Después de un largo periodo bajo la lupa de aficionados y prensa, Andoni Zubizarreta abandonó la dirección deportiva del FC Barcelona, destituido fulminantemente por el presidente del club, Josep María Bartomeu. El responsable del fútbol del club catalán ha sido el primero en salir dentro de una crisis que amenaza con arrasar todo lo que encuentre a su paso en la entidad.
La mala relación de Leo Messi y Luis Enrique, la discreta actuación del equipo esta temporada y las consecuencias de las denuncias por las cifras en el fichaje Neymar que derivaron en la dimisión de Sandro Rosell como presidente, han convertido la atmósfera dentro del club en irrespirable, un callejón sin salida que ha obligado a Bartomeu a tomar una decisión que había negado desde entonces: disolver la dirección deportiva y convocar elecciones.
Poco queda de aquel proyecto que se inició en junio de 2010 cuando Rosell ganó las elecciones. Zubizarreta era el hombre elegido para llevar las riendas de la dirección deportiva en sustitución Txiki Beguiristain, pero las sombras y las dudas sobre su trabajo surgieron desde el primer momento en un entorno que siempre le recordó sus fichajes fallidos.
La búsqueda del central
Tuvo que lidiar con la salida del hombre más admirado por el barcelonismo, Pep Guardiola, y lo apostó todo a la continuidad del proyecto con Tito Vilanova. Cuando la salud impidió al técnico continuar en su cargo, vio en el Tata Martino el hombre perfecto para lidiar con el vestuario, motivar a Leo Messi y continuar con la idea de fútbol desarrollada antes. La elección de los técnicos –Luis Enrique cada vez está más cuestionado- ha confirmado su fracaso al frente del apartado deportivo, pero la mayoría de las críticas se han centrado en su política de fichajes.
Zubizarreta siempre cargará con el estigma de no haber podido fichar un central de garantías para ejercer como sustituto de Puyol. Sólo uno de sus primeros fichajes, Mascherano, que venía para ejercer como mediocentro, se ha consolidado como defensa titular. La apuesta de traer un centrocampista que pudiese ejercer las funciones de defensa no salió bien hace dos temporadas cuando llegó el camerunés Song por 22 millones de euros.
Presionado por los técnicos, este verano consiguió cerrar las contrataciones de dos nuevos centrales, pero de nuevo la apuesta fue objeto de críticas. El club pagó 24 millones de euros por el valencianista Mathieu, otro jugador reconvertido a esa posición que ya cuenta con 31 años. El centro de las críticas fue la adquisición del belga Vermaelen, que llegó tras una temporada en blanco en el Arsenal y lesionado. A pesar de asegurar que estaría recuperado en un plazo breve de tiempo, el futbolista ha pasado por el quirófano sin debutar y se perderá toda la temporada.
Otro de los puntos de conflicto con la labor de Zubizarreta tiene que ver con la gestión de algunas salidas. Dolió especialmente la marcha de Thiago Alcántara al Bayern de Múnich de Pep Guardiola. El llamado a liderar el relevo de Xavi Hernández e Iniesta abandonó el equipo por la puerta de atrás. Tampoco existió sintonía para la continuidad de otro de los pilares de la plantilla. Víctor Valdés decidió no renovar su contrato y se marchó ante el asombro de los aficionados.
El escándalo del fichaje de Neymar
La gota que colmó el vaso fue el fichaje de Neymar. Las cifras ocultas pagadas por su traspaso al padre del futbolista y al Santos han llevado al club a los tribunales. Y, aunque el propio Zubizarreta se encargó de resaltar un día antes de que se conociese su despido que el responsable directo era el propio Bartomeu -entonces vicepresidente deportivo- el bochorno vivido con un fichaje que asciende a más de 140 millones de euros fue el golpe definitivo para la dirección deportiva.
Más de 500 millones de euros gastados en fichajes en estos cuatro años y medio no han dado el rendimiento esperado en un alto porcentaje de los casos, algo que ha puesto en contra a un amplio sector de la afición. Precisamente, entre los aficionados cunde el desánimo sobre una cantera que desde que se hizo cargo del fútbol azulgrana tiene una presencia residual en el equipo. Cuando el dedo de los aficionados cambió de dirección y señaló más arriba, Zubizarreta fue el primer sacrificado.