Pese a la teoría indemostrable de que es mejor jugar el partido previo a la final para ir más rodado, el encuentro ante el Espanyol era totalmente intrascendente. Y la prueba está en que lo más importante que sucedió en el Santiago Bernabéu ocurrió antes del pitido inicial. Las malas sensaciones de Cristiano Ronaldo y su retirada, una vez más, por precaución.
Durante los noventa minutos, el aficionado del Real Madrid fue incapaz de disfrutar de su equipo. La apatía de los suyos no ayudaba, pero hubiera dado igual una actitud diferente. Aunque hubieran marcado cinco, seis o siete goles. El espectador estaba intranquilo porque no sabía si su estrella iba a poder disputar el partido que llevaban años esperando. La final por la Décima.
"¿Por qué juega?", preguntaba un madridista. "Por la maldita Bota de Oro" le contestaba otro. Ancelotti no aclaró el viernes la duda. "¿Juega para preparar la final o por la Bota de Oro", le preguntaba un periodista. El italiano no contestó a esta cuestión, así que nadie puede decir por qué Ronaldo trató de jugar un partido que no servía para nada. Menos mal que tuvo malas sensaciones en el calentamiento y no jugó, porque el riesgo de una recaída durante el partido hubiera sido peor. Riesgo que existe porque Cristiano no jugó ante el Valladolid más que ocho minutos por precaución. Existe porque ni siquiera viajó a Vigo y existe porque no pudo comenzar el partido ante el Espanyol.
Encuentro que sí disputaron otra serie de jugadores que vienen de una lesión. Uno de ellos fue Karim Benzema, que dio el susto de la tarde al retirarse tocándose el abductor, ese mismo músculo que le impidió jugar ante el Celta y que sólo le ha permitido estar en dos entrenamientos esta semana. Mientras se retiraba el francés, estos mismos aficionados se lamentaban porque, por un instante, barajaban la posibilidad de jugar la final de la Champions con Álvaro Morata de inicio. Esa teoría debe ser cierta. ¿Quién iba a arriesgar a su estrella y a su delantero titular por una conjetura?
El joven delantero del Madrid fue de lo más destacado del partido y eso que salió en los últimos minutos. Fue el que más ganas le puso. Marcó dos tantos, quizá los últimos que mete antes de marcharse este verano.
Perdón, el partido no era intrascendente. No es cierto. Sí era importante para Ancelotti, para la final y para una decisión que puede marcar la consecución de la Champions. Carlo tiene que elegir quién va a sustituir a Xabi Alonso en Lisboa. Y quién sabe si puso en escena un pequeño casting. Salieron de inicio la primera y la segunda opción, Illarramendi y Khedira. Ninguno realizó un partido deslumbrante. El alemán está excesivamente pendiente de su rodilla cuando va al choque y el español no llevó el timón con esa suficiencia que se le requiere ante el Espanyol, cuando dentro de siete días, el partido será de unas dimensiones infinitamente superiores.
El Real Madrid ganó el partido y termina tercero en la clasificación, posición negativa para esta plantilla descomunal, pese a alguna carencia en ciertas demarcaciones. La nota de la temporada la marcará la final de la Champions, pero en Liga no es buena. La desidia y, en consecuencia, la oportunidad perdida en Valladolid y Vigo, han dejado un mal sabor de boca. Y pese a que se ha peleado hasta casi el final, hay que recordar un dato: de los nueve primeros clasificados, el Real Madrid sólo ha sido capaz de ganar a la Real Sociedad sus dos enfrentamientos directos.
La Cibeles mira con recelo a su vecina Neptuno estos días, pero al menos le observa con algo más de esperanza. Afortunadamente, el partido si fue intrascendente. Benzema y Ronaldo sólo dieron un susto.