Josu Urrutia al fin dio la cara públicamente. El presidente del Athletic concedió una rueda de prensa en la que se protegió ante su afición e intenta arrojar a Kepa a los leones.
Urrutia sostiene que su club ha ofrecido a su portero, que termina contrato el próximo 30 de junio y aún no ha renovado, las cantidades que solicitaban sus representantes: "Somos consciente de lo que se comenta y se dice por ahí y hasta que no nos diga que no quiere renovar tengo que ser positivo. Nos corresponde agotar las posibilidades, queremos que se quede aquí y esperemos que Kepa haga lo mismo".
Sobre el Real Madrid avanza que "no ha habido ningún acercamiento de ninguna clase, somos conscientes de los rumores, pero no tenemos constancia del agente de ninguna oferta". Y repite que "se tiene que querer marchar y abonar la cláusula". Un proceso, añade que dura "15 meses de manera ininterrumpida. Hemos intentado y conseguido detectar lo que quería la otra parte, hemos llegado hace un mes a un punto de encuentro, estamos en un momento de impás para saber si nos dice sí o no".
Urrutia sabe que ha metido la pata –que se marche de esta manera una de las grandes perlas de Lezama es un error histórico– y quiere cubrirse las espaldas ante las seguras represalias de la afición. Pero de nada sirve ahora tirar la casa por la ventana para intentar renovar a una de tus perlas cuando hace meses estás haciendo la uña. El presidente, que sabe que Kepa se marchará, tira de postureo para no quedar como el malo de la película. Pero en Bilbao no tragan.
Kepa, que ya ha decidido hace meses que no renovará su contrato y que jugará en el Real Madrid, será libre el 30 de junio. Si el Athletic se niega a negociar, el conjunto merengue valora dos opciones: esperar hasta verano para incorporar al joven guardameta –esta opción deja a Kepa en una situación incomoda, ya que debería estar en Bilbao hasta junio en un ambiente muy crispado– o depositar la cláusula, 20 millones de euros, en la LFP.