Jordi Alba ha llegado este año al Barcelona, pero poco ha tardado en meterse de lleno en las trifulcas del clásico. En el partido de Copa del pasado martes el lateral zurdo ya se las tuvo con varios futbolistas, y terminó mareado después de golpearse en la cabeza al exagerar un contacto con Arbeloa.
Hoy, en el Bernabéu, sacó a relucir un dedo en la celebración del gol del empate obra de Leo Messi. Lo que no queda claro es si fue el índice, para señalar el número uno, como él mismo ha declarado; o bien era el corazón, dedicando una peineta a la afición madridista.