El Deportivo Alavés se clasificó para la final de la Copa del Rey por primera vez en su historia tras eliminar al Celta en semifinales. Tras empatar a 0 en Balaídos, los de Pellegrino ganaron (1-0) en un Mendizorroza a reventar con un gol de Edgar.
Fue una eliminatoria muy igualada en la que el Alavés, más fresco mentalmente, le ganó la partida a los célticos en la batalla táctica. Mientras el conjunto vitoriano fue fiel a su estilo, los de Berizzo renunciaron a su juego de salón, salieron más pendientes de anular el peligro rival que desarrollar el suyo propio y el miedo y la presión, de un equipo que llegaba como favorito, atenazó a los olívicos.
La afición del glorioso dio una lección de animación y apoyo en un partido donde cerca de 1.000 valientes vigueses estuvieron 18 horas en carretera dos días para arrimar el hombro. A pesar de estar en minoría, se hicieron notar, no dejaron de apoyar, y pese a la derrota y la lógica decepción, sacaron fuerzas de flaqueza para despedir a su segunda familia con una tremenda ovación.
Los jugadores salen a agradecer a la afición. Así sí. pic.twitter.com/7yU7Y2FxL8
— Edgar Garrido (@edgargf91) February 8, 2017
El Alavés no solo fue justo vencedor siendo superior en el terreno de juego, también dio una lección de deportividad. El brasileño Deyverson, un auténtico gladiador durante los 90 minutos, guardó la espada tras el encuentro y no se olvidó de los derrotados. El brasileño, en medio de un Mendizorroza que era una auténtica fiesta, tuvo el enorme detalle de ir a saludar y animar a la afición rival. Un gesto que conmueve a todo el celtismo y que llena de orgullo al mundo del fútbol.
El Alavés, fiel a su apodo el glorioso, dignificó su victoria.