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Grecia se sobrepone a las polémicas con una espectacular inauguración de los Juegos Olímpicos

Con un gran espectáculo de luces y sonido de más de tres horas de duración y el discurso del presidente griego, Costis Stefanopoulos, han dado comienzo oficialmente los Juegos Olímpicos de Atenas. Una gran cita que llega marcada por la polémica tras la exclusión de un deportista iraní por antisemitismo, los intentos de politización por parte de la delegación cubana y la sempiterna controversia del dopaje, con dos campeones olímpicos helenos como últimos protagonistas.

Con un gran espectáculo de luces y sonido de más de tres horas de duración y el discurso del presidente griego, Costis Stefanopoulos, han dado comienzo oficialmente los Juegos Olímpicos de Atenas. Una gran cita que llega marcada por la polémica tras la exclusión de un deportista iraní por antisemitismo, los intentos de politización por parte de la delegación cubana y la sempiterna controversia del dopaje, con dos campeones olímpicos helenos como últimos protagonistas.
(Libertad Digital) El fuego de Olimpia, donde los Juegos nacieron hace casi tres mil años, ilumina de nuevo Atenas en un gigantesco pebetero con forma de antorcha. Niklas Kaklamanakis, campeón olímpico de vela en Atlanta 96, era el último relevista de urgencia tras el escándalo provocado por el que había sido elegido en principio, el atleta Kostas Kenteris, actual campeón de 200 metros y bajo sospecha por haberse negado a pasar un control de dopaje. Este revés de última hora no ha podido eclipsar la grandiosidad de la ceremonia ni la alegría de los miles de atletas que han desfilado representando a los 202 países que competirán hasta el 29 de agosto.

La Grecia clásica y moderna se fundían en un espectáculo de agua, luz y sonido en la primera parte de la ceremonia inaugural. Una alegoría de la evolución humana desde el nacimiento en el agua hasta el desarrollo de la mente y progreso actual quedaron plasmados en una esmerada puesta en escena dentro del no menos impresionante Estadio Olímpico, cuya cubierta ha sido diseñada por el arquitecto español Santiago Calatrava. Con la complicidad de los 70.000 espectadores presentes, que encendieron linternas e hicieron sonar cascabeles al son del espectáculo, la ceremonia derrochó originalidad desde el comienzo cuando del mar en que se había convertido el terreno surgieron cinco aros olímpicos de fuego.

A continuación, un niño en un barco de papel recorrió la réplica del Mar Mediterráneo hasta llegar a la orilla, momento en el que se izó la bandera y sonó el himno nacional griego. Un centauro, mitad hombre, mitad caballo, lanzó seguidamente una jabalina que hizo aparecer en el centro una cometa con forma de cara humana sobre la que quedaban impresionadas figuras geométricas y matemáticas. El amor no podía faltar en la ceremonia, personificado en el dios Eros que insufló pasión a una pareja de enamorados sobre el agua.
 
Lo mejor del arte griego quedó plasmado en un original desfile que abarcó desde las civilizaciones micénicas, pasando por el mito del minotauro, la diosa que da nombre a la ciudad, Atenea, la tragedia y comedia del teatro, las cariátides y hasta el olivo, símbolo mediterráneo por excelencia y del que hacían las coronas que ceñían los campeones en Olimpia. En un guiño al futuro, la ceremonia artística, en la que intervinieron cuatro mil personas, terminó con una mujer embarazada que se internaba en el agua como símbolo de la nueva vida, envuelta en el sonido de la ópera Aida interpretada por Maria Callas.
 
Alegría de la delegación española en el desfile

La original ceremonia artística fue el preludio de uno de los momentos más esperados, el desfile de los países participantes. La parada culminó con la mayor ovación de la noche, cuando apareció la delegación de Grecia. Antes también habían recibido el cariño del público Irak, Afganistán, Palestina y las dos coreas, que desfilaron juntas por segunda vez consecutiva. Todo tipo de vestimentas, sombreros, bermudas, saris, pamelas y abanicos desfilaron por el estadio olímpico al ritmo de los frenéticos sonidos del disc-jockey holandés Tiesto.

