Carlos Isaac, Keidi Bare, Toni Moya, Montoro y Agüero. Cantera al poder en la lista de Simeone ante el Dépor. Fuera de ella, Giménez, Juanfran, Vrsaljko, Filipe, Vitolo y Griezmann. En el banquillo, para empezar el choque, Diego Costa. ¿Es la previa de un partido copero con 0-3 en la ida? No, es la situación que vivió Simeone en la jornada 30 de la Liga. Dos razones para vivir con lo justo: lesionados/sancionados y mala planificación. ¿Algo más? Sí. Partido posterior a un parón internacional. Ojo al panorama.
Con todo lo dicho en el inicio y pese a ser el Deportivo uno de los peores equipos de la categoría, Simeone estará, sin duda, tremendamente satisfecho con el 1-0 del Metropolitano. No se jugó bien, el rival mereció más, sólo un penalti pudo romper el partido en favor del Atlético, sin Griezmann y Costa no hay poder ofensivo… Al argentino todo eso le dio exactamente igual porque su equipo no cayó en la trampa que tenía ante los gallegos y cuando el oficio de los suyos funciona, el Cholo es feliz.
Esquivada la trampa, el Atlético ya piensa en la Europa League donde recuperará efectivos para el combate. Con los tres puntos ante el Dépor incluso se puede pensar que el descanso para algunos jugadores no ha venido mal. Es lo que tienen las victorias, que transforman lo malo en bueno. En Galicia, por su parte, no hay trampa. Hay un infierno que se acerca cada vez más.
Inocencia deportivista vs oficio atlético
La plantilla del Deportivo de la Coruña va a darle muchas vueltas a la primera parte que realizaron en el Wanda Metropolitano. Fueron superiores al Atlético, gozaron de varias ocasiones clarísimas para marcar el 0-1 y posteriormente el 1-1, tuvieron a los rojiblancos atascados en ataque y dubitativos en defensa, pero todo lo realizado por los hombres de Seedorf acabó con 1-0 en el marcador, es decir, en remar para morir en la orilla.
Para a un equipo que bordea el descenso y que necesita en un campo como el Metropolitano jugar de 10 y esperar que el rival lo haga de 4, no le vale con ladrar, tienen que morder y, si es posible, hacer toda la sangre posible para que el rival no se recupere a tiempo. El Atlético nunca recibió el mordisco deportivista y como a todo equipo en crisis le crecen los enanos, el 1-0 llegó en el mejor momento blanquiazul y con un penalti tonto de Mosquera por agarrón a Saúl.
Seedorf no se lo podía creer mientras Simeone daba gracias por haber salvado la mala primera parte de los suyos con ventaja en el luminoso. No fue un buen primer tiempo de los rojiblancos notándose en exceso que Griezmann veía el partido desde la grada y Costa hacía lo propio desde el banquillo. Faltaba creación y el caos que genera Diego. Era un Atlético plano y previsible.
Correa y Gameiro eran los encargados de suplir a la pareja titular y al rescate de ambos se unió Koke situándose en todo momento por detrás de ambos para surtirles de balones. Esa era la idea de Simeone, subir la posición de Koke y darle libertad creativa, pero Gameiro mete infinitamente menos miedo que Costa y los centrales deportivistas, sin excesos, hicieron lo justo para que el galo no les hiciese daño. La segunda línea con Saúl y Thomas no logró réditos fuera del área y la mayoría de las veces los dos sólo actuaron para pasar el coche escoba en los rechaces.
La pena máxima transformada por Gameiro cambió el menos del Atlético por el más y viceversa en el Deportivo.
Lucas, el avión, salvó el día
En la segunda parte, más y más oficio colchonero. No era día para volverse locos en ataque y mucho menos sabiendo que al Deportivo le tocaba volcarse en plan suicida si el 1-1 no llegaba. El Atlético intentó marcar los tiempos del encuentro y reducirlos a la menor velocidad posible para aprovechar la que tuviese arriba y estuvo cerca de lograrlo.
Con Simeone atento a que su expupilo Adrián no le amargase el día poniendo a prueba al canterano Carlos Isaac, el partido se fue moviendo a la par que las fichas del tablero iban cambiando. Seedorf puso en liza a Borja Valle y con su salida llegó una de las jugadas defensivas del año. El ex del Oviedo pudo haberse quedado sólo ante Oblak si no hubiese aparecido como un avión, Lucas Hernández. Ni viendo la repetición diez veces parece posible que el francés llegue al corte, pero llega. Y no sólo llegó sino que lo hizo justo al borde del área y con la sensación de que si eres delantero y ves a Lucas en el retrovisor o tienes otro moto con cohetes en los laterales o más te vale que le saques 30 metros.
Lucas elevó los decibelios en el Metropolitano, terminó de hundir al Deportivo y fue el preludio de la entrada de Diego Costa. Fue otro de los cambios que variaron el guión del choque. Ya no le resultó tan fácil al cuadro visitante anticiparse al Atlético. Con Diego regresó el caos y rozó el 2-0 en una ocasión clara con la derecha aunque no fue necesario el segundo gol.
Pitido final mediante, Simeone celebró varias cosas. La victoria de su equipo, el debut de notable de Carlos Isaac como titular en el lateral derecho y el estreno de otro de los canteranos citados, Moyá. Y lo más importante, no hubo ni lesiones ni sancionados para el derbi. Milagro de Semana Santa.