Se estaba a punto de llegar a la década de los 90 cuando, quizá atraído por un país que empezaba a ponerse de moda y sacaba pecho a nivel internacional merced a los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla que no tardarían en llegar, Jon Jóhannesson aterrizó en España. Su intención no iba más allá de pasar unas vacaciones. De hecho, seguramente no era capaz de imaginar cuando puso sus pies en la piel de toro el vuelco radical que le iba a dar la vida. Y es que, durante su periplo por la península ibérica, conoció a la que terminaría convirtiéndose en su mujer.
Poco más tarde, precisamente en el año de los Juegos y la Expo, Jon contraía matrimonio con la gijonesa Amelia Pando en Islandia. Una unión adelantada a su tiempo, entre una española y un islandés, casi improcedente en una época en la que internet y globalización eran palabras del todo desconocidas, pero que sin embargo no tardaría en fructificar en una sorprendente descendencia. Así, el 3 de octubre de 1993 nacían en el ovetense Hospital Central de Asturias los hermanos Cristian, Diego, e Ingemar Jóhannesson Pando. Trillizos descendientes de un rubio nieto de vikingos y una morena heredera de Don Pelayo, algo tan rocambolesco para la época que incluso La Nueva España publicó la noticia como un hecho tan relevante como ése era en la España de 1993. Apenas 13 meses después, David, el cuarto de la saga, se une a la familia numerosa, que se establece a orillas del Cantábrico, en Villaviciosa.
Así arranca la historia de uno de los cuatro hijos de Amelia y Jon. Diego, consolidado como lateral derecho de un Real Oviedo que aspira este curso a regresar a una Primera División que no pisa desde la temporada 2000/01, tiene un sueño. Diego Jóhannesson Pando quiere ser uno de los 24 españoles que compitan el próximo verano en el Mundial de Rusia, pero sus sueños no pasan por estar entre los convocados por Julen Lopetegui, sino por defender la camiseta de Islandia tras su histórica clasificación para la cita global. Y eso es algo que a día de hoy no es ni mucho menos imposible. `Diegui´, como todo el mundo le conoce en Asturias, llegó al juvenil del Oviedo en 2011, con 17 años, saltando al primer equipo aún en 2ªB, en la temporada 2014/15. Por aquel entonces, debido a su mote, pocos habían reparado en su apellido. Sería Sergio Egea, el entrenador argentino que devolvería ese año a los carbayones a la segunda división, quién ejercería de visionario: "suena mejor Jóhannesson que Diegui, a partir de ahora deberías llamarte así". Dicho y hecho, el cambio en el nombre deportivo del lateral no tardaría en hacer saltar alguna alarma en Reikiavik, a más de 2500 kilómetros en línea recta de Oviedo. Tras algunas gestiones de su progenitor en la capital islandesa, Jóhannesson dejó para siempre de ser Diegui, y a finales de enero viajaba para medirse a Estados Unidos con Islandia. En apenas cuatro meses, había pasado de jugar en el filial carbayón a aspirar a estar en la Eurocopa 2016. Ahora, con serias opciones de estar en Rusia, y con su Oviedo peleando seriamente por volver a la elite del fútbol español, el hispano-islandés, astur-vikingo si lo prefieren, atiende a Libertad Digital en el mejor momento de su carrera.
¿Cómo era su relación con Islandia antes de que todo esto empezara?
Desde que éramos pequeños íbamos por allí cada vez que podíamos. Hubo una época que por motivos económicos no podía ir mucho, porque el viaje es caro, pero siempre que hemos podido hemos intentando ir. Ahora últimamente voy un par de veces al año, cuando me lo permite el fútbol.
Vayamos al origen de esta historia.
Cuando empiezo a jugar en 2ª división, en las navidades del 2015 concreto una charla con el seleccionador en el estadio de Reikiavik, y me dice que está interesado y que debería sacarme la nacionalidad, que todavía no la tenía. Justo después de las navidades de 2016, la consigo gracias a unos trámites que hace mi padre en Islandia, y a finales de enero me llevan a Estados Unidos a ese primer amistoso.
Pero antes de esa cita, pasó algo curioso. Cuénteme ese proceso en el que la afición del Oviedo `viraliza´ su situación en redes sociales, para que llegue su nombre a Islandia.
