Hasta hace pocos días nadie dudaba de que Roger Federer y Rafa Nadal eran los dos mejores tenistas del circuito. Incluso muchos apuntaban al español y al suizo como los mejores de la historia. Pero el mundo del deporte no conoce de respetos y sí de crueldades provocadas por una actualidad acelerada, y después de los fracasos de ambos tenistas en Australia, ya empiezan a surgir rumores sobre un posible cambio generacional en el deporte de la raqueta.
El manacorense y el de Basilea están empezando a levantar dudas por causas muy distintas. Los 29 años que contemplan a Federer pueden suponer un serio hándicap, especialmente teniendo en cuenta que nos encontramos ante un tenis de cada vez más físico y con muchos jóvenes empujando. El helvético ya sufrió el año pasado demasiados altibajos y la derrota en semifinales de Australia ante Djokovic ha terminado por hacer estallar las incertidumbres, surgidas sobre todo por el bajo nivel mostrado por el número dos mundial, que en ningún momento pudo encontrar su mejor versión, ni de lejos, ante un rival que le pasó por encima en todo momento.
En el caso de Nadal las causas son muy distintas. Nadie duda de que cuando no tiene molestias es el mejor en la pista, ni de que su edad (24 años) aún puede permitirle muchas temporadas al máximo nivel. Sin embargo, el número uno mundial lleva ya bastante tiempo en el que las molestias musculares aparecen y desaparecen con demasiada frecuencia, fruto de un estilo de juego tremendamente físico y de un calendario demasiado cargado.
Eso es precisamente lo que le pasó en los cuartos de final del Abierto de Australia ante su compatriota David Ferrer, así como durante varias fases del año 2009 que le mantuvieron durante ocho meses sin poder ganar torneo alguno.
Los revulsivos, listos
Desde hace ya varios años, una serie de tenistas se han mostrado un escalón inmediatamente por debajo de Rafa Nadal y Roger Federer. Algunos han ido apareciendo y desapareciendo, como ha sido el caso del ruso Nikolay Davydenko, el sueco Robin Soderling, el checo Tomas Berdych o incluso el argentino David Nalbandian. Pero sobre todo son dos jóvenes los que más amenazan la hegemonía de Nadal y Federer. Se trata de Novak Djokovic y Andy Murray.
Ambos se han establecido en la línea de persecución de la misma manera, e incluso han llegado a ser número dos del ránking en algún momento. Por ahora no deja de ser anecdótico por el poco tiempo que duró, aunque puede tratarse de una clara señal de cara al futuro.
La continuidad y regularidad que muestran ambos, además de su juventud (23 años), hacen que los augurios sobre el cambio generacional no sean descabellados, aunque de momento los propios tenistas se encargan de desdramatizar el asunto. "Tal vez sea pronto para decir eso. Roger está todavía muy motivado para recuperar el primer lugar en el ránking. Está jugando muy bien. Rafa por su parte, ha sido un jugador muy dominante. Todavía estamos detrás de ellos. No se puede decir que haya venido una nueva era. Pero sí que hay más jugadores capaces de ganarles y eso es bueno", ha dicho Djokovic al respecto.
Sin embargo, el de Belgrado ha dejado abierta una puerta abierta al respecto al asegurar que "fue muy difícil la lucha entre ellos, sobre todo en los grandes torneos, pero esas cosas están cambiando algo. Así que, desde esa perspectiva, es bueno para el deporte, porque más jugadores pueden superar a Federer y Nadal, aunque tienen todo el crédito por lo que han hecho en los últimos cinco o seis años."
El suizo, por su parte, ha emplazado la cuestión para dentro de seis meses. "¿La hora del relevo para mí y para Rafa? Ahora se habla muy rápidamente, así que ... vamos a hablar dentro de seis meses", ha respondido el cuatro veces campeón en Melbourne Park. "De ninguna manera es el final. Es un comienzo para muchos otros torneos", ha reconocido el suizo.
Aunque de momento Nole se lo toma con tranquilidad –"voy a ver la otra semifinal en mi cama con unas palomitas", ha comentado–, el hecho de que sea precisamente él quien haya eliminado a Federer ha hecho aumentar tales conjeturas, y en caso de que Murray eliminara a Ferrer y se produjera una final en Australia entre el serbio y el escocés, el debate estaría servido.
Los aficionados, de momento, preferimos alegrarnos por la clara equiparación de nivel que se está produciendo, lo que nos permitirá disfrutar de un tenis más abierto y espectacular durante los próximos meses.