El Rayo se impone al Valencia en el debut de Valverde en Mestalla

Un penalti transformado por el exvalencianista Chori Domínguez ha apuntillado en Mestalla a un Valencia sin alma en un partido de baja calidad, en el que el Rayo jugó sus bazas mejor que el equipo local, y en el que se volvió a vivir un final demasiado habitual últimamente por la ciudad del Turia: cánticos de "Llorente vete ya". Y es que el Valencia, en el debut ante su afición de Ernesto Valverde, volvió a ofrecer una imagen muy discreta.

La primera parte estuvo nivelada. Ni uno ni otro llegaba con facilidad a la meta rival. El Valencia lo hizo casi siempre en jugadas a balón parado, mientras que el manejo de la pelota por parte del equipo madrileño no iba acompañada de aproximaciones de peligro ante la portería de Diego Alves.

En ese escenario, el partido era insustancial, aburrido y sin destellos, y el encuentro llegó sin oportunidades claras y sin goles a su ecuador, tras 45 minutos sin mucho que recordar.

La entrada de Parejo por Piatti en el descanso replanteó el esquema del Valencia, con el paso de Jonas a la banda izquierda, pero el partido no varió su dinámica respecto al primer tiempo. Apenas se trenzaba fútbol, y el poco que había corría por cuenta del Rayo, que a medida que pasaban los minutos era el que más cómodo sentía sobre el césped.

Cuando parecía que poco faltaba por pasar y que el partido iba a abocado a un empate a cero, un absurdo penalti de Tino Costa sobre Trashorras fue convertido por el argentino Chori Domínguez en el 0-1. Fue la venganza de un ex valencianista que no había salido del club precisamente por la puerta grande.

Del penalti al final, el Valencia no reaccionó, por lo que el Rayo Vallecano consiguió sin sufrimiento la victoria en un partido que el público despidió de nuevo con el grito de "Llorente, vete ya", dirigido a su presidente.

El Levante sigue inmenso

Sufrido partido en La Romareda. El Levante se ha impuesto al Zaragoza (0-1) y mantiene su racha de victorias lejos de su estadio. El equipo de Manolo Jiménez le puso intención, pero se mostró incapaz de romper la línea defensiva del equipo valenciano. Además, reclamó dos penaltis que podrían haber escrito un distinto final.

Se veían las claras granotas y blanquillos sólo tres días después del encuentro copero que les midió en el Ciudad de Valencia (0-1 con gol de Aranda en el minuto 92) y el Levante saltó al campo con sed de venganza. El conjunto de Juan Ignacio Martínez no pierde a domicilio desde el 30 de septiembre y encaró la revancha con un buen planteamiento táctico. Tras el gol, se replegó atrás y defendió el resultado durante 60 minutos.

El Zaragoza manejaba el balón desde el pitido inicial pero le faltaba puntería. El Levante cerraba bien los huecos e impedía que el peligro se acercara a Munúa. Además, el equipo granota tenía iniciativa al contragolpe. Barkero remató al palo en el minuto 13 desde fuera del área.

Minutos después se produjo la primera polémica del encuentro. David Navarro soltó el codo en un salto y golpeó al zaragocista Sapunaru. Penalti que no vio Iglesias Villanueva. Y para más problemas, un minuto más tarde llegaba el gol de Rubén García. El canterano se aprovechó de la indecisión de sus compañeros Míchel y Barkero, que no se atrevían a rematar, y disparó con acierto a puerta. El equipo maño movía el balón en la medular pero no conectaba con los jugadores más adelantados y el Levante decidió que ese resultado le valía y decidió no arriesgar.

Tras el descanso, el Zaragoza salió con ímpetu y buscó el empate por medio de Paco Montañés. Cruzó demasiado el balón que se fue rozando el palo de Munúa. Perdonó la ocasión más clara hasta el momento para los maños. Poco antes del descuento, una posible mano de Juanfran en el área desató a los locales que pedían de nuevo penalti. El partido comenzó a encresparse y Chris vio la segunda amarilla, dejando al Levante con diez en los últimos minutos. Al final los tres puntos son para un Levante que se afianza en puestos europeos, mientras que el Zaragoza se queda igual en la tabla, en el decimotercer puesto, a la espera de lo que hagan sus perseguidores más inmediatos.