Para mí fue un poco rápido (risas). Acababa de llegar al fútbol profesional, y la afición se movilizó en redes sociales usando mi apellido. Todo ello llegó a los medios islandeses, que si yo estaba jugando bien y tal. Empezaron a mover vídeos míos y al final salió en la prensa islandesa. Y a partir de ahí todo muy bien. Me hicieron algunas entrevistas, salió mi nombre, y empiezan a hablar de mí en prensa también.
Y entonces, las lesiones le dejan fuera de Francia 2016.
Fue el peor momento de mi carrera, justo cuando estoy sacando la cabeza en el fútbol profesional, y también con la selección, me llega una lesión muy desafortunada en el peroné. No sé si hubiera ido a la Eurocopa, porque llevaba sólo una convocatoria y los compañeros que habían trabajado en la clasificación tenían más posibilidades, pero bueno, nunca se sabe. La lesión fue una desgracia. Al principio no sabíamos que tenía, parecía sólo un golpe pero yo tenía mucho dolor. Y al mes supe que era una fisura y que me perdía el final de liga y era imposible ir a la Eurocopa.
Menudo mazazo. ¿Se acercó a Francia a ver algún partido?
Me fui a Islandia a recuperarme de la lesión justo en la Eurocopa, por petición del seleccionador. Quería que conociera más sus costumbres y tal. Así que no pude vivir los partidos en Francia.
Mejor aún, los vivió en Islandia. Aquello debió ser impresionante.
Imagínese, justo me marché de allí el día que ganamos en octavos ante Inglaterra, pero viví el ambiente del pase a octavos y fue una pasada, me encantó poder estar allí.
Hábleme de la cultura deportiva islandesa.
Les encanta el deporte en general, todo el mundo allí es deportista de una u otra forma. El balonmano era el deporte rey, ahora está empezando a ser el fútbol. También el baloncesto. La verdad es que les gusta todo.
Casi han pasado ya dos años desde aquel debut del asturiano en una convocatoria del combinado vikingo, que acabó con derrota por 3-2 de la selección entonces dirigida por el sueco Lars Lagerbäck y el dentista islandés Heimir Hallgrimsson, hoy solo en el cargo de una selección que jugará en Rusia su primer mundial. Aquel 31 de enero de 2016, en el StubHub Center de Carson (California), Jóhannesson se estrenó como internacional en la segunda parte, tras pasarlas un poco crudas durante una concentración en la que el ex azulgrana Eidur Gudjohnsen ejerció como improvisado traductor para el guaje, al que sus compañeros obligaron a pagar en la concentración la clásica peonada del novato, obligándole a subirse en una silla y cantar una canción –"elegí bailando, de Enrique Iglesias", confiesa-. Allí incluso desde su nueva federación trataron de intentar pescar algo más en el sorprendente caladero asturiano de talento islandés.
Una vez que comenzó su vinculación con el equipo, ¿Le preguntaron por la posibilidad de contar con sus hermanos a medio plazo?
Sí, me preguntaron. De hecho, de pequeño jugábamos los cuatro, pero dos de ellos lo dejaron en juveniles. Y el pequeño, David, llegó a jugar conmigo un partido en el Oviedo B, cuando él estaba en el equipo juvenil de División de Honor. Hasta el año pasado jugaba en 2ªB, en el Lealtad, pero ahora ya no. Tuvo varias lesiones y dijo que se iba a jugar al equipo del pueblo, a regional.
Eso es lo que se llama `hacer un Michu´.
Sí, como Michu, además de verdad (risas). Ha recuperado la ilusión por el fútbol y a ver si le va bien.
¿Conserva familia en Islandia?
Y tanto. Abuelos, primos, tíos, tengo más familia allí que aquí.
Supongo que no habla mucho islandés, ¿Cómo se entiende con sus abuelos, por ejemplo?
Con la familia antes hablaba algo en inglés, ahora ya mejor porque hace tiempo que estoy yendo a una academia. De islandés sólo sé palabras sueltas y alguna frase. Es muy complejo, para aprenderlo hay que vivir allí.
Recientemente ha renovado en el Oviedo hasta 2019, pero, ¿Le ha llegado a plantear algún equipo islandés algo?
No, no. El fútbol islandés es un nivel muy inferior a otras ligas, la segunda española es una buena liga. No hay interés de ningún equipo. De hecho me recuperé con el Valur de la lesión en el peroné. Su nivel sería como un 2ªB español de los buenos. Había buenos jugadores, pero es una liga en la que entrenan por la tarde, la gente trabaja… Es un poco complicado.
