
Cristiano Ronaldo ha resucitado. Después de tres meses en los que ha distado bastante de su mejor nivel, el luso asombró este domingo con los cinco goles que firmó en la escandalosa goleada del Real Madrid al Granada (9-1), logrado tres de ellos en un espacio de apenas ocho minutos (entre el 30 y el 38).
Unas cifras que le permiten situarse con 36 goles después de 29 jornadas. Una barbaridad. Con este repóquer de goles, Cristiano supera en cuatro a Leo Messi (32), que este domingo no marcó en Balaídos ante el Celta, y ya es el octavo máximo goleador de la historia de Primera División, superando a Pahiño, que entre 1943 y 1957 firmó 210 tantos con las camisetas del Celta, Real Madrid y Deportivo de La Coruña.
El luso lleva un total de 213 goles y se encuentra a seis de Quini -séptimo en la tabla con 219-, a 11 del también exjugador del Barça César Rodríguez, a catorce de Alfredo di Stéfano y a quince de Raúl González.
El líder de la clasificación es Leo Messi, actualmente con 275 tantos, después de que el argentino rebasara a Telmo Zarra (251) el pasado mes de noviembre en el partido de Liga ante el Sevilla en el Camp Nou (5-1).
El promedio de Cristiano esta temporada en Liga es de 1.12 goles por partido -el segundo mejor en la historia de Primera División- y, de seguir con esta progresión, acabaría el curso con 47 tantos. De esta forma, superaría los 46 tantos que firmó en la temporada 2011/12, aunque en aquella ocasión el pichichi fue para Messi con 50 dianas. Desde entonces, CR7 ha logrado 34 goles en el torneo liguero (temporada 2012/13) y 30 (2013/14).
Por si fuera poco, conviene destacar otro dato más que resulta sencillamente abrumador: Cristiano Ronaldo lleva más goles que 14 equipos de Primera. Así el luso, supera a Rayo Vallecano (35 goles a favor), Real Sociedad (34), Málaga (32), Espanyol (32), Celta (29), Athletic de Bilbao (27), Levante (27), Eibar (27), Getafe (26), Deportivo (24), Almería (24), Elche (23), Córdoba (20) y Granada (19), que ha sido precisamente la última víctima del portugués.
Una auténtica barbaridad la del crack de Madeira, al que muchos ya daban por muerto pero que en el Domingo de Resurrección, ante el equipo de Abel Resino, se encargó de callar muchas bocas.