Nikola Karabatic se puede ir tranquilo. Quería jugar los últimos años de su vida deportiva a buen nivel en un equipo potente, con presupuesto y que pudiera optar a la Champions. Todo le salió bien al francés que jugará un año más en el París Saint Germain, en casa, y se retirará. Eso sí, lo hará siendo leyenda en este deporte. El Barcelona se hace con una competición que se le resistía desde 2011 al batir en un partido precioso al Vezprem húngaro. Todo un partidazo.
Pudo empezar a ganarlo todo el equipo de Pascual en los últimos minutos de la primera parte. Tres goles de Karabatic y dos paradas monumentales de Saric impulsaron a los españoles al 14-10 con el que se llegó al final de los primeros treinta minutos. Todo unido a la defensa en media hora de clinic auténtico. Con 5-1 adelantado los azulgrana ahogaron al equipo húngaro que se veía impotente
Sólo había que mantenerlo, no confiarse. Muchas veces hemos visto partidos que se escapan, copas que se esfuman en los últimos minutos, en una segunda parte mala. No fue el caso. Entrerrios y Gurbindo marcaron nada más empezar y paraban en seco a Nilsson y a Nagy, estiletes del equipo magiar. Esos goles y Saric, un portento de portero descomunal. La clave de los dos días
Aún así se agarró moribundo el Vezprem al partido. Llegó a ponerse a dos goles (19-17), pero estiró de nuevo el Barcelona (21-17). Poco a poco el equipo español se asentaba, sacando brillo a la novena Copa de Europa. El gol de Karabatic a ocho minutos ponía color blaugrana al trofeo (24-18), a seis del término 25-19. La copa era española
Aún sacó orgullo el Vezprem con un gol de Nagy a tres minutos y medio (25-21), rota la posibilidad con el gol de Nodesbo. Rotos los sueños magiares, vivos los azulgrana, favoritos y campeones justos. Segunda Champions para su técnico, premio evidente al mejor balonmano que lo ha practicado el Barça en este fin de semana redondo para los culés.