En el Barça están desesperados con Coutinho. El fuerte desembolso realizado para contratar al brasileño en enero de 2018, tras meses y meses de negociaciones y algún que otro desplante, no ha dado el resultado esperado. Pese a un inicio fulgurante con la camiseta azulgrana, en esta temporada –la primera que arrancaba de inicio – se esperaba mucho más de un futbolista del que no se cuestiona su calidad, pero sí su actitud y confianza.
De hecho, en las últimas semanas ha sonado como posible moneda de cambio para futuras negociaciones, y su futuro a corto plazo parece estar más fuera que dentro de Can Barça.
Pero quizá la solución para el brasileño podría ser más simple de lo que parece. Y es que Coutinho parece haber caído en la desgracia que persigue a los futbolistas culés que habitan en una casa que, desde 2014, es propiedad de algún jugador azulgrana.
La casa de Fàbregas
En 2014 Cesc Fàbregas adquiría una preciosa mansión en Castelldefels, en la lujosa y tranquila urbanización Bellamar. El desembolso por hacerse con la vivienda –valorada en unos 3,5 millones de euros – parecía zanjar los rumores sobre la posible salida del futbolista de Arenys del Barcelona, después de una temporada en la que fue muy cuestionado y en la que tuvo enfrentamientos con algunos de sus compañeros de equipo.
Sin embargo, sólo unas semanas después de la adquisición Cesc Fàbregas confirmaba su fichaje por el Chelsea. Comenzaba así la maldición de la casa de Bellamar.
Fàbregas se quedó la casa en propiedad, y nada más salir rumbo a Inglaterra se la alquiló a Thomas Vermaelen. El central belga llegaba ese mismo verano como uno de los centrales más consolidados de Europa, tras brillar en el Arsenal y en la selección de Bélgica.
Pero nada más llegar, Vermaelen se lesionó de gravedad. Tanto, que terminaría la temporada disputando un único partido, en la última jornada de Liga, tras más de diez meses de baja por lesión. Al año siguiente sería cedido a la Roma, y pese a que hace dos campañas regresó a la entidad azulgrana, su calvario con las lesiones ha continuado desde entonces.
El siguiente inquilino de la lujosa casa de Castelldefels fue el portugués André Gomes, fichado por el Barcelona en el verano de 2016. A pesar de la expectación que levantó el joven centrocampista tras su gran temporada en el Valencia, que despertó el interés de los más grandes de Europa, lo cierto es que nunca llegó a demostrar la calidad que atesora vestido de azulgrana.
Es curioso ver cómo un futbolista que había apuntado tanto en un buen equipo como es el Valencia, y que este mismo año está ofreciendo un magnífico rendimiento en el Everton inglés, pasó dos temporadas sin apenas protagonismo en el Barcelona, en las que fue continuamente silbado por su propia afición, reconociendo incluso que pasaba un auténtico calvario cada vez que debía jugar un partido.
Coutinho, la última víctima
El último jugador azulgrana que se ha mudado a la casa de Cesc Fàbregas ha sido Philippe Coutinho. El brasileño no se lo pensó cuando Suárez y Messi le recomendaron la vivienda, muy bien vista por los futbolistas por la tranquilidad que aporta.
Y, como le sucediese a Fàbregas, Vermaelen y André Gomes, el mal fario está acompañando a Coutinho desde que reside en la lujosa vivienda. Una vivienda de 750 metros cuadrados de mansión, en un terreno de más de 1.000 metros cuadrados, con varias plantas, gimnasio, piscina, ascensor… pero que parece que no acompaña a los futbolistas a la hora de rendir en el campo.
Veremos si Coutinho termina con la maldición o, por el contrario, termina saliendo del club azulgrana por la puerta de atrás como sucediera con los anteriores inquilinos.