Para el aficionado clásico al fútbol en España, El Molinón y el Carlos Tartiere son dos plazas francamente reconocibles. Y Sporting de Gijón y Real Oviedo, dos de los clubes más importantes del país tradicionalmente. Sin ir más lejos, el 16º y 17º en la clasificación histórica de la primera división. Y además, por regla general, son dos equipos que caen muy bien a la mayor parte de seguidores del balompié patrio. Quizá por representar a esa fantástica tierra asturiana donde año tras año miles de compatriotas pasan sus vacaciones disfrutando de una geografía y gastronomía sin parangón, o quizá sencillamente por motivos futbolísticos. Pero lo que es seguro es que las últimas semanas han permitido al fútbol español reconciliarse con el Principado, con el que había sido muy cruel en los últimos años.
El pasado 31 de mayo, ascendía el Oviedo en Cádiz, acaso en la eliminatoria de ascenso a la Liga Adelante más mediática de los últimos años. Atrás quedaban años durísimos, con la desaparición del club a la vuelta de la esquina, tras una dolorosa caída desde la elite de la 1ª división, desde que en la temporada 99/00 ejecutara el descenso del Atlético de Madrid, hasta que los carbayones siguieran ese mismo camino en la siguiente campaña, y vivieran los peores momentos de su historia con un descenso administrativo a 3ª división en agosto de 2003 que dejaría en evidencia la gestión del club, y que sería la primera prueba de fuego de la fidelidad de una afición que nunca abandonó el sentimiento azul, ni en las más duras, y que sería el gran argumento para evitar su desaparición definitiva. En junio de 2005 se alcanzaría la 2ªB pero, increíblemente, dos años más tarde, volvería a bajar, esta vez deportivamente, al pozo de la 3ª, del que volvería a huir en 2009. Todo ello, en una inestabilidad desde la gestión que provocaría múltiples cambios en la directiva, con no pocas tiranteces con la grada, también dirigidas al banquillo en ocasiones, principalmente en la etapa del `Lobo´ Carrasco en 3ª. Ahora, con el multimillonario Carlos Slim al frente, y muy especialmente, claro, por el regreso al fútbol profesional, los ovetenses vuelven a soñar con la burguesía del fútbol español, de la que fueron parte relevante durante el siglo pasado.
Menos dramático en lo deportivo ha sido el devenir del Sporting, aunque también las ha visto de todos los colores en lo administrativo. Dejó la primera en 2012, tras una de esas decisiones que marca una trayectoria: la destitución de Manolo Preciado que, como ocurrió con Mel en el Betis en 2014, sólo anticipó el descenso al abismo. Ahora, el regreso a la Liga BBVA asegura una viabilidad económica que volvía a estar en entredicho, y por la que preocupaba incluso el pago de las nóminas de los próximos meses, como ha reconocido el presidente Antonio Vega. Pero ante todo, el ascenso lo ha conseguido un equipo orgulloso, con una base importante formada en Mareo, y dirigida por un entrenador de la casa, el `Pitu´ Abelardo, que reconocía en Tiempo Extra la enorme "emoción de ascender a este equipo siendo de aquí". Un ascenso con dedicatoria clara, la del propio Manolo Preciado, fallecido justo tres años antes de subir en Girona, y al que, como reconocía el ex defensor internacional "la gente quiso mucho por lo que representó para el Sporting". Un ascenso tan estrambótico por lo ocurrido ("los 40 segundos más largos de mi vida", admite Abelardo), como quizá inesperado, incluso con el partido del Villamarín ya finalizado, pues admite que "el empate del Lugo fue un milagro, ya que cuando se pitó el final en Sevilla, la verdad es que no pensábamos que fuera a producirse".
Dos ascensos que necesitaba el deporte español. Miles de personas en las calles de dos ciudades tan enfrentadas como necesitadas una de la otra, en una de esas rivalidades que alimenta el carácter nacional. Y un regocijo y un descanso enorme para Asturias, que multiplicará el retorno económico del balompié, con una hostelería sobrada en verano pero a la que vendrán de maravilla los visitantes durante el curso futbolero. Y en dos años, quién sabe, como reclama el técnico sportinguista: "me alegro mucho por el Oviedo. Ojalá en dos años vivamos un derbi en primera". Porque desde el 15 de marzo de 1998, último derbi asturiano en la cumbre, ya ha llovido, ¿verdad?