L D (EFE) Ha sido el premio a la apuesta de juego ofensivo en la primera temporada de Mike Ruddock como técnico del cuadro galés, que en determinado momento recordaba al conjunto que reinó en los años 70 para jolgorio de su incondicional afición, que abarrotaba el estadio del Milenio y festejaba este momento histórico. Atrás habían quedado momentos inolvidables con la victoria sobre Inglaterra, Francia, Italia y Escocia, en los que había mostrado el renacimiento de este equipo que no era tan feliz desde hace mucho tiempo.
Y no se le pusieron bien las cosas a los galeses cuando Ronan O'Gara adelantó a Irlanda a los tres minutos al transformar un golpe de castigo. Los verdes necesitaban ganar por quince puntos para hacerse con el torneo y a Gales le bastaba perder por menos de once, pero sacó el orgullo para evitar un batacazo sin precedentes y rápidamente con un ensayo de Gethin Jenkins transformado por Stephen Jones el partido comenzó a tener color rojiblanco.
El 16-6 con el que se llegó al descanso era la prueba palpable de una selección galesa lanzada hacia el reencuentro de momentos de gloria. La brecha se incrementó de forma paulatina (sobre todo con otro ensayo de Kevin Morgan), pero Irlanda quiso caer con orgullo y sin doblar la rodilla. Por ello se lanzó a un ataque sin cuartel que encontró el premio de un par de ensayos (Marcus Moran y Geordan Murphy) en la fase final que cerró el encuentro con un bonito espectáculo y un marcador digno.
Gales se defendía a veces con cierto desorden pero su ventaja era tal que no necesitaba más que dejar pasar el tiempo para poder celebrar después de 27 años un nuevo Grand Slam en pleno éxtasis de sus seguidores.
Y no se le pusieron bien las cosas a los galeses cuando Ronan O'Gara adelantó a Irlanda a los tres minutos al transformar un golpe de castigo. Los verdes necesitaban ganar por quince puntos para hacerse con el torneo y a Gales le bastaba perder por menos de once, pero sacó el orgullo para evitar un batacazo sin precedentes y rápidamente con un ensayo de Gethin Jenkins transformado por Stephen Jones el partido comenzó a tener color rojiblanco.
El 16-6 con el que se llegó al descanso era la prueba palpable de una selección galesa lanzada hacia el reencuentro de momentos de gloria. La brecha se incrementó de forma paulatina (sobre todo con otro ensayo de Kevin Morgan), pero Irlanda quiso caer con orgullo y sin doblar la rodilla. Por ello se lanzó a un ataque sin cuartel que encontró el premio de un par de ensayos (Marcus Moran y Geordan Murphy) en la fase final que cerró el encuentro con un bonito espectáculo y un marcador digno.
Gales se defendía a veces con cierto desorden pero su ventaja era tal que no necesitaba más que dejar pasar el tiempo para poder celebrar después de 27 años un nuevo Grand Slam en pleno éxtasis de sus seguidores.