro del campo en defensa y permite que en ataque todo tenga un puntito más de velocidad estando en el sitio adecuado y dando el pase al lugar y en el momento preciso. Además, los que rodean al ex del Villarreal se sueltan más porque tienen menos responsabilidades que asumir. En resumen, es el diapasón que sirve para afinar al Atlético.

Ante el Valladolid, Simeone rotó y optó por una dupla en el doble pivote formada por Thomas y Saúl. Koke y Lemar completaron el centro del campo y la pareja Griezmann-Morata cerraron los puestos de ataque. Ese era el plan para hacer daño al equipo pucelano aunque ni mucho menos el Cholo encontró lo que quería. Thomas no dominó la medular, estando sólo por momentos, y arriba sólo Lemar demostró capacidad para desbordar y romper líneas. El Valladolid se encontró relativamente relajado durante los primeros 45 minutos y salvo alguna que otra opción aislada de Griezmann y un disparo de Sergi Guardiola, tanto Masip como Oblak estuvieron tranquilos en el acto inicial.

Polémica para una segunda parte igual de mala

No mejoró el Atlético de Madrid en la segunda parte y el Valladolid tampoco subió demasiado su nivel de atrevimiento. Todo ello provocó que el 0-0 se fuese acomodando en el marcador con la clara intención de no variar. Simeone buscó como ya hiciese ante el Valencia revertir la situación con cambios ofensivos, véase la salida de Correa por Filipe, retrasando de nuevo a Saúl al lateral. Ese cambio fue importante, pero el más necesario lo hizo el Cholo al descanso sin perder más tiempo: Thomas fuera y Rodrigo dentro. Traducción: diapasón para el instrumento.

El devenir del choque, lento y sin oportunidades, fue cansando mental y físicamente tanto al Atlético como al Valladolid que acusaron los tres partidos jugados en poco más de una semana y a estas alturas de campeonato. El cambio de Sergio con Toni Villa tampoco ayudó y justo cuando el Valladolid empezaba a ver que un punto le cuadraba en sus cuentas llegó la gran jugada de Saúl y el gol en propia puerta de Joaquín tras intentar evitar el remate a portería de Griezmann. Nada le sale bien al Valladolid, acribillado por los detalles, y eso que en muchos partidos, por ejemplo en este ante el Atlético, firmó una actuación con más merecimientos que castigo. Suele pasar cuando el agua te llega al cuello y hay pocos sitios a los que agarrarse.

A partir del 1-0, en el que también se pidió falta previa de Griezmann, los locales se dedicaron a las contras y el Valladolid a jugar a la desesperada. Oblak, como siempre, volvió a repeler todo lo que llegó a su portería y el resto de los minutos sirvieron para ver la falta de sangre o de ganas de Vitolo entrando como revulsivo y la resurrección de Correa cuando también parecía transitar por el resto de la temporada. La jornada de reflexión del Cholo no deja en buen lugar al canario.

La jugada polémica del VAR cerró el partido y terminó de romper las ilusiones del Valladolid. En el cuadro local, deberes hechos, segundo puesto muy cerca de quedar amarrado y la Liga… El Barcelona manda.

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