Pasadas las nueve de la noche, era el turno de desfilar para la delegación española, que lo hacía en el puesto 67 -por detrás de Islandia y por delante de Israel-. Una delegación que ha estado encabezada por la judoca Isabel Fernández. Pese a ser su tercera participación en unos Juegos Olímpicos, la deportista alicantina no dejó de llorar: la emoción la invadió en todo momento. Ella encabezaba al tercero equipo español más amplio de la historia olímpica tras Sydney y Atlanta. Con caras sonrientes, teléfonos móviles y cámaras en mano para inmortalizar el momento, los españoles se divirtieron de lo lindo en su primera presencia en Atenas, acompañada por el cálido recibimiento del público, que alivió la paciente espera que los deportistas tuvieron que soportar hasta entrar en el estadio.

Un tricornio de la Guardia Civil, una bandera del RCD Espanyol y los mensajes de saludo que algunas de las mujeres del grupo llevaban escritos en los abanicos pusieron el punto anecdótico al desfile que los olímpicos españoles interrumpieron al llegar ante el palco de autoridades y ralentizar el paso para saludar a la Reina. Los jugadores de los equipos de balonmano, hockey, waterpolo, gimnasia y judo, formaron, entre otros, parte del grupo en el que también estuvieron tenistas como Juan Carlos Ferrero, carlos Moyá y Feliciano López y la selección de baloncesto, capitaneada por su hombre más internacional Pau Gasol, que desfiló casi como cierre del grupo.

Muchas sorpresas en una multitidinaria ceremonia

Concluido el desfile con un multicolor despliegue de fuegos artificiales, la cantante islandesa Bjork interpretó la canción Oceanía, otro homenaje al mar especialmente compuesto para los Juegos. Una de las grandes sorpresas de la velada fue el saludo de un astronauta ruso y otro estadounidense en un vídeo desde la estación espacial Internacional a bordo de un Soyuz. El acto prosiguió con un recuerdo a las ciudades que organizaron los anteriores Juegos de la Era Moderna, empezando por la propia Atenas en 1896 hasta terminar en la actual olimpiada con sede también en la capital helena.

Esto dio paso a los discursos de Gianna Angelopoulos, presidenta del Comité Organizador (ATHOC), y Jacques Rogge, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), en un estrado bajo el omnipresente olivo. "Esta noche hacemos historia. Juntos escribimos una página de la historia de los Juegos, una página magnífica", decía en su discurso Gianna Angelopoulos. "Grecia se presenta, por segunda vez en 108 años, como país anfitrión de la más grande celebración de la humanidad. Con orgullo y consciente de su responsabilidad. Los Juegos vuelven a casa", añadía. "En los próximos 16 días habrá ocasión de constatar que Grecia tiene medios nuevos y modernos para expresar la herencia antigua gracias al trabajo de un país, un pueblo y unos voluntarios excepcionales", dijo la máxima responsable de la Organización de los Juegos de la XXVIII Olimpiada.

Rogge ha tenido un triple agradecimiento para Grecia, por haberlos creado en la antigüedad, acudir a la llamada del Baron de Coubertin cuando se reinstauraron en 1896 y por organizarlos de nuevo ahora. El presidente del COI también hizo un llamado a los atletas para que rechacen el dopaje y respeten el juego limpio. "Hacednos creer que gracias al deporte se puede alcanzar la paz, tolerancia y la hermandad entre los pueblos, superando las barreras políticas y religiosas.
 
El presidente griego declara oficialmente inaugurados los JJOO

Otro gran aplauso inundó el estadio cuando apareció la bandera olímpica portada por siete medallistas griegos y el futbolista Angelos Bassinas, integrante de la selección helena que acaba de proclamarse campeona de Europa. Costas Stefanopoulos, presidente de Grecia, declaró inaugurados los Juegos de la XXVIIII Olimpiada en otro emocionante pasaje de la noche, que prosiguió con los juramentos de la nadadora Zoe Dimoschaki y el árbitro Lazaros Voreadis. Una vez encendido el pebetero y después de tres horas, una fantástica explosión de fuegos artificiales cerró la ceremonia entre los vítores de los 70.000 espectadores.

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