El Atlético de Madrid haría bien en no caer en el siempre recurrente "ya caerá el equipo X" que tanto daño hizo en 2014 cuando se subestimó a los rojiblancos y que se está utilizando ahora en territorio madrileño sustituyendo la incógnita de la ecuación con el nombre del Sevilla.
El partido en San Mamés demostró que en esta Liga los fallos se pagan y tanto Athletic como Atlético perdieron la oportunidad de seguir peleando en la parte alta para conseguir sus respectivos objetivos. Simeone empieza a ver al Sevilla cada vez más lejos. Ahora se ven siete puntos por debajo y más allá de las ambiciones primarias del inicio de curso, el primer objetivo colchonero debe tener color blanco. Aunque el sevillista, no el madridista.
Si el Atlético recupera el partido a partido y logra pasar al Sevilla, seguro que el Cholo no verá con malos ojos ir a la caza de otro objetivo, pero a día de hoy y yendo paso a paso, la tercera plaza debe ser la obsesión en el Calderón.
Dos fallos, dos goles
Un gol al principio de la primera parte y otro al final para demostrar por qué la igualdad es la palabra más repetida cuando se habla de duelos entre el padre, el Athletic, y el hijo, el Atlético de Madrid.
El primero en rebelarse fue el más pequeño de los dos, siguiendo con la metáfora de sus orígenes, y lo hizo pillando a los locales en algo impropio en San Mamés. El Athletic salió dormido al terreno de juego mientras que Simeone y los suyos en 3 pases dieron sensación de fluidez y de peligro. Muchas veces eso no se traduce en goles y menos tan pronto, pero en el minuto 3, el Atlético anotó el 0-1.
Sería Koke el encargado de abrir el choque sin querer marcarlo él, pero queriendo que lo marcara Griezmann. Centro del ‘6’, cruce por delante de Griezmann con su defensor y lío de Iraizoz para ver como el balón se colaba en su portería. En plena celebración, Antoine señaló a Koke para decirle que él no la había tocado y que, por tanto, el gol era del centrocampista rojiblanco.
Con el 0-1 en el marcador, el Athletic se revolucionó demasiado y eso facilitó la labor de Gameiro en la punta de ataque. Simeone colocó a su ‘9’ para que fuese el encargado de hacer buenos los balones largos y el francés se encontró en su salsa gracias a la caraja de los centrales bilbaínos y a la cantidad de metros que los mismos pusieron a su servicio.
Pese a todo, el partido, poco a poco, empezó a inclinarse en dirección a la portería de Moyá, pero el Athletic fue acumulando faltas en ataque con jugadores como Iñaki Williams, desesperados al verse por debajo en el marcador. El choque se volvió demasiado intenso por momentos y sólo Muniain sacó del letargo al cuadro de Valverde multiplicándose en el césped de San Mamés.
El descanso parecía destinado a mantener el 0-1 en el luminoso, pero del desespero se pasó al delirio en la grada con un golazo de bandera de Lekue. El defensor aprovechó un balón muerto en la frontal para armar la derecha y poner el balón en la red con un disparo imposible para Moyá.
Nadie esperaba el 0-1 en el 3’ y lo mismo pasó con el 1-1 antes del parón. Poco importaba lo que se esperara porque los dos goles reiniciaron el choque para ambos equipos y dejaron lo mejor para la reanudación.
Griezmann salva los muebles
El Atlético de Madrid pasó de tener controlado el partido a tenerlo prácticamente perdido si no llega a ser por Griezmann. Los rojiblancos que más finos estuvieron en la segunda parte fueron los leones de Valverde que, a base de intensidad, hicieron desaparecer el juego de contraataque del Atlético para imponer su calidad con el balón de por medio.
Muniain devoró rivales siempre que tuvo el balón en los pies y cogió la moto en varias ocasiones para dejar atrás a su marcador y al de sus compañeros. Los visitantes empezaron a perder de vista las segundas jugadas y fueron cometiendo errores en defensa. El Athletic olió la sangre y, cuando Giménez falló en la marca, De Marcos apareció en el 57’ para poner por delante a su equipo.
El gol avivó San Mamés y también a Simeone que, en pocos minutos, ya tenía en el terreno de juego a Torres, Gaitán y Correa. En el minuto 60, el argentino ya había agotado los cambios en una señal clara de que no era día para calcular los tiempos del partido. Valverde, por su parte, aguantó hasta la recta final para mover ficha y esa falta de físico la pagó el Athletic con el 2-2.
El nuevo Antoine de 2017, es decir, el mismo de siempre que sólo desapareció a finales de 2016, sacó el tarro de las esencias a relucir y en dos jugadas silenció San Mamés, uno de sus campos predilectos. Primero lo hizo con una vaselina sutil y espectacular que no subió al marcador por un fuera de juego que no existió. Pero a Griezmann nadie le separa de su cita con el gol en Bilbao. En el 80’, cuando más ahogado parecía el Atlético, puso su zurda al servicio del equipo y marcó un gran tanto para responder al de Lekue en el 1-1.
El gol de Griezmann provocó que Atlético y Athletic tuviesen que decidir entre atacar, defender o ceder el balón al otro para buscar las contras. Nada de eso ocurrió y los aficionados al fútbol lo agradecieron. El 2-2 abrió la veda y ambos conjuntos se lanzaron al cuello del contrincante en 10 minutos de vértigo. Ida y vuelta constante, pero sin premio. Una pena.
Gran partido visto en San Mamés entre dos equipos que dieron espectáculo sin beneficio para ninguno. El Atlético se aleja de las medallas y el Athletic sigue sin dar caza al Villarreal.