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La selección española aparca definitivamente la polémica por el penalti en el Bernabéu

El seleccionador español, Iñaki Sáez, ha sido el mayor artífice en el combinado nacional para neutralizar y eliminar cualquier resquicio de continuidad en la polémica arbitral suscitada a la finalización del partido Real Madrid-Valencia. Como si nada hubiese pasado, a la crisis ni se la ha visto ni se la esperaba en Barcelona.

L D (EFE) Ninguna de las dos entidades catalanas de la Liga han hecho leña del árbol caído, contrariamente a lo que en otras circunstancias hubiese sucedido, mientras que en la selección española, concentrada en la Ciudad Condal, parecía como si hubiese consignas de ni mencionar lo del Bernabéu.

Así, Raúl González, copartícipe de la acción polémica junto a Carlos Marchena, se ha caído de la lista de jugadores con los que la prensa esperaba dialogar, igual que el central valencianista. En su lugar, el equipo de comunicación de la Federación envió a los medios al madridista Raúl Bravo y al deportivista Albert Luque. A Bravo se le preguntó por el asunto y se sacudió el muerto de encima en pocos segundos: "Yo ya no le doy más vueltas al tema. Una vez pitó el árbitro, el partido se acabó".

Ante el escaso interés suscitado en la comparecencia de los jugadores, que la tarde se echaba encima, y aún el grupo no había comido, y ante la juerga de algunos de los seleccionados, que lanzaron aceitunas a sus compañeros, mientras estos atendían a los medios, los responsables de comunicación decidieron suspender la conferencia y no permitieron que un tercer jugador compareciera ante los informadores.

Sáez, que lo había hecho antes de sus dos jugadores, también dijo la suya acerca de la noche del Bernabéu, a modo de epitafio y conclusión. "Afortunadamente, hemos conseguido que no se hable del penalti. Eso ya es agua pasada. Lo hemos dejado atrás. Hoy se ha mencionado pero espero que mañana estemos todos centrados en el partido", sentenciaba.

Parecía que el acto había decaído, después de una larga hora de espera a que los jugadores firmasen autógrafos a los más jóvenes, pero entonces se adueñó del entorno la televisiva Nuria Bermúdez, tan solícita en programas del corazón, que por un momento pareció ostentar la representatividad del stand de la Federación. Para ella fueron casi todos los ojos, incluidos los de algunos futbolistas, ante la incrédula mirada de los informadores que no daban crédito a la verbena que se había organizado alrededor de ella, quien había conseguido una acreditación de prensa merced a uno de los programas nocturnos de más éxito en España.

Despejado el panorama en el pabellón de la Federación, apareció entonces el séquito del alcalde de Barcelona y de los responsables de la Feria, y entre ellos a Florentino Pérez, quien se movía entre el grupo sin excesivo ruido, a diferencia de hace dos años, cuando se sentía respetado y admirado, más allá del color de la camiseta que le reclamaba un autógrafo o una fotografía. A poca distancia de él, también llegó Johan Cruyff, dicharachero como nunca y departiendo con cuantos medios le emplazaban a tratar la actualidad barcelonista, para lo cual, tras el mosaico de declaraciones que efectuó, obligó a los informadores a efectuar una puesta en común para recomponer todo el discurso.

La parada de la Federación en Planet Fútbol se tomaba un respiro tras una mañana muy activa, aunque menos de lo esperado, a tenor de la cantidad de bolsas con la camiseta de la selección que sobraron y que estaban destinadas a los niños que habían conseguido una invitación para tener una firma de sus ídolos. No obstante, las bolsas sobrantes fueron literalmente saqueadas cuando las azafatas las retiraron de su ubicación inicial y las pusieron al alcance accidentalmente de un numeroso grupo de aficionados que pasaban por allí.

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