Berizzo, indignado por la marcha de Augusto, no saludó a Simeone
El técnico argentino del Celta, muy molesto tras la salida del líder de su equipo.
Augusto Fernández volvía el pasado domingo a Balaídos con su nuevo equipo, el Atlético de Madrid. El argentino, excapitán y alma del Celta, jugó con la casaca rojiblanca en el que fue su campo durante tres temporadas y media. Tan sólo 11 días después de despedirse de la afición olívica vistiendo la camiseta azul celeste ante el Athletic de Bilbao. ¡En 11 días Augusto jugó con dos equipos distintos en el mismo terreno de juego! Hecho que destapa las miserias de una liga desequilibrada donde China y las televisiones mandan sobre los propios aficionados españoles.
El enfado de Berizzo y del Celta
Ser seguidor de un equipo de fútbol obliga a aceptar las despedidas como algo habitual. Mucho más si por tus venas corre sangre de club modesto. La marcha de Augusto, sin embargo, no es una más. Se produce a mitad de Liga, cuando el Celta firma la mejor temporada de su historia y sin la aprobación del entrenador, un Berizzo indignado al que se le pasó saludar a Simeone el pasado domingo -el Toto llamó personalmente al Cholo para rogarle, sin éxito, que no le quitara a su comandante de la sala de maquinas-.
Una afición, la olívica, que pierde la ilusión al ver como su equipo pasa de un estado de euforia y luchar por la Champions a una depresión de caballo al verse minimizado por la perdida de la pieza clave que equilibra a su equipo, que desde entonces firma tres derrotas consecutivas. El líder, la extensión del entrenador en el campo, no sólo desangra las ilusiones de una afición, sus propios excompañeros se sienten desorientados sin su brújula... Un mamporrazo al sueño de toda una ciudad.
Liga de pandereta
En la temporada 2010 la Liga decidía suprimir la normativa que impedía fichar en el mercado invernal a jugadores de otros equipos de primera que hubieran disputado más de cinco partidos con su club. Hasta esa campaña sólo podían cambiar de equipo a mitad de temporada los jugadores que hubieran jugado un máximo de cinco partidos.
Al suprimir está normativa, como es lógico, se beneficia, como siempre, a los peces gordos. Los Real Madrid, Barcelona, Atlético, Valencia o Sevilla podrían arreglar su mala planificación deportiva contratando a mitad de curso a los jugadores más destacados del resto de los equipos. Un reglamento esperpéntico.
En el caso de Augusto, el segundo de la Liga le arrebató al por entonces cuarto clasificado un pilar básico en mitad de la función. ¿Se imaginan que Alberto Contador le quita los bidones de agua a Nairo Quintana en plena ascensión al Tourmalet? Los grandes arrebatan sus mejores futbolistas a los descarados que se atreven a desafiar el orden establecido. Un absurdo ilustrado, una fórmula mezquina que remarca la desigualdad de un campeonato que camina viciado desde el reparto televisivo. En el fútbol español parece que la meta no es igualar, sino distanciar.
¿Por qué se permite que un equipo pueda quitarle a otro a su mejor jugador en plena competición? ¿Por qué Javier Tebas, presidente de la LFP, sigue vendiendo que lucha por la igualdad de la competición? ¿Por qué? Cosas del fútbol moderno.
Augusto, el disgusto al corazón celeste
El excapitán céltico no lo dudó en cuanto recibió la llamada del Cholo. Más dinero, más fama, la posibilidad de luchar por títulos y dejar de ser invisible para el Tata Martino, seleccionador argentino. Normal y comprensible.
Ahora bien, ¿por qué Augusto se puso la máscara de actor y escenificó un celtismo que solo recorre por sus venas de cara a la galería? Los golpes en el pecho, el besar el escudo, las citas románticas en rueda de prensa que aparentan un compromiso artificial para toda la vida... ¿por qué?
Cuando eres el capitán y sabes que te bajas del barco a mitad de temporada, que abandonas el proyecto más ilusionante de la historia de tu equipo, no puedes esperar que tu afición te entienda. Augusto tuvo que escuchar pitos en su vuelta a la que el mismo definió como su casa. También algo normal y comprensible.
Atlético, ¿el equipo del pueblo?
En su día, Diego Pablo el Cholo Simeone, técnico del Atlético de Madrid, definió al Atleti como un equipo del "pueblo" y lo comparó con el Nápoles de Maradona. "El pueblo normalmente toma como referencia a la gente que más necesita esforzarse para tener logros. Nosotros somos un equipo de pueblo y por eso la gente se nos acerca".
El Atlético, como buen equipo del pueblo, ha sido el club español que más dinero se ha gastado esta temporada en fichajes. 117 millones de euros. El tiburón rojiblanco, que presume ser diferente al Barcelona y al Real Madrid, sin miramientos -en pleno derecho, porque la normativa así lo permite- aprovechó la rendija del reglamento para arrancarle el alma al por entonces cuarto clasificado. Acción, al menos, éticamente discutible para un conjunto que vende esa imagen de equipo del pueblo. Para suturar la herida que produjo en su centro de operaciones la fractura de tibia de Tiago, el Atleti asestó un monumental disgusto a toda una afición, que ahora anda melancólica. ¿Lobo con piel de cordero?
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