La pelea entre miembros del Frente Atlético y los Riazor Blues, que se producía en la mañana de este domingo en el entorno del Vicente Calderón en Madrid -y que terminó con la muerte de uno de los ultras gallegos, Francisco Javier Romero Taboada, alias Jimmy-, estaba organizada hace días. El seguidor del Deportivo murió como consecuencia de un traumatismo craneoencefálico con hemorragia y el estallido del bazo por un golpe provocado posiblemente por una barra de hierro. Así se refleja en la autopsia.
No fue algo casual y no se limitó a una cita por las redes sociales. Todo estaba perfectamente planeado por parte de ambos bandos. Los miembros del Frente Atlético habían quedado a las 7:00 horas para prepararse para la pelea en los alrededores del estadio Vicente Calderón. Allí hicieron acopio de defensas extensibles, barras de metal, bates de béisbol, puños americanos y armas blancas.
Sabían que los Riazor Blues iban de camino y, por ello, aparcaron un coche junto a la salida del peaje de la Autovía A-6, que une Galicia con Madrid. Desde allí, el coche se encargó de seguir al autobús de los radicales gallegos, que se detuvo en Galapagar, a 35 kilómetros de la capital.
Burla de los controles policiales
En dicha localidad esperaban algunos miembros de Bukaneros, aficionados radicales del Rayo Vallecano, y de Alkor Hooligans, los ultras del Alcorcón. Según destaca este lunes el diario El Mundo, los radicales gallegos burlaron los controles de las brigadas provinciales de información de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado contratando el viaje en autobús en Lugo y no en La Coruña.
El objetivo era coger desprevenidos antes de tiempo a los miembros del Frente Atlético y entrar en uno de sus bares de reunión habituales, conocido como El Triste, para destrozarlo y arrasar con quienes se encontrasen allí. Una vez en los alrededores del estadio, comenzaron a lanzar pirotecnia para intimidar al otro bando, pero se encontraron con que había cerca de 100 personas armadas esperando su llegada
La pelea comenzó alrededor de las 8:00 horas y además de los violentos del Frente Atlético y los Riazor Blues, participaron miembros de otros grupos de ultras, repartidos de la siguiente forma:
- Con los violentos gallegos se habían alineado los Bukaneros y los Alkor Hooligans, todos ellos de ideología de ultraizquierda.
- Al lado del Frente Atlético pelearon miembros de los Ultra Boys, seguidores radicales del Sporting de Gijón. Según El Mundo, la Policía conocía que los del Frente Atlético quedaron a las 7:00 de la mañana para desayunar, pero no le dieron importancia.
La Policía sospecha que la macropelea fue convocada vía teléfono móvil desde hace días por los radicales de ambos grupos. Según fuentes conocedoras de los hechos, el pasado sábado durante la disputa del Atlético de Madrid-Málaga ya se hablaba en algunos foros de la cita de este domingo.
Las mismas fuentes aclaran que Frente Atlético tiene un móvil oficial desde el que se distribuyen entre los miembros radicales del grupo las comunicaciones relativas a la adquisiciones de entradas o convocatorias para viajes a otras ciudades. El Frente Atlético es un grupo dirigido por personas con ideología de extrema derecha, iconografía que se puede percibir claramente en sus pancartas.
Por su parte, los Riazor Blues son de extrema izquierda y agrupan a sectores con diferentes grados de violencia, entre los que destacan por su radicalidad Los Suaves. La Jefatura Superior de Policía ha abierto un investigación para aclarar los hechos y determinar la responsabilidad de quienes han participado en los incidentes, así como si la reyerta es el resultado de una convocatoria previa realizada a través de WhatsApp.
Pese a todo, la Delegación de Gobierno de Madrid ha apuntado además que "según informaciones facilitadas por la Jefatura Superior de Policía de Galicia, no estaba prevista la llegada a Madrid de miembros de la hinchada del Deportivo Riazor Blues", y que "la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte había calificado el encuentro como de riesgo bajo".
Los antidisturbios estaban lejos
En las inmediaciones del estadio se había desplegado -como es habitual- una Unidad de Intervención Policial horas antes del inicio del partido. Pero los ultras se citaron lo suficientemente lejos como para que no pudieran atajar la reyerta.
El dispositivo de seguridad establecido para este encuentro, de acuerdo con su calificación, estaba formado por un centenar de agentes de Policía Nacional, entre la UIP, Caballería y guías caninos, así como por 60 agentes de la Policía Municipal, además de los "patrulleros habituales del distrito", según fuentes de la Delegación del Gobierno.