No era la primera vez que se citaban con otros grupos ultras en peleas organizadas, ni siquiera era la primera vez que se veían envueltos en asesinatos. Sin embargo, los miembros de Frente Atlético y Riazor Blues siguen protegidos por Atlético de Madrid y Deportivo de La Coruña, a pesar de protagonizar incidentes como el que se vivió este domingo en Madrid. Con el pretexto de ser un grupo de animación del equipo, reciben entradas, cuentan con cuartos de material en las instalaciones de los clubes, organizan viajes y se lucran con la venta de esas entradas.
En el caso del grupo ultra rojiblanco, se encarga hasta de la gestión de los bares que se encuentran dentro del estadio junto a la grada en la que se sitúan en todos los partidos, con el beneplácito del club. Consiguen entradas para todos los desplazamientos, que luego revenden para financiarse y mantienen una estrecha relación con altos cargos del club para conseguir abonos y evitar listas de espera.
Es habitual verles participar en multitudinarias peleas contra facciones de ultraizquierda como los Biris del Sevilla o los Bukaneros del Rayo Vallecano. El último incidente que se recuerda fue la pelea en un área de servicio cuando se encontraron ultras de Sevilla y Atlético en la A5 a 200 kilómetros de Madrid. Volaron sillas y causaron numerosos destrozos en el establecimiento.
Fundado oficialmente en 1982, el Frente Atlético está formado por 2.500 miembros, aunque en la grada llegan a juntarse hasta 4.000 personas. Los abonos más baratos del Vicente Calderón son los suyos y se ha convertido en un reclamo para atraer a aficionados jóvenes. De ideología neonazi, es habitual que en los partidos pronuncien cánticos racistas, ondeen banderas y enseñas preconstitucionales y se cante el "Cara al Sol".
Aitor Zabaleta y Manuel Ríos
Su historial de violencia vivió su punto álgido hace 16 años, el 9 de diciembre de 1998. Atlético y Real Sociedad se enfrentaban en UEFA en el campo de los madrileños cuando un grupo de miembros del Frente Atlético arrinconó a Aitor Zabaleta, un aficionado de la Real Sociedad que había viajado a ver a su equipo. Ricardo G. C. miembro de la facción Bastión 1903 asestó una puñalada que acabó con su vida y conmocionó al fútbol español. Sin embargo, a pesar de la presión social, la muerte de Zabaleta no trajo consigo la disolución del grupo ultra, que siguió contando con el beneplácito del club para entrar en el Vicente Calderón y mantuvo todos sus privilegios hasta el presente, convertido en el grupo ultra más poderoso de España, con vínculos en otros países europeos como Italia y Alemania.
Los Riazor Blues tampoco son ajenos al historial de sangre. Creado en 1987, se convirtió el grupo de animación más numeroso del Deportivo de La Coruña y su presencia creció paralela a los éxitos del equipo. De ideología de extrema izquierda e independentista, está formado por diversas facciones, entre las que se encuentra Los Suaves, una de las facciones más violentas a la que pertenecía Francisco Javier Romero Taboada, el ultra fallecido este domingo tras caer al río manzanares.
Con la protección y connivencia del club, los Riazor Blues tienen el control absoluto de sus gradas y reciben el apoyo del Deportivo en forma de entradas y viajes, a pesar del largo historial violento que arrastran. Seis meses tardaron en volver a organizarse después de su disolución en 2003. El 8 de octubre de aquel año moría el aficionado Manuel Ríos en los alrededores del Estadio Multiusos de San Lázaro. era un aficionado del Deportivo que salió en defensa de unos chicos del Compostela que estaba siendo agredidos por estos energúmenos. Los dirigentes del grupo aseguraron que lamentaban profundamente el fallecimiento y optaron por disolver el grupo, pero a los seis meses las banderas regresaban al fondo de Riazor.
Desde entonces, se han convertido en uno de los grupos de aficionados más violentos del fútbol español y a menudo protagonizan multitudinarias peleas como la que tuvo lugar en Madrid Río. Este mismo año protagonizaron batallas campales con ultras del Sporting de Gijón, del Real Zaragoza y, hace unas semanas, del Valencia.
El trasfondo de ambos grupos es la ideología. El odio entre facciones de ultraderecha y ultraizquierda se ha desatado en numerosos foros públicos y se ha convertido en algo habitual que con motivo de los partidos se citen para protagonizar peleas con todo tipo de armamentos. Después de la muerte de Francisco Javier Romero en las inmediaciones del Calderón, el presidente del Atlético de Madrid, Enrique Cerezo y Tino Fernández, presidente del Deportivo, aseguraron que la pelea no tenía nada que ver con sus clubes y sus aficiones. El próximo fin de semana, las pancartas y banderas del Frente Atlético y los Riazor Blues volverán a lucir en las gradas.