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La Armada mantiene su paso firme en Roland Garros e iguala el récord de hace tres años

Juan Carlos Ferrero ha resuelto su primer partido en Roland Garros, incluso con anestesia en la zona intercostal, y el tenis español ha vuelto a redondear una gran jornada en el segundo Grand Slam de la temporada, con un balance de ocho victorias y cuatro derrotas. En total, veinte representantes de la Armada -doce hombres y ocho mujeres- se han clasificado para segunda ronda, igualando así el récord de hace tres años.

L D (EFE) Seis pinchazos de anestésico, autorizados por el doctor del torneo, durmieron la zona dolorida de Ferrero durante cuatro horas, tiempo suficiente para liquidar al alemán Tommy Haas por 3-6, 6-4, 6-4 y 6-2 en dos horas y 46 minutos.

Ferrero, que suele aguantar bien el dolor, acabó mareado por los pinchazos, pero las inyecciones surtieron efecto porque pudo mantenerse sobre la pista, al principio algo dubitativo y con fallos, lógicos debido a su falta de encuentros, y luego más seguro y con poderío. Más convencido de su juego -"estuve a punto de no jugar", dijo-, Juan Carlos tendrá ahora 48 horas para mejorar aún más. Su próximo rival será el ruso Igor Andreev, que vencía al checo Jan Vacek por 6-3, 6-1 y 6-4.

La victoria de Ferrero podría haber sido eclipsada por un golpe de efecto, pues el murciano Nicolás Almagro, de 18 años y que participaba por primera vez en París, estuvo a sólo dos puntos de vencer al brasileño Gustavo Kuerten, tricampeón del torneo. Almagro, 130 del mundo, y procedente de la fase previa, sacó para ganar el partido con 5-4 en el quinto set, pero en el deuce cometió una doble falta que le hundió psicológicamente. Un experimentado Kuerten se aprovechó de la circunstancia y abusó de su experiencia para terminar venciendo por 7-5, 7-6 (7-2), 1-6, 3-6 y 7-5 y hundir al murciano, que acabó desconsolado y llorando.

Albert Costa, campeón en 2001, superaba al brasileño Flavio Saretta, por 6-4, 6-2, 6-7 (2-7) y 6-4, y ahora se enfrentará con el belga Christophe Rochus, verdugo de Marc López por 6-4, 6-1 y 6-1. Félix Mantilla también saldaba con victoria su encuentro ante el estadounidense Jeff Salzensetein, por 6-4, 6-1, 6-7 (6-8) y 6-2. El próximo compromiso de Mantilla será ante el ruso Marat Safin, vigésimo favorito y beneficiado por el abandono del argentino Agustín Calleri, debido a una lesión en el abductor izquierdo, cuando dominaba por 5-7, 6-1, 4-1 y abandono.

El valenciano David Ferrer también se sumaba a la fiesta al derrotar al belga Oliver Rochus por 6-1, 6-1 y 6-3, para medirse ahora con el francés Julien Benneteau. El toledano Feliciano López, vigésimo tercer cabeza de serie, completaba también un gran encuentro al imponerse al ecuatoriano Nicolás Lapentti, por 5-7, 6-4, 6-4 y 6-4. Feli se enfrentará ahora con el eslovaco Karol Kucera. Además de la derrota de Almagro y Marc López, el zamorano David Sánchez se despedía de los Internacionales de Francia al caer ante el austriaco Stefan Koubek, por 6-3, 7-5, 3-6, 6-7 y 6-0, y el alicantino Rubén Ramírez Hidalgo tampoco pudo con el belga Gilles Elsenerr, por 3-6, 7-5, 4-6, 6-4 y 6-3.
 
Pleno de la Armada en el cuadro femenino

En el cuadro femenino ha habido pleno español y sin ceder un solo set en tres partidos. Conchita Martínez, vigésima favorita, daba cuenta de la estadounidense Teryn Ashley por 6-2 y 6-4, y ahora se enfrentará con la argentina Gisela Dulko, verdugo de la veterana Martina Navratilova. Gala León actuaba sin contemplaciones ante la americana Laura Granville, por 6-4 y 6-1, y ahora le espera la francesa Mary Pierce. Por último, Virginia Ruano doblegaba a la húngara Melinda Czink, por 6-4 y 6-2, y su próxima contrincante será la japonesa Ai Sugiyama.

Ha sido una jornada sin sobresaltos para los favoritos, con victorias del suizo Roger Federer, número uno del mundo, el holandés Martin Verkerk, finalista el pasado año, y el argentino David Nalbandián, mientras que en el femenino, las hermanas Venus y Serena Williams comenzaban a enseñar los dientes, aunque la pequeña de la saga se distinguía, más que por su buen juego, por el eléctrico traje color malva, con el que era imposible que pasase inadvertida.

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