Sin embargo, aquella lesión en el peroné le complicó bastante la situación al asturiano, que no sólo se perdió la Eurocopa de 2016, sino que no contó para el seleccionador Hallgrimsson en ningún partido de la clasificación para el Mundial. Pero en el último parón internacional, se le volvieron a abrir las puertas de los Strákarnir okkar (`nuestros muchachos´, como se conoce en Islandia a su equipo nacional), para jugar dos amistosos en Doha ante la República Checa y Qatar, llegando incluso a debutar como titular en el disputado ante los asiáticos. Y con grandes sensaciones para Johánnesson, a tenor de lo que él mismo reconoce a Libertad Digital.
¿Con qué posibilidades se ve de cara a estar en Rusia? ¿Más que para la Eurocopa?
La verdad es que me veo con más opciones, sí, porque estos dos últimos amistosos no son como el de Estados Unidos, sino que a Qatar ha ido la gente de más nivel, digamos titular. Además, me veo asentado en segunda división, y soy el único de la selección que está jugando en España. Hay varios en Inglaterra, alguno en Alemania y Grecia… Pero creo que puedo dar una alternativa que ahora mismo no tienen en el lateral.
¿Cómo fue ese momento de escuchar el himno nacional como titular?
¡Buah! Era algo nuevo, un sueño que cualquiera tiene, debutar de titular con una selección nacional. Es una sensación maravillosa.
¿Y qué hizo durante el himno?
Me abracé a los compañeros y sólo lo escuchaba. No sé la letra pero el ritmo sí.
¿Se ha planteado aprenderse la letra, aunque sea de memoria?
Sí, creo que tengo que aprendérmelo. Es algo que a ellos les parecerá bien, seguro. Tengo por lo menos que intentarlo.
Reconózcame que se ha visto jugando ese posible cruce en cuartos contra España.
(Risas) Primero hay que pasar de grupos, que va a ser muy complicado, pero bueno, ojalá podamos enfrentarnos y yo esté ahí.
Jugarán en la fase previa ante Argentina, Croacia y Nigeria, ¿Qué le parece?
Para mí la suerte que tuvimos de clasificarnos no nos acompañó en el sorteo, creo que es el grupo más difícil del mundial. Argentina y Croacia son los favoritos, claro. Pero no sólo nosotros somos competitivos, sino que he visto partidos de Nigeria y es un muy buen equipo, para mí el mejor africano.
Lo que está claro es que el apoyo en Rusia para su selección volverá a ser masivo.
Imagino que será como en la Eurocopa, que fue una pasada. Entonces creo que estuvo el 26% de la población del país en Francia, supongo que será algo parecido.
Y hablando de afición, lo del apoyo de la del Oviedo a su causa sigue siendo fantástico, ¿Qué siente uno cuándo le marca un gol al Córdoba y se va a hacer el famoso `Viking clap´ a la grada y todo el mundo le sigue? ¡Parecía preparado aquello!
La verdad es que salió muy bien. Llevaba varias semanas comentándolo, que si marcaba lo haría. Desde una lesión que tuve. Dije que si volvía y marcaba se lo dedicaba a Islandia por la clasificación al Mundial. Me imaginaba que la afición me iba a seguir, porque a ellos les gusta hacerlo, y suponía que iba a salir bien. Y sí, salió perfecto.
Son los sueños mundialistas de un asturiano al que varias casualidades acumuladas le plantean estar ante la oportunidad de su vida. La pega es que, de ser convocado por Islandia para la gran cita del 2018, tendría que perderse unos hipotéticos playoffs de ascenso con el Oviedo, por coincidir en fechas con la concentración vikinga. Eso sí, por más que sus anhelos se cumplieran, y el próximo 16 de junio en Moscú estuviera cantando el Lofsöngur (himno islandés), antes del debut de los nórdicos en una Copa del Mundo, Jóhannesson no puede negar que, en el fondo, es un guaje más.
¿Qué tal la gastronomía islandesa? Elija: cachopo, o arenques.
Me gusta mucho el hangikjöt, una especie de cordero ahumado. También el harðfiskur, un bacalao que toman como aperitivo. Pero sí, si tengo que elegir, me quedo con un buen cachopo. Soy muy fan del cachopo.