Necesitaba el Real Madrid de Carlo Ancelotti un golpe que reafirmase la idea del técnico italiano, la apuesta por arriesgar más en el juego del equipo y mantener la posesión del balón. Y en Granada llegaron las sensaciones positivas que no se tuvieron ante el Real Betis en la primera jornada, hasta que los jugadores blancos se quedaron sin fuerzas y acabaron pidiendo la hora para llevarse la victoria (0-1), gracias a un gol de Benzema.
Comenzó el Real Madrid ligero en movimientos con Modric e Isco comandando el centro del campo, con Özil por delante, y Cristiano Ronaldo y Di María en las alas. Era un planteamiento netamente ofensivo y una apuesta clara por el toque y el ataque de Ancelotti. Al técnico italiano no le tembló el pulso para organizar un equipo sin mediocentro defensivo, como no lo hizo para mantener su apuesta por Diego López. Casillas volvió a sentarse en el banquillo y tendrá que seguir peleando por un puesto en el equipo. Era el día en el que se debía resolver la polémica de los guardametas y el entrenador dejó claro que el gallego es su hombre por el momento.
Mucha movilidad en ataque y rápidas combinaciones dieron al Real Madrid un 70% de posesión. Las ocasiones no tardaron en llegar y Di María, espectacular en la primera parte, sirvió un centro perfecto desde la banda derecha. Los defensas del Granada se equivocaron al tirar el fuera de juego y el balón cayó a los pies de Cristiano frente a Roberto. El portugués no consiguió controlar el balón y Benzema se aprovechó para batir al meta local.
El Granada intentó deshacerse del dominio visitante con el paso de los minutos, pero el Madrid se sentía cómodo sobre el campo y pudo ampliar su ventaja – de hecho, el colegiado anuló justamente un gol a Özil-. Brahimi era el jugador más inspirado de los andaluces y sus apariciones dentro del área del Real Madrid dieron lugar a las oportunidades más claras del Granada, que vio pasearse un balón frente a Diego López sin que llegase ningún rematador, en una de sus mejores ocasiones.
El calor y el fondo físico de estas alturas de temporada empañaron la segunda mitad. El partido se volvió más nervioso, el equipo madrileño perdió el control que había tenido en la primera parte y el Granada comenzó a sentirse algo más cómodo sobre el campo. Los jugadores madridistas acusaron el esfuerzo y el partido se tornó en peligroso para sus intereses. Con el paso de los minutos, el equipo local ganó presencia en el área rival. La entrada de Riki hizo más incisivo al equipo de Lucas Alcaraz, pero tampoco encontró la portería de Diego López con claridad.
Consciente de que su equipo necesitaba oxígeno urgentemente, Ancelotti retiró a un enfadado Özil y dio entrada a Casemiro para tratar de dar la consistencia perdida a su equipo. Algunos disparos de Cristiano Ronaldo fueron los acercamientos más claros en el área del Granada que, a pocos minutos del final, entendió que podía darle un susto al Real Madrid con la entrada de Buonanotte.
El choque entró en un final embarullado que estuvo cerca de costarle el parido a los madridistas si Estrada Fernández hubiese pitado un posible penalti de Casemiro sobre el argentino. Pepe salvó en los últimos instantes el remate a puerta vacía e Riki, después de una gran jugada de Piti antes del pitido final del árbitro. Descompuesto al final, el Real Madrid mostró dos caras y sufrió más de la cuenta para atar los tres puntos, que se había ganado con lucimiento en la primera mitad. El Granada, que siempre se mantuvo ordenado y perseverante, soñó con el empate ante un irregular conjunto blanco al que le queda trabajo por hacer.