Jugar con la muerte al lado, los antecedentes de las muertes de aficionados
Varios partidos en los últimos años han seguido su curso habiendo por medio una o varias muertes. Es la sinrazón del fútbol.
Jugar con la muerte al lado, con la sensación espantosa de que algo es negro en el ambiente. Algo cercano al drama absoluto. Partidos que han seguido su curso a pesar de acontecimientos completamente trágicos. Los ha habido en la historia. Rescatamos algunos de ellos.
Sin duda el que más llama la atención sucedió el 29 de mayo de 1985 en Bruselas, en el estadio de Heysel. 39 personas entre hinchas de la Juve y del Liverpool fallecieron aplastados contra las verjas del estadio. 96 personas fueron heridas. La final de la Copa de Europa entre la Vecchia Signora y los reds ingleses se jugó. Esperaron dos horas hasta que Phil Neal, capitán del Liverpool leyó un comunicado entre sollozos. "No queremos jugar, pero será peor no hacerlo". Se refería, sin duda, el defensa al miedo a represalias de los grupos ultras que tenían que hospedarse en la ciudad un día más. Era muy arriesgado. A los hooligans les costó caro la fechoría, pero a los clubes ingleses casi más. Seis años sin jugar en competiciones europeas.
Aquella final marcó un antes y un después. Nunca en un partido tan decisivo la tragedia había afectado tanto, había llegado tan dentro. Si no se suspendía aquel partido era complicado suspender cualquier otro. El horror no acaba con ese día de mayo en Heysel.
El 22 de mayo de 1995, el hincha del Genova Vicenzo Spagniolo esperaba tranquilamente a las puertas del estadio de Marassi, el feudo de su equipo, para entrar a ver un Genova–Milan. En ese momento, sin motivo aparente, varios aficionados rossoneri lo apuñalaron. El partido no sólo se jugó sino que los asesinos ocuparon tranquilamente sus butacas en el estadio.
Mas cerca nos toca el tema Aitor Zabaleta. El 9 de diciembre de 1998, en los aledaños del Vicente Calderón, como el domingo, poco antes del comienzo de un Atlético–Real Sociedad de octavos de final de la Copa de la UEFA, el Frente Atlético asesinó a este aficionado de la Real. Veinte minutos después el partido daba comienzo. El Atlético pasó la eliminatoria más triste.
Hay más ejemplos en el mundo del fútbol, desgraciadamente. Omitimos aquí las muertes o reyertas que se han producido tras un partido, que han sido varias y que tampoco ocasionaron siempre suspensiones de jornadas, o actos luctuosos. Nos centramos en los partidos que se jugaron con ese dolor y tristeza que no se te va de la cabeza. Ni al público ni a los profesionales.
El último caso en Europa, el hincha del Nápoles tiroteado a las faldas del Olímpico de Roma por un hincha local minutos antes de la final de Copa de Italia el pasado 5 de mayo. Lo dramático de la situación supera lo imaginable. Ciro Exposito, que así se llamaba el hincha, murió casi dos meses después, tras una agonía letal e insufrible producida por un tiro a bocajarro en el pecho. El hincha detenido era de la Roma, que ni siquiera jugaba la final. Así está el fútbol en este sentido.
Son pruebas definitivas de la gravedad de la situación que, a veces, se hace insostenible, se hace irremediable el poder del miedo ante el sentido común. Son sinrazones que causa el mundo del fútbol. Hay un problema profundo y el que no lo quiera ver, tendrá también un problema, casi más grave.
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