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Jordi Arrese: "Es hora de romper el tabú porque las estrellas, donde caen es en hierba"

La final de Copa Davis contra Australia en Melbourne representa un nuevo reto para el tenis español pero no un imposible, si se tiene en cuenta la ilusión y la capacidad que el equipo de Jordi Arrese pondrá, del 28 al 30 de noviembre, en el Rod Laver Arena de Melbourne. A falta de confirmación oficial, la superficie elegida será la hierba.

L D (EFE) La aventura se presupone apasionante, un verdadero desafío para las raquetas hispanas, y una venganza para los aussies que, tras perder en el Palau Sant Jordi en el 2000, prometieron resarcirse lo más pronto posible. Australia, no obstante, aún recuerda lo que sucedió en la final contra Francia el año pasado, con el mismo escenario y la misma idea preconcebida, colocar césped para arruinar a los galos en una pelea desigual. Para eso tuvieron que mover una impresionante maquinaria para trasladarla de un campo de criquet, que a punto estuvo de pudrírseles y para colmo, Francia les dio una lección, no sólo de juego, sino también de estrategia. Buena culpa de aquel fiasco la tuvo el capitán John Fitzgerald que alineó a Patrick Rafter y Lleyton Hewitt en el doble, perdiendo aquel punto y sacrificando al primero de sus jugadores, que lesionado tuvo que ser sustituido y acabó contemplando la derrota de sus compañeros desde el banquillo. Triste despedida de Rafter que colgó la raqueta sin ganar Wimbledon, ni la Copa Davis.

En esta ocasión, Australia vuelve a disponer de un equipo temible, con "impresionantes jugadores", como Arrese calificó a Lleyton Hewitt y Mark Philippoussis, y una "fabulosa pareja", la formada por Wayne Arthurs y Todd Woodbridge. No parece probable que Arrese varíe demasiado la formación española que ha logrado la final. En parte se lo merecen por el esfuerzo realizado, pero a cualquier profano le puede parecer que el doble español, Alex Corretja-Albert Costa, que ha perdido en su mejor superficie contra uno argentino que no había jugado antes (Agustín Calleri-Lucas Arnold), será presa fácil y será masacrada en una superficie tan árida para ellos como la hierba. "Tenemos que mirar y sopesar", fueron las palabras de Arrese al referirse a posibles cambios. La apuesta debería ser agresiva, con un jugador que garantice, sino formidables voleas, si los suficientes aces como para mantener su saque lo más intocable posible. Feliciano López, dos años seguidos octavo finalista en Wimbledon podría tener su oportunidad.

Australia fue desde tiempo una quimera para el tenis español. De hecho ese torneo del Grand Slam , es el único título que queda aún sin conquistar por los españoles. Cinco de ellos han disputado la final del abierto oceánico, Andrés Gimeno, Joan Gisbert, Carlos Moyá, Arantxa Sánchez y Conchita Martínez, y volvieron de vacío, como regresó el equipo español que en 1965, en el White City Stadium de Sydney, y dos años después en Milton Courts de Brisbane se atrevió a desafiar a los mejores australianos en sendas challenge rounds . "Los jugadores españoles tienen una calidad tal que son capaces de ganar en cualquier superficie", señaló el capitán argentino Gustavo Luza, cuando le preguntaron sobre la final de Copa Davis. "Es hora de romper el tabú, y las estrellas, donde caen es en hierba", se atrevió a matizar Arrese, consciente de que a esta cuarta final Australia-España viajarán cargados de ilusión pero también de una ambición que el equipo español no ha perdido desde el año 2000.

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