Para el argentino Jonás Gutiérrez el fútbol fue una tabla de salvación. Llegó por casualidad, debido a motivos médicos. Con un año y medio, un repentino ataque al corazón estuvo a punto de acabar con su vida. Se recuperó, pero dejó la secuela una parálisis en la parte izquierda de su cuerpo, que solo se podía superar con esfuerzo y deporte. Aconsejada por los médicos, su madre decidió apuntarle a un equipo de fútbol sala con apenas tres años.
Su recuperación pasaba por por la actividad física y pronto comenzó a destacar por su velocidad. Durante años, compaginó la práctica del fútbol con el atletismo, hasta que su poderío con el balón en los pies y el interés de algunos equipos terminó por decantar su proyección hacia el fútbol.
A los 10 años, después de pasar por las canteras de River Plate y Argentinos Juniors, entró en las categorías inferiores de Vélez Sársfield. Su talento lo situó como uno de los jugadores con más futuro del fútbol argentino y, a los 18 años, hizo su debut con el primer equipo. Tardó poco tiempo en convertirse en el ídolo de la hinchada y en Argentina ya le habían bautizado como el galgo Gutiérrez por sus explosivas carreras por la banda y su enorme trabajo.
Rechazado por su equipo
Fue cuestión de tiempo que diese el salto a Europa y fichase por el Mallorca. En la liga española terminó de consolidarse como futbolista de primer nivel y recibió su primera llamada de la selección absoluta argentina. Jonás estaba alcanzando el mejor momento de su carrera cuando decidió dar un paso más y en el año 2009 fichó por el Newcastle inglés. Jugó el Mundial de Sudáfrica 2010 y fue un jugador fijo en el equipo hasta hace un año y medio. Vivía el mejor momento de su vida deportiva.
Sin embargo, en un partido ante el Arsenal el 19 de mayo de 2013 el habilidoso extremo notó que algo no iba bien cuando chocó con el francés Sagna. "Al principio sentía dolor después de un choque en un partido ante Arsenal, después noté que se me empezó a inflamar y ahí fue cuando me hicieron una ecografía", declaró el pasado mes en la televisión argentina TyC. El diagnóstico de los médicos fue claro: cáncer testicular.
Era necesario operarse con urgencia y en ese momento se encontró con la incomprensible actitud de su club. El Newcastle decidió no responsabilizarse de los gastos de su operación y de la recuperación, por lo que se marchó a Argentina con su familia. Jonás tardó seis meses en volver a estar disponible para regresar a los terrenos de juego. Volvió a los entrenamientos de su equipo pero recibió como respuesta el rechazo de su entrenador, Alan Pardew, que decidió enviarle cedido al Norwich.
Allí jugó algunos partidos hasta que sufrió una lesión muscular en el gemelo. Cuando estaba a punto de regresar, comenzó a sentir un dolor molesto en los riñones. Los ganglios linfáticos renales estaban infectados y era necesario someterse a quimioterapita urgentemente. De nuevo sin el apoyo de su club, optó por volver a Argentina y someterse al tratamiento que todavía lo mantiene fuera de las canchas. "Este es el partido más difícil de mi vida pero, como todo, tiene un final. Decidí contar mi historia porque quizá le sirva a otra gente que tiene cáncer. Por suerte sigo avanzando y ya me falta poco", comentó Jonás, que no ha dejado de recibir muestras de apoyo de compañeros y aficionados.