A Gerard Piqué los líos se le acumulan y su futuro en el Barcelona cada vez parece más difuso. El defensa ha perdido el favor de los técnicos y de una parte importante de los aficionados y su historial de salidas de tono le ha dejado en una posición muy comprometida. Lejos queda aquel central que deslumbró con el Barça y la selección española, del que nadie dudaba que estaba entre los mejores defensas del mundo.
El último que parece haber perdido la confianza es Luis Enrique. El asturiano ha evitado pronunciarse, pero las imágenes de Piqué con lo que parece ser un móvil en el banquillo durante la Supercopa de Cataluña, ha sido la última gota de un vaso lleno de despropósitos. Las cámaras de televisión captaron cómo el defensa manipulaba el teléfono mientras se disputaba el partido, algo completamente prohibido.
Luis Enrique aseguró desconocer lo sucedido, pero lo cierto es que la no inclusión del central en la convocatoria ante el Celta de Vigo se entendió como un castigo por lo acontecido. También ha sido criticada su actitud en el palco durante el encuentro ante los gallegos, en el que estuvo distraído y más pendiente del móvil que de lo que hacían sus compañeros sobre el campo. Piqué ni siquiera se quedó hasta el final del choque y abandonó el campo antes del final.
Bromas de mal gusto
La prensa deportiva barcelonesa ya se ha apresurado a abrir la puerta del club al jugador y supuestas ofertas de equipos ingleses han sido motivo de portadas. El crédito de Piqué ha comenzado a agotarse desde que su rendimiento sobre el campo no alcanza para tapar sus salidas de tono fuera de él. Se ha posicionado públicamente a favor de la consulta separatista catalana y su compromiso con la selección ha quedado tocado.
No había mantenido el mejor comportamiento en la concentración en el Mundial de Brasil. Decepcionado con su actuación, Del Bosque no lo convocó para los primeros partidos después del fracaso en el Mundial y no era el primer problema del jugador dentro de la selección. Aún se mantiene el recuerdo del episodio con Pedro Cortés al que Piqué se dedicó a escupir junto a Cesc, mientras iban montados en el autobús descapotable celebrando el triunfo en Sudáfrica.
A su reciente bronca con la Guardia Urbana en el Puerto Olímpico de Barcelona, se ha sumado el asunto del móvil y su actitud comienza a preocupar en el conjunto azulgrana. Ya generaron críticas sus bromas, a menudo de mal gusto, que también han sido objeto de reprimendas. Este verano no se le ocurrió otra cosa que lanzar bombas fétidas en el avión que trasladaba al equipo a Finlandia para jugar un partido amistoso en un acto que nadie entendió.