L D (EFE) Cuando concluyan los chequeos médicos "rutinarios" a los que se somete en estos días en una prestigiosa institución de La Habana, Maradona estará en condiciones de seguir plenamente el severo tratamiento contra su adicción a la cocaína que le ha preparado el Censam (Centro de Salud Mental), dependiente del Ministerio cubano del Interior.
De nada han servido ni la insistencia de los periodistas ni las buenas artes de los diplomáticos argentinos, que confiaban en que Maradona compareciera brevemente ante los medios de prensa para "saciar" su curiosidad y acabar con la gran expectación que ha provocado su regreso a la isla. "En este momento no puedo decir nada, quizá más adelante", ha dicho el abogado de Maradona, en una conversación telefónica de apenas unos segundos. Casi las mismas palabras utilizaba Gabriel Buono, asistente del ex jugador: "No estamos autorizados a hablar sobre el tema en este momento. Quizá dentro de unos diez días".
Un total hermetismo rodea al ex futbolista, que parece que esta vez le ha visto "las orejas al lobo" y se está tomando muy en serio su recuperación. "El ha venido con todo el espíritu para colaborar en el proceso de recuperación", explicaba esta semana el embajador argentino en La Habana, Abraham Taleb.
El estricto funcionamiento del Censam contribuye, sin duda, a la "paz" de que disfruta Maradona en La Habana. Este exclusivo centro se encuentra en Jaimanitas, unos 15 kilómetros al oeste de La Habana, en una zona considerada de seguridad por su proximidad a las residencias del líder cubano, Fidel Castro, y de su hermano Raúl, ministro de las Fuerzas Armadas, y no permite el acceso sin previa autorización.
En el Censam, que ha habilitado dos bungalós para Maradona y sus acompañantes, el "Pelusa" seguirá un régimen de "comunidad terapéutica cerrada", que le impedirá salir con frecuencia y, en principio, reducirá sus posibilidades de recaída. Mantenerse alejado del acoso de los fanáticos del fútbol resulta mucho más fácil que huir de la prensa, porque el deporte estrella en la isla es el béisbol.
Precisamente por la tranquilidad que le ofrece Cuba y por su estrecha relación con Castro, el diez se instaló en la isla en enero de 2000 para recibir tratamiento en la clínica La Pradera, donde disfrutaba de un régimen ambulatorio que le daba posibilidades de salir y mantener cierta vida nocturna. En marzo pasado, Maradona regresó a Argentina, donde estuvo ingresado durante varios meses por una complicación cardiorrespiratoria que puso en serio riesgo su vida y que le obligó a hospitalizarse en la Clínica Suizo-Argentina, primero, y en un centro psiquiátrico después.
De nada han servido ni la insistencia de los periodistas ni las buenas artes de los diplomáticos argentinos, que confiaban en que Maradona compareciera brevemente ante los medios de prensa para "saciar" su curiosidad y acabar con la gran expectación que ha provocado su regreso a la isla. "En este momento no puedo decir nada, quizá más adelante", ha dicho el abogado de Maradona, en una conversación telefónica de apenas unos segundos. Casi las mismas palabras utilizaba Gabriel Buono, asistente del ex jugador: "No estamos autorizados a hablar sobre el tema en este momento. Quizá dentro de unos diez días".
Un total hermetismo rodea al ex futbolista, que parece que esta vez le ha visto "las orejas al lobo" y se está tomando muy en serio su recuperación. "El ha venido con todo el espíritu para colaborar en el proceso de recuperación", explicaba esta semana el embajador argentino en La Habana, Abraham Taleb.
El estricto funcionamiento del Censam contribuye, sin duda, a la "paz" de que disfruta Maradona en La Habana. Este exclusivo centro se encuentra en Jaimanitas, unos 15 kilómetros al oeste de La Habana, en una zona considerada de seguridad por su proximidad a las residencias del líder cubano, Fidel Castro, y de su hermano Raúl, ministro de las Fuerzas Armadas, y no permite el acceso sin previa autorización.
En el Censam, que ha habilitado dos bungalós para Maradona y sus acompañantes, el "Pelusa" seguirá un régimen de "comunidad terapéutica cerrada", que le impedirá salir con frecuencia y, en principio, reducirá sus posibilidades de recaída. Mantenerse alejado del acoso de los fanáticos del fútbol resulta mucho más fácil que huir de la prensa, porque el deporte estrella en la isla es el béisbol.
Precisamente por la tranquilidad que le ofrece Cuba y por su estrecha relación con Castro, el diez se instaló en la isla en enero de 2000 para recibir tratamiento en la clínica La Pradera, donde disfrutaba de un régimen ambulatorio que le daba posibilidades de salir y mantener cierta vida nocturna. En marzo pasado, Maradona regresó a Argentina, donde estuvo ingresado durante varios meses por una complicación cardiorrespiratoria que puso en serio riesgo su vida y que le obligó a hospitalizarse en la Clínica Suizo-Argentina, primero, y en un centro psiquiátrico después.