John Guidetti es el máximo goleador de la Copa del Rey. El delantero sueco ha sido una pieza clave en la andadura por el torneo del K.O. de un Celta, que se juega entrar en su primera final en quince años contra todo un Sevilla. Delantero internacional con Suecia, en su país se le compara con Ibrahimovic. Físico extraordinario, presiona la salida de balón, gran instinto asesino, sabe utilizar muy bien el cuerpo, se asocia a la perfección y no está exento de calidad.
Pero, independientemente de sus grandes cualidades futbolísticas, lo que más llama la atención de este rubio fortachón es su curiosa historia. A sus 23 años tiene la mochila llena de vivencias que le han forjado un carácter peculiar, tanto dentro como fuera de los terrenos de juego.
Kenia marca la personalidad de Guidetti
Fueron dos hechos, por encima del resto, los que tatuaron a fuego su temperamento. John se crío entre algodones. Cuando tenía solo tres años la familia Guidetti decidió trasladarse a Kenia. Su padre, Mike, un exjugador de rugby de origen italiano, se convirtió en el director de una escuela sueca en Nairobi. El pequeño John, un jovial niño de piel blanca y pelo rubio, tuvo allí su primer contacto con el fútbol. Fue en una barriada arruinada en la que las porterías se marcaban con hojalatas y pedruscos y en la que los campos eran de tierra enfangada. Allí, jugando con los pies descalzos, asimiló toda una filosofía vital: "No tienen comida ni ropa, pero cada día dan gracias al Señor por el regalo de la vida", explicaba Guidetti, fervoroso creyente, al The Sentinel.
Posteriormente, John dio el salto a un equipo local. "Lo primero que sucedió cuando empecé en el equipo fue que enterramos a nuestro capitán, que se ahogó junto con su hermano cuando iban a bañarse en una piscina de unos ricos después de un entrenamiento", explicaba Guidetti.
Esta experiencia llevó a la creación posterior de la Guidetti Foundation, que ayuda a través del fútbol a los niños desfavorecidos de Kibera y Mathare, dos barrios marginales de Nairobi. El propio John mantiene contacto periódico con sus responsables en África.
Tras su regreso a Suecia y comenzar a despuntar, los grandes europeos llamaron a su puerta. Con tan sólo 13 años, se puso en marcha su particular tour. La Lazio fue su primera parada. Pero el viaje que no olvida fue el de Milán, donde tenía una prueba con el Inter. Su padre alquiló un Fiat Punto que terminó convirtiéndose en su inesperado hogar durante la semana de estancia de los Guidetti. Se celebraba la Semana de la Moda en Milán, las plazas hoteleras no abundaban -los precios de las disponibles eran prohibitivos- y no había otra alternativa, había que dormir en el coche.
Pero su destino final no fue el país de origen de su padre, sino Inglaterra. Cuando John tenía solo 15 años se marchó al Manchester City, que entrenaba un compatriota suyo, Sven-Göran Ericksson.
Una hamburguesa casi le retira
Guidetti, con tan sólo 20 años, tuvo que superar la prueba más dura a la que se había enfrentado. Una cuestión vital que a punto estuvo de retirarle del fútbol. Tras hacer babear a toda Holanda con su rendimiento en el Feyenoord -entrenado por Ronald Koeman-, el día de su vigésimo cumpleaños su novia y sus amigos fueron a cenar unas hamburguesas para después dar una gran sorpresa a John: una fiesta privada en un club nocturno. Guidetti comenzó a sentirse mal y su habitual sonrisa se borró de un plumazo de su cara. Tuvo que marcharse a casa. No pudo dormir por los violentos vómitos.
Koeman se enfadó al día siguiente. Asociaba su malparado estado a la resaca. "No he probado una gota de alcohol en mi vida", afirmaba Guidetti. Lo que en un principio parecía una gastroenteritis, se convirtió en una pesadilla que duró 18 meses. A los diez días intentó regresar a la actividad deportiva, ahí descubrió que tenía entumecida la pierna derecha. "Calienta en la bicicleta estática", le dijeron. No pudo ser. Desequilibrado, se cayó al intentar ponerse los pantalones. Lo llevaron al hospital. Descubrieron que un trozo de pollo en mal estado le había causado una infección y los anticuerpos generados por su organismo habían afectado a su sistema nervioso. La musculatura de su pierna se evaporó por completo. Fueron dos larguísimos años en los que muchos dieron su carrera por terminada. Un maldito trozo de pollo estuvo cerca de tumbar al fornido vikingo.
Nada más lejos de la realidad. Quizás este revés podía con casi cualquiera, pero no con super Guidetti, como le gusta que le llamen. Jamás tiró la toalla. Se puso su capa y comenzó a trabajar y, poco a poco, los resultados llegaron.
Un ídolo alumbra Vigo
Tras relanzar su carrera en el Celtic la pasada temporada -15 goles en 35 partidos-, y conquistar el Europeo Sub 21 con Suecia -en su país es un auténtico ídolo de masas-, el Celta se adelantó a todos y cerró el fichaje de Guidetti para las próximas cinco temporadas. Después de pasar por un puñado de equipos -Brommapojkarna, Manchester City, Burnley, Feyenoord y Celtic-, John ansiaba encontrar una casa. Sin embargo, sus inicios en Vigo no fueron fáciles.
Su técnico, Eduardo el Toto Berizzo, de jerarquías muy marcadas, tenía su equipo. Guidetti jugaba minutos sueltos y rara vez era titular. Da igual. Jamás borró su sonrisa y se dejaba el alma en cada entrenamiento. El premio a su trabajo encontró su climax el pasado miércoles en el Calderón. Un derechazo desde 35 metros enseñaba el camino de las semifinales a un Celta que terminó por imponer su estilo de juego ante el Atlético de Madrid.
En Vigo, Guidetti ha hecho gala de ese carácter especial, de otra pasta, que no abunda entre los futbolistas de élite, deslumbrados por la fama, y que le ha acompañado durante toda su vida. El sueco, todo corazón, intensidad, positivismo, alegría, es puro espectáculo, un todoterreno que lo mismo te cose un huevo que te fríe un alfiler. Igual te juega con un niño enfrente de la playa...
... que saca sus dotes de cantante para imitar, sin rubor, a Mariah Carey.
Su entrevistas nunca dejan indiferente a nadie:
En definitiva, John Guidetti en estado puro. Un gran jugador pero, ante todo, una persona especial, un generador de sonrisas, que no olvida, quiere vivir allí cuando se retire, sus inicios bajo el intenso sol de Kenia. De momento, en Vigo se frotan las manos. El show Guidetti acaba de comenzar.